Juan Carlos Fernández metaforiza con la ‘melanina’ humana
Juan Carlos Fernández utiliza una serie de animales como metáfora de la humanidad. Su muestra Melanina, como la célula que da color a la piel, a los ojos y al rostro, utiliza perros, vacas, gatos, jirafas y venados. Todos llevan encima lo que no deberían: las pieles de otros animales o una piel mutante, como en la pieza que abre la muestra y que se denomina ‘Naturaleza muerta’.
Fernández utiliza distintas animalidades como excusa para desarrollar una pintura de estilo barroco. La paleta oscura, el juego con las sombras y el intenso trabajo son parte de sus intereses desde que inició sus estudios en DiseñoGráfico, en la Escuela Politécnica del Litoral (Espol)y los siguió en el Instituto Técnico Superior de Artes en Ecuador (ITAE). Posteriormente perfeccionó su técnica como tallerista del pintor Jorge Velarde, con quien trabajó por más de un año.
Sin embargo, en esta muestra el autor combina sus destrezas pictóricos con intervenciones que dialogan con los cuadros. ‘Naturaleza Muerta’ es un cuadro en el que –como su nombre lo intuye– se ve un cráneo devorado por buitres que se enfrenta a una cabeza de vaca pulida y cercenada por el autor con una nueva extremidad, un cuerno de toro.
En diálogo con la figura de un perro cuyo pelaje ha sido devorado y solo queda su piel muerta en el exterior, están los cuadros de pieles que configuran una forma abstracta, enmarcadas por el autor. A continuación aparecen una serie de retratos de animales que con el mismo juego de marcos antiguos figuran a una familia, que de generación en generación van mutando: un perro que lleva como traje la piel de otro perro, o un gato con una bufanda de una piel que no le pertenece.
Frente a la escena generacional está su versión de ‘La mujer sentada con vestido azul’, pero con una jirafa que está sobrecargada de alhajas. “¿Por qué siempre necesitamos de los otros para vestirnos, para ser; por qué usamos la ropa de los indígenas cuando no lo somos? En mi obra la jirafa tiene oro, el perro tiene que vestirse de otro animal. Se trata de la necesidad de verte y ser alguien más de acuerdo con las condiciones”, dice el artista, quien es más conocido en su círculo como ‘El Mago’, pues también hace diversos trucos.
Las 16 piezas de la muestra también exponen esta misma idea en una serie de pinturas trabajadas a partir de plastilina. Los colores son pasteles y distan de los oscuros que trabaja en óleo.
La serie termina con la instalación de una reja en la que se ve un huevo cuadrado: esla versión del autor sobre lo que pasaría si copulan un mamífero y un ave.
“La obra del Mago —dice en el texto curatorial David Palacios— es un testimonio sincero de su experiencia personal con su entorno, su tiempo y la manera que ha encontrado para protegerse, que responde a una experiencia estética situada en la esfera de la realidad y necesidad, genuina en la medida en que exhuma antiguos superlativos del lenguaje gestual, que se resiste a cualquier comprensión intelectual por no ser capaz de salir de la impresión causada por el exterior”.
Fernández utiliza esta vez a los animales como excusa para hacer un comentario político a su tiempo. Su obra, casi siempre, suele anclarse en la coyuntura.
Cuando uno de los temas centrales de la agenda de medios locales era el sicariato, Fernández trabajó ‘Sicarios (Tareas reprochables)’. Se trató de una pintura en la que se visualiza a un infante escribiendo en una pizarra. La obra ganó el Salón de Octubre en 2011.
El próximo viernes, el autor inaugurará en el Mirador de la Universidad Católica de Guayaquil la muestra Analogías, una serie trabajada con la idea de la animalidad mutante como metáfora humana, a partir de fotografías. (I)