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La autora dice que disfruta del vínculo entre los libros y el mundo de los niños

Mónica Varea: “Más importante que generar clientes es formar lectores”

Mónica Varea en Rayuela, ubicada en Germán Alemán y Juan Ramírez (El Batán). Foto: Fernando Sandoval│El Telégrafo
Mónica Varea en Rayuela, ubicada en Germán Alemán y Juan Ramírez (El Batán). Foto: Fernando Sandoval│El Telégrafo
07 de mayo de 2014 - 00:00 - Carla Badillo Coronado

A diferencia de otras librerías que nacieron con un plan de funcionamiento, Rayuela surgió de una serie de azares y contratiempos. Ahora es un lugar de referencia para la buena literatura, y es la razón de ser de su librera, Mónica Varea (Latacunga, 1958) dedicada 24 años a los libros.

Varea era abogada. “Mis horarios eran un caos y tenía gastritis”, dice. Por su salud dejó el oficio y fue a trabajar en Librimundi, de Enrique Grosse. Él decía que quien entra al mundo de los libros se vuelve un poco loco, pero se queda. “Y tuvo razón”, apunta Mónica, que estuvo allí por años y aprendió el oficio. Luego pasó por otras librerías y tuvo mentores como Edgar Freire, destacado en este ámbito. En 1996 montó su propio negocio: Servicios Libreros.

Un nombre para jugar

Al inicio, Rayuela se llamaba Servicios Libreros y fue nombrado por un funcionario del Servicio de Rentas Internas (SRI). “Yo fui sin nada preparado y el señor -que estaba apurado y molesto- me preguntó qué mismo era lo que iba a vender; le dije que libros, y él dijo ‘ya pues, Servicios Libreros, entonces’. Y así se quedó”.

Hace 7 años decidió renombrarlo. Pese a que el negocio tenía años, seguía siendo un nombre genérico. “Decidimos llamarla Rayuela, por tratarse de un juego que se practica en todo el mundo (y queríamos hacer énfasis en la literatura infantil), y como un homenaje a Cortázar”.

Tiene unos 28.000 libros con una amplia gama de secciones y géneros, aunque las Ciencias Humanas son las que definen su línea. “La librería se fue perfilando sola, por la demanda de nuestros clientes. Nuestro fuerte es la Filosofía del arte, la Sociología, la Educación y en general todo lo que tiene que ver con Ensayo”.

Entre los libros más raros que le han pedido hay uno de fascismo esotérico de Miguel Serrano. “Eso de plano no vendo. Hay que ser coherente con los lectores que deseas tener. No vendo libros de extrema derecha. No puedo hacer apología de algo en lo que no creo”, dice.

Escritora infantil

Mónica ha escrito varios títulos de literatura infantil, pues asegura disfrutar del vínculo entre los libros y el mundo de los niños. La sección de literatura infantil es de las más nutridas en Rayuela. Cuenta que parte de sus satisfacciones como librera ha sido ver a muchos niños crecer como lectores.

Recuerda a Joaquín, un niño de 8 años que había ido con su madre a la librería. “Cuando se iban él pidió que le compraran un libro, El ratón de Biblioteca, pero no lo hicieron. Unos días después era su cumpleaños; su padre vino a ver el libro, pero no lo hallamos. Luego trajeron de nuevo a Joaquín, quien fue corriendo y lo sacó debajo del sofá. Lo había escondido para que nadie se lo llevara”.

Mañas inocentes que también tienen sus clientes adultos. “Me dejan el marca páginas en la hoja donde se quedaron para continuar la próxima visita (risas). Yo los dejo. Más importante que generar clientes es formar lectores. Yo sé que algún rato, de tanto leer, terminarán comprándome algún libro”.

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Dejó la abogacía por la literatura. Hoy dirige la librería quiteña Rayuela, que su amiga Soledad Córdova, escritora también, suele decir es “la Casa de la Cultura núcleo del Megamaxi”. Lleva más de 40 años de matrimonio y tiene dos hijas que viven fuera del país.

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