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El Telégrafo
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Fue una de las figuras centrales de la independencia de cuba

José Martí, revolucionario y antiimperialista

Para muchos intelectuales de la región, el pensamiento de José Martí sigue vigente. Foto de hoyvenezuela
Para muchos intelectuales de la región, el pensamiento de José Martí sigue vigente. Foto de hoyvenezuela
19 de mayo de 2015 - 00:00 - Juan J. Paz y Miño C.

Entre 1808-1824, Hispanoamérica luchó por su independencia. Tres siglos de colonialismo fueron resistidos permanentemente, hasta que las batallas por la libertad, la soberanía y la dignidad, derrotaron al colonialismo español.

Alcanzada la independencia, una veintena de países comenzó su compleja y hasta tortuosa vida republicana en el extenso territorio que hoy llamamos América Latina. Solo quedaron pendientes las independencias en el Caribe y específicamente en Cuba y Puerto Rico.

La gesta independentista cubana estalló en 1895 y se conquistó definitivamente en 1898. Entre los patriotas de siempre, y como el hombre convertido en alma del heroico proceso de independencia cubano, estuvo José Julián Martí y Pérez (La Habana, 28 de enero de 1853) quien murió precisamente en combate por la libertad de su patria el 19 de mayo de 1895.

El legado de Martí quedó en la fuerza de su pensamiento revolucionario. Destacó la unión latinoamericana, tal como la buscó Simón Bolívar, y por ello dirá: “El alma de Bolívar nos alienta; el pensamiento americano me transporta”; “Todo nuestro anhelo está en poner alma a alma y mano a mano los pueblos de nuestra América Latina”; “Es necesario ir acercando lo que ha de acabar por estar junto. Si no, crecerán odios; se estará sin defensa apropiada para los colosos peligrosos, y se vivirá en perpetua e infame batalla entre hermanos por apetito de tierras”.

También estuvo clara la identidad propia de esta región. Martí dirá: “La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”.

Pero fue sin duda visionaria la advertencia de Martí sobre el nuevo peligro para Nuestra América Latina: apenas el día anterior al de su muerte, desde el campamento de Dos Ríos, escribía en una carta: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”.

Martí no se equivocó, y el desarrollo del siglo XX vio consolidar sobre los países latinoamericanos la hegemonía de los Estados Unidos, ese “norte revuelto y brutal que los desprecia”, conforme sentenció en otra de sus frases.

La Revolución Cubana de 1959 es heredera de la lucha por la independencia y tiene a José Martí como referente revolucionario central. Con esa guía antiimperialista, ha resistido medio siglo de bloqueo norteamericano. Ni se amedrentó, ni desmayó. Y ningún país ha igualado semejante comportamiento, pues el bloqueo ha constituido una imposición inédita en la historia mundial contemporánea.

Ecuador siempre fue solidario con Cuba. En pleno proceso independentista de la isla, Eloy Alfaro trató con varios de sus principales patriotas, preparó un contingente armado al mando del coronel León Valle Franco para luchar por la libertad de la isla, y envió a la Regente María Cristina de España una carta en la que abogó por la independencia de Cuba.

Con igual propósito, Alfaro convocó a un Congreso Continental que se realizó en México en 1896. El boicot norteamericano lo frustró; pero los asistentes hicieron una contundente declaración exigiendo sujetar la Doctrina Monroe, manipulada por los EE.UU., a un verdadero derecho público continental.

Ecuador tampoco quiso romper con Cuba, cuando se forzaba a los países de América Latina a unirse al bloqueo. El rompimiento fue impuesto por las Fuerzas Armadas en una época en la que influían sobre ella los conceptos anticomunistas.

Ecuador reinició en 1979 sus relaciones con Cuba. Y en la actual fase de los gobiernos de nueva izquierda en América Latina, Ecuador ha sido uno de los más firmes en exigir el cese del bloqueo, en denunciarlo por violar el derecho internacional y en marchar solidariamente junto a Cuba.

Al recordar un aniversario más de la muerte de José Martí, tanto Ecuador como Nuestra América Latina se hallan en una época de redefiniciones históricas; y ha sido la dignidad cubana, así como el apoyo latinoamericano, los que han creado las condiciones para una nueva relación entre Cuba y los Estados Unidos, que seguramente tendrá que desembocar en el fin del bloqueo.

El tiempo luce como si José Martí hubiera permanecido vigilante: no solo para advertir el peligro de la hegemonía imperialista, sino para recordar la identidad de Nuestra América Latina y el poder que es capaz de generar su unión, en el camino trazado por Bolívar. (I)

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