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A Shakespeare la literatura, lo que al maestro Guevara la música

A Shakespeare la literatura, lo que al maestro Guevara la música
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20 de septiembre de 2020 - 11:17 - Isabel Hungría

La limpieza del conservatorio estaba en manos de su padre cuando él era niño, de ahí que no creciera jugando con pelotas o aviones sino con sonajeros propios: el piano, el oboe, el violín, artilugios que se convertirían poco tiempo después, junto a su talento, en su ritmo cardíaco.

Así inició su vida musical, dentro de un conservatorio, y en 1959, a sus 29 años, consiguió una beca de la Unesco para estudiar composición en la École Normale de Musique de París, en donde se graduó como director de orquesta.

Estudió además musicología en la Universidad de La Sorbonne (vivió en París durante doce años), y ha sido rector del conservatorio y director de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador, pero la vida de Luis Gerardo Guevara, quien nació en Quito el 23 de septiembre de 1930, está atravesada sobre todo por la creación.

Nadie como él ha sabido conjugar el verbo crear: lo ha hecho en pretérito, en presente indicativo y en futuro porque no ha dejado de imaginar, concebir y alumbrar a lo largo de 70 años, de modo que hoy su legado es incuantificable.

Obras de su factura son: "Inspiración para piano" (1950); "Despedida" (1957); "Apamuy Shungo para piano" (1958); "Yaguar shungo ballet para orquesta sinfónica, coro y recitantes" (1958); "Geografía para barítono y piano" (textos de Jorge Enrique Adoum, 1960); "Tierras para barítono y piano" (texto de Jorge Carrera Andrade, 1960); "Primer Cuarteto de Cuerdas" (1960); "Tres preludios para piano: Recitativo, Albazo y Sanjuanito" (1963); "Atahualpa para coro" (1965); "Indios para coro" (1965); "Se va con algo mío", pasillo (1967); "Ecuador, suite orquestal" (1972); "Suite Ecuatoriana para flauta y orquesta" (dedicada a James Strauss, 2016), etc.


Su mente, sus manos y sus pulmones, sin embargo, no se han ceñido exclusivamente a la producción musical sino también a la invención e innovación porque gracias a sus oficios existe la Sociedad de Autores y Compositores del Ecuador (Sayce), gremio que agrupa a todos los músicos del país.


"No hay manera de que un músico académico en cualquiera de sus dimensiones se forme en Ecuador sin conocer la obra del maestro Luis Gerardo Guevara, lo que revela su importancia no solamente en lo compositivo sino también en lo político musical;  el maestro ha tenido un papel trascendental en este siglo y en el anterior", dice de él el doctor Hernán Vásquez, director ejecutivo de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador.

El maestro Guevara tiene en su haber importantísimas obras, sinfónicas y corales, piezas que a lo largo de varias décadas han deleitado oídos que se decantan por lo clásico pero también por lo popular, de manera que su público es diverso, heterogéneo, ecuménico.

Ha trabajado ampliamente en la música coral, así como también en la sinfónica y en la de cámara, ampliando distancia insondable con el resto de músicos contemporáneos.

Gustav Mahler, Tchaikovsky, Shostakovich y Beethoven, por citar cuatro ejemplos universales, hicieron música de cámara, "un género complicadísimo", explica el doctor Vásquez, y en este ámbito "el maestro tiene los Divertimentos para cuartetos de cuerdas con una significación importante, además de la connotación académica bastante elaborada compositiva y formalmente hablando".

"Apamuy shungo", los yumbos y "Despedida" son las piezas más icónicas del maestro Guevara, composiciones que retratan la vena nacionalista, en el buen sentido, que lleva consigo.

Esa mirada introspectiva que lo llevó a hurgar en lo nacional, en lo ecuatoriano, se la debe a Nadia Boulanger, su maestra en composición en Francia quien repetía hasta la fatiga a sus jóvenes pupilos: no imiten a Mozart, tengan su sello propio, hagan historia. Y así lo hizo, al igual que Astor Piazzolla, quien revolucionó el tango y fue otro alumno de Boulanger.

Pero Ecuador tiene en el maestro Guevara no solo a un pianista con más de cuatro decenas de composiciones sino fuerza orquestal (por los ritmos ancestrales), ritmos corales y lengua nativa (quichua). Apamuy Shungo, su obra más emblemática, se erige como pieza insustituible, aun cuando el repertorio del maestro Guevara sea inmensamente rico y apetecido en todos los ámbitos: coral, cameral, sinfónico y en la música popular.




Ecuánime, tranquilo y firme, ha sido un hombre metódico y obcecadamente trabajador (su obra habla por él), por eso todavía sigue creando (está trabajando en un Opus), a pesar del serio problema de salud que lo aquejó hace algunos años, mal que pudo revertir para seguir haciendo música porque sus cualidades intelectuales y cognitivas están en buen estado.

"No se puede prescindir de su obra. Shakespeare a la literatura, lo que Guevara a la música", dice convencido su exalumno con inocultables admiración, pasión y cariño, tres elementos trasegados a todos los músicos ecuatorianos que ensayan con afán a diario, a pesar de la inoportuna pandemia, para homenajear al maestro de los maestros que este 23 de septiembre cumplirá, "gracias a dios", 90 años.   

 





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