Las mujeres necesitan contar sus propias historias en cine
Clotilde Richalet es una fotógrafa de la alfombra roja. Desde hace 14 años trabaja en el servicio de prensa del Festival de Cine de Cannes, uno de los más importantes de Europa y del mundo. Ahí llegó por un intercambio estudiantil en 2002.
“Somos cinco fotógrafos oficiales. Hacemos protocolo, alfombra roja, conferencias de prensa y damos cobertura a todo el festival”, señaló a este diario en Quito, donde inauguró en la N24 Galería, de La Floresta, su más reciente proyecto artístico, en el contexto del Equis Festival de Cine Feminista realizado hasta el 1 de diciembre.
En Cannes no se puede interactuar con los artistas o saber cómo piensan, mucho menos para una selfie. “No tengo tiempo de hablar con las personas, es un sistema estricto, como si fuera militar. Vemos los artistas, hacemos las fotos y seguimos nuestro trabajo, porque tienen actividades continuas”.
En su búsqueda de un intercambio con el ser humano a través de su arte, esta fotógrafa francesa nacida en 1980 recorrió varios países de Asia para retratar a mujeres de ese continente. Pero la diferencia idiomática fue un obstáculo. Por eso se limitó a hacerles fotos en las calles.
Su interés por la temática femenina y el cine no había sido satisfecho del todo en este punto. “Me interesa entender la posición de la mujer en este continente, en particular desde el cine”.
En su opinión, las mujeres deben ser tomadas en cuenta en esta industria porque su sensibilidad es diferente a la del hombre. “Las mujeres necesitan contar sus propias historias”, asegura la artista. También es del criterio que, en un momento dado, la maternidad influye en el tema de paridad en este ámbito a nivel regional.
La cineasta ecuatoriana Gabriela Calvache fue una de sus protagonistas. Foto: Cortesía
Con esos preceptos, toma la decisión de viajar al festival Bogotá Audiovisual Market (BAM), en Colombia, con la motivación de que en Cannes, en 2018, protestaron 82 mujeres en la alfombra roja por la justicia y contra la desigualdad en la industria cinematográfica mundial.
Cate Blanchett, presidenta del jurado ese año, junto a Ava DuVernay, Lea Seydoux y la cantante Khadja Nin, encabezaron esta manifestación silenciosa antes del estreno de Girls of the Sun, de Eva Husson (1977, Francia).
El 82 evidenciaba el número de las mujeres directoras seleccionadas en la competencia oficial desde el inicio del Festival de Cine de Cannes en 72 años, en comparación con 1.645 películas hechas por hombres en el mismo período.
En 70 años de historia del Festival de Cannes, solo una mujer había ganado la Palma de Oro, el mayor premio de este certamen, en 1993. Jane Champion, directora de The Piano Lesson, tuvo que compartir el galardón con el director chino Chen Kaige.
Fue así como surge en Clotilde Richalet la idea de viajar por 10 países de América, para hacer su proyecto 82 Women by a Woman: Portraits of South American Cinema (82 mujeres por una mujer: retratos del cine sudamericano). “Como mujer y como fotógrafa sentí la necesidad de hablar sobre este problema”.
Entonces contactó a Claudia Triana, directora del BAM, quien la ayudó a encontrar a las primeras realizadoras. Luego fue tejiendo una red que alcanza hasta ahora a más de 320, desde maquillistas, directoras de arte, guionistas, productoras, actrices, luminotécnicas, hasta directoras de filmes o de festivales.
Su esposo le acompañó en esta aventura, que logró completar tras un viaje por la carretera Panamericana desde junio de 2018. El recorrido se prolongó durante 9 meses desde Seattle hasta Ushuaia. Pudo tomarse tiempo para contactar a sus protagonistas y conversar con ellas como mínimo media hora, con su fiel compañera.
“Me fui con mi cámara Fujifilm xt2, que es una cámara digital robusta y también ligera, perfecta para el viaje, y con objetivos luminosos de alta calidad”.
En Ecuador pudo retratar a una treintena de mujeres de cine. Dice que casi todas accedieron a que ella las inmortalizara y solo unas pocas se disculparon porque estaban fuera de su país o en medio de un rodaje.
Esta exposición, la quinta personal en su carrera, ha sido “mucho más profunda”. Ha podido hablar con estas mujeres en cafés o restaurantes. Luego hacerles las fotos en una sesión rápida y discreta, para capturar su esencia tras el intercambio verbal.
“Ellas escogían cómo se ponían; si había una silla se sentaban, o veíamos si podían poner una mano de una u otra manera, pero procuramos que fuera bastante natural”, señaló la artista.
Sus fotografías desnudan el alma de estas mujeres de cine. No aparecen en poses fabricadas ni con maquillajes o peinados suntuosos, pero la postura, sus manos y sus miradas transmiten un mensaje al público.
El milagro se completa con las frases que cada una escribió para acompañar su retrato. “En cada foto hay como una conexión con una historia personal, con un texto anexo donde se puede saber qué piensa cada una”, apunta Clotilde Richalet.
Ella quiere exponer sus fotos por el mundo y hacer un libro con las imágenes y el texto de las entrevistas. Con ello ayudará a evidenciar las luchas feministas para emanciparse también desde el mundo del celuloide en muchos países de la región. (I)