Censura al mural “El Amor no tiene género” derivará en un beso colectivo
Hasta el mediodía del viernes 5 de julio, al menos dos personas vestidas con overoles azules borraron con pintura blanca el mural del barrio Bellavista –que tenía a tres parejas diversas sobre un fondo blanco–.
La madrugada del miércoles 4 de julio, amaneció tachado sobre el par de mujeres y hombres que se besan. La pareja del medio, la única heterosexual, permanecía como su autor la dejó el lunes 1 de julio, luego de que miembros de la Policía Nacional le impidiera terminar la obra luego de cuatro horas de trabajo (le faltaban dos más para terminar).
La mañana del 5 de julio, Apitatán hizo una fotografía del mural. “Pero ya había visto que estaban fondeando y tenían los materiales para pintar todo de blanco. (...) Es un absurdo porque esa pared, en ese lugar, no va a permanecer en blanco, siempre se llena de grafitis”, dijo el artista urbano a este diario.
“Sospechamos que esto tiene que ver con los moradores de los edificios de abajo, que tienen sus propios administradores”, señaló el Presidente del Barrio Bellavista, Francisco Ulcuango, quien autorizó al autor del mural, Juan Sebastián Aguirre (Apitatán), que interviniera. “Lo que hicieron ayer (miércoles), en cambio, es bandalismo”, dijo el morador.
“El día que pintaron el mural, estuvimos ahí Apitatán y cinco chicos más”, cuenta Ulcuango. “Entonces llegaron nueve policías en un patrullero y dos motorizados además de otra camioneta”, la de la Agencia Metropolitana de Control (AMC). “Ahora, que tacharon el muro, no aparecen las autoridades”, se han quejado varios vecinos.
El presidente del barrio –quien trabaja en coordinación con un síndico, vicepresidente, tesorero y cuatro vocales– averiguó que en las casas aledañas sí había un propietario del terreno cercado donde está el mural, pero no obtuvo respuesta. En la localidad cercana a la Iglesia Nuestra Señora de Fátima, los moradores coinciden en que se trata de una propiedad abandonada.
El lote donde está el mural pertenece a Financoop y que ha estado descuidado por casi dos décadas. La AMC informó que el encargado de definir el destino de la pared será el dueño del predio, porque se trata de una propiedad privada. Pero mientras se define a quién pertenece, ya se ha anunciado la realización de un “Besatón por el arte” (un plantón en que distintas parejas se besen frente a la obra inacabada), el sábado 13 de julio.
El lunes 1 de julio, miembros de la Policía no permitieron al artista terminar la obra. Pese a esto, ya se podía observar a parejas homosexuales besándose.
Organizado por el colectivo El Punto –que participó en las marchas por el orgullo GLBTI– el aviso sobre este evento se hizo público a través de la plataforma Facebook, y allí se indica que la “besada pública” será “para defender el arte, el amor y la diversidad”.
Apitatán afirmó que “estaría dispuesto a pintar otra obra similar a esta en un espacio más grande, igual de visible y para el cual tengamos permiso, sin correr este riesgo, de que lo tapen”. El artista invirtió $ 500 en la obra y tanto vecinos como activistas están buscando financiamiento para realizar una nueva, también en el espacio público.
El miércoles 3 de julio, Aguirre le indicó a este diario que temía terminar el mural titulado “El Amor no tiene género” porque había recibido amenazas a través de redes sociales y para evitar que la policía vuelva a querer detenerlo al pedirle permisos municipales para crear.
Ahora piensa que esta semana “se ha hecho explícito que Quito es una ciudad en la que no hay espacio para este tipo de intervenciones, lo cual es una pena”
No ha habido quejas formales
A través de un chat comunitario, esta semana le avisaron a Ulcuango que había una persona que presentaría su inconformidad con el mural, el mediodía del 2 de julio, pero nadie se presentó a la cita.
Han aparecido mensajes de odio y críticas en diversas plataformas digitales, pero este diario constató ayer que no todos los moradores del sector están descontentos con la obra de Apitatán.
El gestor cultural Daniel Rivera, por ejemplo, contó que esperaba que el mural se termine luego de verlo mientras paseaba a su mascota, el lunes pasado.
Después de residir toda su vida en Bellavista (tiene 31 años), Rivera considera que los tachones “no son algo aleatorio”, como los grafitis que suelen aparecer en el lugar. “Me parece algo grave porque es la primera vez que se aborda el amor en una de las paredes del barrio”. (I)