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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Chespirito, un culto a los estereotipos

Chespirito con sus personajes cómicos eclipsó al mundo entero.
Chespirito con sus personajes cómicos eclipsó al mundo entero.

No hay mexicano viviendo en el extranjero que se salve de comentarios alusivos a El Chavo del 8 cuando su interlocutor de turno se entera de su nacionalidad. Y los motivos de esa charla, que los mexicanos siembre vislumbran, sobran. El Chavo del 8, creado en 1971, ha sido traducido a más de 50 idiomas y ha estado en la pantalla chica por más de 40 años, logrando así franquear fronteras y trascender en el tiempo. 

En Italia o en Rusia, en 1975 o en 2000, El Chavo fue el señuelo para que la familia entera se reuniera en torno a un televisor y se conmoviera de su orfandad o se riera de su inocencia. Pero no se puede hablar de El Chavo del 8 sin mencionar a su creador, el señor Roberto Gómez Bolaños, guionista, productor, compositor, dibujante, actor...

Adoptó el sobrenombre de Chespirito cuando su carrera estaba en ciernes y su jefe, un productor exitoso, le endilgó el título del Shakespeare mexicano debido a su talento para escribir guiones. Fiel a México, cuyo dígrafo coloquial inmanente a su lengua es la CH, torció el nombre del escritor inglés y se rebautizó como CHespirito.

La media hora que le dieron en un canal de televisión en el que fue contratado para que hiciera lo que deseara no le bastaba al cabo de un año, por eso le dieron 30 minutos más, pero el éxito de sus personajes (creó El Chapulín Colorado un año después) desbordaba las pantallas, así fue que partió del canal 8 de México después de 3 años y se internó en el canal de Las Estrellas.

De allí en adelante todo fue aplausos, trabajo y más éxitos, y donde hay estas dos variables suele haber dinero, uno de los cebos más poderosos para que las demandas lluevan, por consiguiente, se adelantó y se hizo con los derechos no solo de sus personajes sino también con los de sus actores y por esa causa se enemistó con algunos de ellos, como María Antonieta de las Nieves (La Chilindrina) y Roberto Villagrán (Quico).



Como todo personaje pletórico de fama no estuvo exento de polémicas, como el haber criticado El Guernica (obra cumbre de Picasso), diciendo que le parecía una caricatura; o apoyando al PAN  (Partido Acción Nacional), a través de spots publicitarios; o visitando Chile en tiempos en que era gobernado por el dictador Pinochet.

"Yo no viajo por los políticos, viajo por la gente", se defendió ante los reproches. Y esa gente, su sempiterna fanaticada, lamentó su muerte el 28 de noviembre de 2014. Grandes y chicos veían El Chavo del 8 porque el poder de convocatoria de sus personajes no se circunscribía a una sola generación y quizá sea esa simbiosis el motivo del éxito de cada uno de los capítulos que libreteó: niños y adultos frente a un televisor viendo a adultos-niños convirtiéndose en niños-adultos.

Aunque su comedia fuera simplista y monótona no utilizó el manido recurso del doble sentido para hacer reír, particularidad que en Latinoamérica es muy habitual, sin embargo, los estereotipos de los que hasta hace poco no eran conscientes los televidentes atraviesan los vínculos entre sus personajes. El petimetre Quico ufanándose de sus lindos juguetes; la arrogante doña Florinda basureando a sus menesterosos vecinos, el inefable don Ramón golpeando a un niño y el propio Chavo burlándose de la obesidad de Ñoño.

En resumen, una oda al bullying y al clasismo, todo eso sazonado con cachetadas, cocachos y pellizcos.

Así se han ido desdibujando los personajes de El Chavo, por eso no sorprende que haya voces encontradas que festejen o lamenten la salida de la pantalla chica de Chespirito luego de que las negociaciones entre Roberto Gómez Fernández, dueño de sus derechos, y un canal de televisión no prosperaran.

A estas alturas, que El Chavo del 8 salga de la televisión solo puede arruinar al propietario de los derechos de Chespirito, a nadie más, eso sí, no debe desconocerse el talento de Roberto Gómez Bolaños, visto bajo la lupa de los años 70 y 80.

Chespirito se va de la televisión y con ello una parte de la niñez de su audiencia porque será imposible evitar la nostalgia que supone el saber que ya ni por accidente se escucharán esos acordes del intro de El Chavo del 8 (oh, oh, oh, oh, La Marcha Turca) que evocan la voz de nuestras madres diciendo: "ya está la merienda, ven a comer". (I)      

El mundo ya no verá el legado de Roberto Gómez Bolaños




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