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Kueva ficciona y enfrenta el discurso de los viajeros

Alexander von Humboldt, óleo por Friedrich Weitsch, 1816; junto a Kueva, quien reviste al explorador.
Alexander von Humboldt, óleo por Friedrich Weitsch, 1816; junto a Kueva, quien reviste al explorador.
Alejandro Jaramillo Hoyos
17 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Alexander von Humboldt llegó a Sudamérica en la Fragata Pizarro, desde Alemania, en el siglo XIX. Fue un viajero con privilegios que buscaba “recorrer, nombrar y despojar” un continente totalmente distinto al suyo. Durante su primer día de recorrido en lo que llamó ‘las regiones equinocciales del nuevo continente’ no encontró ninguna especie similar a las que conocía en Europa. Describió a los tantos indígenas que se encontró en su ruta. En sus diarios graficó y delimitó su recorrido por Perú, Cuba, México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Italia, Estados Unidos y su natal Alemania.

Fabiano Kueva (Quito, 1972) inició en 2011 el proyecto de rehacer la ruta de Humboldt. Hasta ahora ha recorrido cuatro países (Ecuador, Alemania, Italia y Colombia) como una excusa para su investigación artística basada en las estrategias discursivas de los viajeros científicos del siglo XIX como la caminata, el mapeo, el diario de campo, el herbario, las notas y la correspondencia.

Desde entonces ha hecho algunas versiones de un video en el que personifica al personaje de su recorrido, en una suerte de performance museístico, y a la vez es un artista que busca los archivos de Humboldt sobre América Latina en Europa, donde están bajo reserva.

Kueva se sitúa en aquella época para ponerla en escena en el presente. En el siglo que recorrió Humboldt emergieron ideas sobre los estados nacionales, el discurso del letrado, de los viajeros. Esto se filtró en el discurso político del Estado, al hablar de límites, de geografías. En ese momento se creó un repertorio de imágenes “de ciencia ficción” que se convirtieron, con el tiempo, en repertorio del paisaje nacional.

En su aproximación a Humboldt, Kueva busca mover las preguntas que se plantearon en el siglo XIX para situaciones que rigen el siglo XXI. Parte de la idea de que aquella producción discursiva que equipara la ciencia con el progreso y la naturaleza -entendida como un recurso- con la riqueza, sigue vigente.

Aquella producción del paisaje nacional, definida desde el recorrido del viajero, “tiene -dice Kueva- una visión completamente instrumental de lo natural como fuente de recursos, jamás se ve la naturaleza (concepto creado en el siglo XVII) completamente ajena a la manera en que lo ven otras comunidades. Creo que allí se asienta como un valor el extractivismo, a pesar de haber existido hace mucho tiempo”.

Fabiano Kueva considera que a partir de esta revisión se evidencia que “el problema no es el gobierno, ni el tipo de Estado que existe, pues se trata de toda una construcción sobre cómo el Ecuador se gestó como nación”.

Su trabajo museográfico sobre Humboldt también desclasifica de sus contenedores elementos archivados en Europa y que Humboldt trabajó desde América Latina, teniéndola como fuente primaria. Kueva retoma objetos que están sobreprotegidos en una política museística. Lo hizo con mapas y con gráficos de Humboldt sobre la flora local, “esa imagen habla de nosotros, esa imagen nos pertenece”, dice.

El autor registra el archivo de manera clandestina para ponerlo en escena -más que ponerlo en valor, pues considera esta noción bastante neoliberal al apuntar también a una especulación sobre el valor económico de las piezas-. Desde esta práctica también hace una crítica a la concepción de los museos, “tan apegada al modelo europeo”.

Kueva explica que los museos necesitan hacerse preguntas sobre lo histórico, desde el presente, pues considera que en ellos “impera aún una retórica épica de la nación, del Estado”. Pero “no como un presente de propaganda, sino crítico, que establezca relaciones, que sus dispositivos y guianzas no sean tan dirigidos. Su orden es como una cadena de verdades escolares, refuerzan un discurso ilusorio y falso, pero no plantea ningún tipo de relaciones. Te refiere al pasado, nunca a las comunidades ancestrales del presente”. (I)

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