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Entrevista / wladimir chávez / escritor, docente en noruega y becario senescyt en estados unidos

Los premios literarios son un buen vehículo para mostrar tu trabajo

Foto: Archivo / El Telégrafo
Foto: Archivo / El Telégrafo
23 de octubre de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

En 2001 Wladimir Chávez (Quito, 1977) inició una migración académica. Luego de culminar su licenciatura en la Universidad Católica de Quito, ha estudiado en Bergen (Noruega), Árhus (Dinamarca) y Newcastle (Inglaterra). Actualmente es becario Senescyt en la Maestría de Literatura Creativa en Español en New York University y mantiene su espacio como profesor en la Universidad Regional de Østfold (Noruega).

Desde la distancia, ganó el Premio del Gobierno de Pichincha de Cuento por los cinco cuentos que reúne en El corazón del silencio. En todos aparece de alguna forma un ecuatoriano junto a un extranjero.

Los lugares de los relatos son Noruega, Guayaquil, Londres, un lugar que parece Ecuador y Madrid. De alguna forma aparecen ecuatorianos, unos más claros que otros.

Según el autor, cada uno de estos cuentos son de una u otra forma autobiográficos, con gente en constante persecución de un objetivo. Desde su proceso migratorio ha ganado y quedado como finalista en otros dos concursos de literatura de habla hispana. Uno en Gijón, otro en México. Europa, dice, es un buen espacio para publicaciones académicas y los premios de habla hispana con la guía de estudios en Estados Unidos, un vehículo para la publicación.

¿Hay algún tipo de reconocimiento a la literatura ecuatoriana en Noruega?

Creo que somos invisibles. Eso no es una novedad para nadie. Acá en Noruega existen solo dos textos traducidos: La entundada de Adalberto Ortiz y El Cholo que se vengó de Demetrio Aguilera Malta. Están en una colección de literatura latinoamericana. Creo que debemos mostrar lo que se está haciendo en Ecuador en los últimos años. En literatura es interesante, más que nada en narrativa. Es una pena que no estén traducidas. Si no están traducidas, son inexistentes.

¿Por qué?

Hay una serie de actores que son injustamente ignorados por la crítica, uno de ellos es César Chávez (Tulcán, 1970) que publicó una colección de cuentos que se llama Herir la perfección. Otro autor es Ana Estrella que ganó el premio Aurelio Espinosa Pólit (con el libro La curiosidad mató al alemán), que a mi modo de ver es el premio más prestigioso en el país, pero entiendo de la última colección se imprimieron solo 250 ejemplares. Un libro de esta calidad, que se puede encontrar en un solo lugar en el mundo, que es en una oficina del centro cultural de la Universidad Católica, no tiene mucho sentido. Está claro por qué somos invisibles aunque podamos hacer cosas interesantes.

Sus clases tienen un enfoque en la migración y toma el caso de Ecuador ¿esta temática se vuelve un lugar común para hablar de literatura latinoamericana?

Exactamente. Ha sido un tópico muy actual. En el caso latinoamericano aún está esa idea romántica de lo que ocurrió con el boom y de todos aquellos escritores que vivieron en París. Hay cosas muy interesantes que ocurren ahora. Me interesan mucho los planteamientos en ciencia ficción de Santiago Páez. No es que este género tenga una gran tradición en la literatura ecuatoriana, pero lo que él ha hecho en el campo tiene mucha relevancia.

¿En ese contexto también se reducen las posibilidades de publicar desde Europa y decide participar en concursos para publicar en un circuito más cercano a Ecuador?

Creo que llega un momento en el que tienes que mostrar tu trabajo y para eso, los premios literarios son un buen vehículo. A mí me ha hecho bastante bien vivir en Europa para mis publicaciones académicas y vivir en Estados Unidos para mis publicaciones literarias. En ese país cuando estudias tienes profesores como Sergio Chejfec que publica para Alfaguara o como Antonio Muñoz Molina Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013. Creas una red de contactos que de pronto te pueden echar un cable no solo en la publicación sino en el mismo proceso de escritura. Estás también rodeado de gente de América Latina que está dispuesta a echarte un cable cuando necesites. Es el tipo de atmósfera que puede ayudar a que se cree y dé a conocer una creación.

¿Cree que los premios que se reconocen de forma masiva en América Latina responden a cierta tendencia, al menos con las editoriales grandes?

Daría la impresión que sí. Hace un tiempo que no leo textos premiados de las dos grandes editoriales españolas, porque me parece que hay que enfocarse en otro lado. Me parece que ciertos textos que son grandemente promocionados no tienen demasiado que ofrecer sobre temas básicos y hay que voltear la vista hacia los clásicos y a aquellos que llevan años escribiendo y, de manera sostenida, parece que están más cerca de lo que a mí me interesa como literatura. (I)

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