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El Telégrafo
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La guerra civil española: un golpe de Estado a la República

La guerra civil española: un golpe de Estado a la República
21 de julio de 2013 - 00:00

“Dicen que estalló una revolución en la nación española”, así titulaba diario EL TELÉGRAFO -edición del 18 de julio de 1936- la noticia sobre la sublevación de un grupo de militares contra la España Republicana.

La escueta nota se convertiría, con el pasar de los días y meses, en noticia diaria de primera página, porque el conflicto degeneró en una guerra civil, que duró casi tres años, ante la mirada impávida de la comunidad internacional que se apresuró a crear un Comité de No Intervención conformado por 30 países comprometidos a no ayudar a ninguno de los dos bandos. Y para que se cumpla esto, británicos, franceses, alemanes e italianos vigilarían para que no entre material de guerra en España, por mar ni por tierra -se dispuso también el cierre de fronteras entre Francia y Portugal.

El alzamiento militar (apoyado por terratenientes, banqueros, empresarios y la alta jerarquía eclesiástica, es decir, por todos a quienes el nuevo régimen republicano había tocado), que estaba diseñado para ser un rápido golpe de Estado, no contó con la reacción de mujeres y hombres que se lanzaron a defender lo que la República les había dado.

Las mujeres lograron por primera vez derechos políticos y civiles (voto, divorcio, trabajo fuera de casa)

Desde 1931 España había conseguido una transición pacífica hacia la democracia. El gobierno republicano -que había heredado del antiguo régimen monárquico un país muy atrasado con una economía basada en la agricultura, una industrialización incipiente, la mitad de la población analfabeta, sobre todo mujeres, y sin derechos políticos reconocidos- se propuso cambiar las estructuras del país poniendo en marcha un ambicioso proyecto político y social, recogido en la Constitución aprobada en diciembre de 1931.

Las mujeres se convirtieron, por primera vez, en ciudadanas con derechos políticos y civiles (voto, divorcio, trabajo fuera de casa), a las regiones les fue reconocido estatuto de autonomía. Miles de campesinos sin tierra fueron reasentados en latifundios insuficientemente explotados y los trabajadores obtuvieron acceso a la seguridad social. Se estableció el matrimonio civil en igualdad de condiciones para ambos sexos. Asimismo, los hijos nacidos dentro o fuera de matrimonio pasaron a tener iguales derechos. Para suplir la falta de escuelas y docentes, el gobierno contrató miles de profesores y construyó cientos de planteles, y para garantizar la laicidad de la educación transfirió al Estado las escuelas eclesiásticas y confesionales.

Pero la República también fue un gran proyecto cultural, donde convergían desde el pensamiento de Ortega y Gasset las discusiones irreverentes en los Ateneos Libertarios -verdaderas universidades populares-; las Misiones Pedagógicas (libros, música, pintura y cine llevados hacia los sitios más remotos); las aportaciones de escritores como el poeta Federico García Lorca escenificando las obras clásicas del teatro español con su grupo Barraca; o María Moliner y Luis Cernuda, encargados de elegir los libros que formarían las bibliotecas en las escuelas de pueblos remotos.

El pacto de no intervención funcionó únicamente para el lado republicano, que contó solo con la ayuda de las brigadas internacionales y de la URSS, mientras que los sediciosos tuvieron el apoyo descarado de Italia y Alemania, con armamento y participación directa en el conflicto.

El 26 de abril de 1937 la aviación alemana atacó y bombardeó la población vasca de Guernica, destruyéndola. Este hecho, que fue inmortalizado por Picasso en su famoso cuadro homónimo, sin embargo es narrado por el periódico español el “Diario de Burgos” con palabras que alteran la verdad de lo sucedido: "Guernica está destruida. La han incendiado y la han convertido en ruinas las hordas rojas al servicio criminal de Aguirre, presidente de la República de Euskadi, que ha lanzado la infame mentira de atribuir a la heroica y noble aviación de nuestro Ejército Nacional ese crimen”.

El triunfo de las fuerzas sediciosas al mando de Francisco Franco le significó a España la destrucción de todo el esfuerzo cultural y educativo. Fueron ejecutados o destituidos por el franquismo más del 60% de los maestros y profesores. Prácticamente la totalidad de los intelectuales de la generación del 27 y los más notables científicos y artistas murieron o marcharon al exilio: figuras como García Lorca, Buñuel, Joan Miró, Cernuda, Pablo Casals, Machado, Alberti, Picasso.

En lo económico: pérdida de reservas, disminución de la población activa, la destrucción de vías y fábricas, así como de viviendas -todo lo cual provocó una disminución de la producción-. Durante los años 40 y 50 la mayoría de la población española sufrió los efectos del racionamiento y la privación de bienes de consumo.

Las consecuencias políticas fueron el final de la más importante experiencia modernizadora y democratizadora que había tenido la España contemporánea y el inicio de un larguísimo período de represión, de falta de libertad política y la supresión de derechos fundamentales de las personas.

España se cerró al mundo durante 36 años y por disposición del dictador Franco, a su muerte, el país volvió al régimen monárquico, con un rey como jefe de Estado.

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