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El actor y guionista falleció a los 85 años

Adiós, genio del humor (Infografía)

Adiós, genio del humor (Infografía)
29 de noviembre de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Roberto Gómez Bolaños pasó por la facultad de ingeniería, las canchas de fútbol, el servicio militar y el ring antes de escribir su primer guión y convertirse en un hito de la comedia mundial. Su destino estaba en los escenarios. Su convicción era conmover al público.

Bajo el seudónimo de Chespirito, un derivado del dramaturgo inglés Shakespeare, moldeó la inocencia del Chavo del 8, la nobleza del Chapulín Colorado, las contrariedades del Dr. Chapatín y la torpeza de un noble ladrón como el Chómpiras.

La tarde del viernes 28 de noviembre los personajes perdieron a su autor. Roberto Gómez Bolaños murió en Cancún, a los 85 años. Desde entonces la astucia del ‘supercomediante’ envuelve de nostalgia a Hispanoamérica que no para de repetir las frases de sus diferentes personajes. Nos las grabó en el inconsciente ‘sin querer queriendo’, diría el Chavo.

Roberto Gómez Bolaños nació el 21 de febrero de 1929 en México, Distrito Federal. Fue hijo de una secretaria bilingüe y un ilustrador que lo dejó huérfano. Su carrera como comediante inició a finales de la década del 60 cuando acudió a un casting para radio, pero como la fila era demasiado larga se fue a la que no tendría que esperar tanto. Era la de guionistas.

Su primer programa al aire fue ‘Los Supergenios de la Mesa Cuadrada’, una suerte de tertulia en la que compartía mesa con María Antonieta de las Nieves (más conocida como La Chilindrina), Rubén Aguirre (El profesor Jirafales) y Ramón Valdés (Don Ramón). Los televidentes enviaban preguntas de actualidad y los ponientes respondían de manera absurda. “Problema discutido, problema resolvido”.  

El éxito fue tal que el programa se alargó a una hora, por decisión de los productores, convirtiéndose en una serie de sketchs en la que surgen personajes como el Chapulín Colorado y el Chavo del Ocho.

Desde entonces los televidentes latinoamericanos en su diversidad de jergas, acentos y tradiciones tienen como figura común las historias de Chespirito.

Roberto Gómez Bolaños es más que la figura detrás de los 60 puntos de rating que alcanzó en la televisión mexicana y los 50 idiomas a los que llegó a ser visto en los países de China, Japón, Corea, Tailandia, Marruecos, Grecia y Angola. Actualmente, el programa se exhibe en 20 países, incluyendo China, Rusia, India e Italia.

Desde 2009 arrastraba problemas de salud que derivaban en una histeria colectiva a través de las redes sociales ‘Murió Chespirito’. Se repitieron hasta que no fue más una simple alerta. En ese año, el comediante presentó un problema en la próstata que pudo resolverse con una intervención quirúrgica.

Luego presentó problemas respiratorios que propiciaron su mudanza a Cancún donde dejaría de utilizar un tanque de oxígeno.

En 2012 aparece en el homenaje que le organiza el canal de televisión Televisa, donde sembró su fama, se lo ve en una silla de ruedas. El actor y creador del Chapulín ya no saltaba por su astucia. “Estoy destrozado. Se nos fue el mejor escritor de comedia mexicana en los últimos 100 años. Se fue un hermano”, dijo Rubén Aguirre, el famoso Profesor Jirafales, en Twitter.

Chespirito es nuestro Shakespeare. En lugar de la tragedia es la ironía y el humor universal. El único que además de hacer reír era capaz de escribir una historia triste. Hoy todos recuerdan el día que el entusiasmo no le alcanzó al Chavo para viajar a Acapulco con toda la vecindad. Y entonces vuelve a sonar la marcha de Beethoven, que abría su programa con otra historia.

La historia de Chespirito se inunda de testimonios que invaden un poco de alegría al mundo y lo despiden haciéndolo sentir que valió la pena el esfuerzo de tantos años. Que lo sigan los buenos.

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