¿La lectura hace a las personas más empáticas?
Muchas obras de ficción literaria marcan la vida de las personas. La historia del protagonista de La Metamorfosis, del escritor Franz Kafka, es una de ellas.
La minuciosa descripción que hace el autor provoca aversión y asco ante la transformación física y psicológica de su personaje principal.
“Cuando Gregorio Samsa despertó aquella mañana, luego de un sueño agitado, se encontró en su cama convertido en un insecto monstruoso (...) vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas durezas, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha”.
Raymond Mar, doctor en Psicología de la Universidad de York, Canadá, investiga desde 2006 la sensación de experimentar lo que sienten los personajes al leer una historia de ficción.
Su colega Keith Oatley, profesor de Psicología Cognitiva de la Universidad de Toronto, en Canadá, alega que cuando se lee y se siente empatía con personajes de ficción, se puede entender mejor a las personas.
“Puede que nunca sepamos cómo es vivir como un discapacitado, pero podríamos acercarnos a esa experiencia si leemos un relato muy bien escrito que nos pone en el lugar de la persona que lo está viviendo”, dijo Oatley.
En 2011, una encuesta realizada a mil personas, elaborada por David Comer Kidd y Emanuel Castana, del New School for Social Research de Nueva York, corroboró el análisis de Mar y Oatley.
La revista Science publicó un artículo cuya conclusión era que la lectura de obras de ficción mejoraba la habilidad para comprender los estados mentales de otras personas.
En 2013, Gregory Currie, profesor de Filosofía de la Universidad de Nottingham, manifestó en una columna de opinión que esta tesis carecía de evidencias.
Desde entonces, sigue en debate la teoría sobre si la lectura hace más empáticas a las personas.
El poder de los libros
La escritora cuencana Juana Neira sí cree que la lectura es una herramienta fundamental para ser mejores seres humanos.
Como miembro de Girándula, Asociación Ecuatoriana del Libro Infantil y Juvenil, certifica que hay marcadas diferencias entre los infantes que tienen el hábito de leer frente a quienes no lo tienen.
“Tú notas su actitud y su conversación frente a los distintos estímulos, específicamente la literatura; la lectura te hace un ser humano muy distinto”, confirma.
Sugiere que los nuevos escritores deben abordar temas atractivos para niños y jóvenes, y manejar un lenguaje distinto al que se usaba hace cinco décadas.
“Hay que apuntar a la literatura infantil porque considero que los lectores más importantes son los niños y los jóvenes”, asegura.
María Elena Pogo, directora del programa Sueños de papel, de la Casa de la Cultura del Guayas, dice estar en desacuerdo con el argumento.
“Nosotros tomamos la decisión de ser buenos o malos, y a medida que leemos nos sensibilizamos, lo que a veces nos permite descubrir, en algunas lecturas, cosas que desconocíamos”, opina.
De los libros que ha leído destaca el tema del Holocausto por su impacto.
“Recuerdo a Hitler, quien leía mucho, y me pregunto: ¿eso lo hizo bueno o malo? No lo sé”, cuestiona la gestora.
El director teatral Jaime Tamariz sostiene que uno de los principales objetivos y funciones sociales del arte es humanizar, como un proceso de acercamiento, encuentro e interés por las personas.
“Los libros sí humanizan si están escritos justamente tratando de acercarse al misterio humano, que es lo que de alguna forma tratan de exponer”, piensa el productor.
Él valora la capacidad sorpresiva que crean las historias, porque muestran la vulnerabilidad del ser humano.
En cambio, la narradora de cuentos Ángela Arboleda piensa que el asunto está en el modo en que se lee, en el tema de interés y en cómo esa lectura se potencia en la vida cotidiana.
“A lo largo de la historia hemos comprobado que quienes dominan el lenguaje y las palabras han sido capaces de dominar el mundo y estos no necesariamente son mejores personas”, reflexiona.
Cita como ejemplo la Biblia, uno de los libros “más prestigiosos y bellos de la historia”, pero así también “ha dado pie a las guerras más horrorosas”.
El escritor cuencano Carlos Vásconez cree que un libro sirve para que las personas encuentren en su interior las respuestas a sus interrogantes de vida.
“La lectura nos enriquece para poder comprender al prójimo, ya que a partir de esta manera de observarnos y analizarnos, encontramos nuestros defectos y virtudes”, asegura.
En su opinión, presiente que cuando alguien abandona un libro lo hace porque hay una incomodidad personal que no termina de cuajar.
Piensa que hay personas que buscan en los libros el goce, el dolor u otro tipo de emoción, pero advierte que las sensibilidades no están encaminadas a la buena relación con otros.
“La literatura en sí no tiene un fin que no sea el estético”, sostiene Vásconez. (I)