Durante todo el año hay distintas actividades orientadas a incentivar la convivencia ciudadana
San Sebastián aviva la luz de su capitalidad cultural europea
Los hermanos de Iker Etxeberria no esperaron a que él naciera para irse a Francia a vivir con libertad, así que cuando él nació, de esto hace ya 69 años y algunos meses, se encontró el caserío casi vacío. Sus juguetes fueron escalar los montes Pirineos y las vacas, y junto a ellas descubrió un día el porqué de aquella luz lejana que solo veía las noches con estrellas.
Se trataba, cuenta Iker aún conmovido por el hallazgo, del faro de la bahía de San Sebastián. Los destellos que veía le parecieron inútiles, porque a saber para qué diablos sirve que la luz de un faro llegue a la cima de una montaña, un lugar donde nunca se ha perdido un barco. Otro día…
Donostia/San Sebastián. Ese faro prendido es la señal para que los marineros regresen al puerto. Afuera, el oleaje que trae el temporal del norte empieza a ser descomunal. Dentro, al menos tienen tiempo para vender los tesoros que ese mar bravo les regala.
Hasta este muelle se escapó un día Iker siendo un niño, y ya no regresó por sus vacas. Su memoria se ha transformado en un anzuelo. Donostia, la traducción a la lengua vasca de San Sebastián, es la ciudad fronteriza más importante y bella de España.
Situada en Euskadi, a escasos kilómetros de Francia, mantiene una estrecha relación con el arte en toda su expresión. Cada mes de septiembre, organiza uno de los cuatro festivales internacionales de cine más importantes de Europa. En julio, sus calles son tomadas al asalto por la música del mejor jazz. El resto del año hay exposiciones, pruebas deportivas de nivel mundial y todo tipo de actividades destinadas a incentivar la convivencia ciudadana.
Quién le hubiera dicho a esta urbe de poco más de 200.000 habitantes que un día llegaría a ser la capital europea de la cultura compartida con la ciudad polaca de Wroclaw. “Pues sí. Y ese momento ha llegado. Es un honor”, dice con una sonrisa abierta Iker Etxeberria, que hoy pasea por el muelle del puerto con aire de pescador.
La inauguración se produjo en la medianoche del pasado 23 de enero el puente de María Cristina, un enclave monumental sostenido por 4 obeliscos espectaculares. Fue un acto de luz y sonido diseñado por Hänsel Cereza, un reputado creador de efectos visuales que ha trabajado para compañías como el Cirque du Soleil. Más de 40.000 personas asistieron en directo al espectáculo. A Iker no le agradó. “Me pareció repetitiva, pesada e inexplicable”.
A partir de ahora, a San Sebastián le aguarda un año para desarrollar iniciativas culturales para todos los gustos, con especial atención a la conmemoración de los cuatro siglos que han transcurrido desde las muertes de William Shakespeare y Miguel de Cervantes. En el británico, la organización pensó desde el principio y a quien homenajeará con la puesta en escena de Sueño de una noche de verano en versión exclusiva y original, pero de la que aún no se conocen los detalles.
Del autor del Quijote se acordaron más tarde, e introdujeron en el amplio programa anual una relectura contemporánea de su comedia Los tratos de Argel. Son una muestra entre las más de mil actividades que desfilarán por teatros, salas, carpas y, por encima de todo, calles de la ciudad.
Tolerancia y diálogo son los valores que presiden esta capitalidad europea. Porque de ello saben mucho ciudadanos de esta ciudad y del resto de Euskadi, como Iker Etxeberria, quien ha vivido y padecido la larga lucha armada de ETA.
El abandono de la violencia hace cuatro años ha permitido que San Sebastián deje de enterrar muertos y haya empezado a gestionar la avalancha de turistas que llegan de otras partes del planeta a tomar el sol en su playa de la Concha y a degustar su vigorosa gastronomía.
Desde su nominación como modelo de convivencia por la Unión Europea, quedó claro que lo esencial del proyecto San Sebastián 2016 era el concepto, la idea, el debate y la puesta en limpio del intercambio de formas de ver la vida, y que en ese sentido el concepto capital cultural se ampliaba a lo social, lo político y lo económico.
“El País Vasco pone en juego su prestigio con esta designación y lo que arrastra. Hay heridas que dejó el conflicto que aún no se han cerrado y esta es una buena oportunidad para encontrarnos”, afirma Iker con el rostro muy serio. “Pero todo eso igual merecía una mejor inauguración”, repite contrariado.
Hacer una exhibición de los deportes ancestrales de la tierra vasca parece una gran idea. Deslumbrar a la audiencia con las últimas tecnologías lumínicas, también.
Aunque si se mezclan ambas cosas, el resultado puede quedar un tanto extraño. Funciona o no funciona. Y, en opinión de aquel farero que descubrió Donostia/San Sebastián desde lo alto de una montaña, “no funcionó”. (I)
DATOS
San Sebastián como ciudad cultural europea 2016 tuvo su estreno en la playa de la Concha, con 105 compañías de tamborrada. Las agrupaciones amontonaron 6.500 personas vestidas con trajes de la época napoleónica.
Una ceremonia más grande se celebró en la noche, desde el Puente de la Convivencia. Allí asistieron cerca de 40.000 personas.
La ceremonia tuvo un presupuesto de 660.000 euros ($ 735.042). Durante el evento se presentó un juego de luces y sonidos, al son del tema ‘Baga Biga Higa’ del desaparecido músico local Mikel Laboa.
El proyecto de San Sebastián como ciudad cultural parte del principio de convivencia ciudadana. Su programa señala: “Nuestro proyecto promueve la cultura para convivir.
Para conseguirlo, queremos hacer de la convivencia un reto colectivo en el cual implicar a toda la ciudadanía”. Consideran a la cultura como una herramienta para hacerlo más fácil.