A fines de diciembre, el centro de Santiago se teñirá con un espectáculo que contará con una figura gigante de Pablo Neruda de nada menos que 22 metros de largo por 4 de ancho, en un carnaval que también tendrá libros, mariposas, mascarones de proa y otros objetos que coleccionaba el poeta chileno en un acto que lleva por nombre ‘Neruda viene volando’. La idea es recordar los hitos de la vida del Nobel de Literatura chileno y se esperan más de 20 mil asistentes.

Pero en contraposición, se ha reflotado en Chile la tesis de que Neruda no murió a causa de un cáncer a la próstata el 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe militar, sino que habría sido envenenado por el nuevo régimen dirigido por Augusto Pinochet. Esa es la hipótesis, basada en una serie de documentos oficiales, esgrimida en una nueva biografía sobre el poeta que lleva por título Neruda, el príncipe de los poetas, escrita por el historiador español Mario Amorós.

El libro de Amorós ha generado gran revuelo desde Chile hasta España, ya que contiene información sobre la investigación que lleva a cabo el juez Mario Carroza tras una querella presentada por el Partido Comunista en 2011. El PC chileno apunta a la intervención de terceros en la muerte del chileno más famoso, ocurrida en la clínica Santa María de Santiago.

La biografía incluye parte de un documento del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior. Este informe reconoce por primera vez que “resulta claramente posible y altamente probable la intervención de terceros en la muerte de Pablo Neruda. Se habría detectado una bacteria ajena al cáncer, un microorganismo altamente tóxico”. En 2013, el entonces director del Servicio Médico Legal de Chile, Patricio Bustos, reveló los resultados de los exámenes toxicológicos realizados en Estados Unidos y España que descartaron un envenenamiento. Pero Rodolfo Reyes, sobrino del poeta, insistió en que aquello no era así y siguió adelante con su teoría sobre la intervención de terceras personas.

En el informe del Gobierno chileno, incluido en la nueva biografía, se sostiene que “al poeta se le inyectó un calmante, que le produjo el paro cardíaco que sería la causa de su muerte. Lo que se sabe es que el estado de salud de Pablo Neruda empeoró rápidamente desde esa inyección y que su muerte se habría producido tan solo seis horas y 30 minutos después de la misma”.

Su sobrino ha dicho que está a la espera del resultado de una última prueba científica revelada en mayo. “Se trata de una bacteria, el germen del estafilococo dorado, hallado en el cuerpo del poeta. Todavía estoy recogiendo antecedentes. Ese germen de esa bacteria no existía entonces en Chile”. Rodolfo Reyes piensa que el régimen militar apuró la muerte del poeta porque él viajaría a México y se transformaría en uno de los principales opositores a la dictadura en el extranjero. Amorós plantea que Matilde Urrutia, la entonces esposa de Neruda, estaba segura de que el cáncer del poeta estaba controlado y que por esos días de septiembre de 1973 escribía muchísimo. (I)