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Ideales de Alfaro, vigentes a 118 años de su revolución

Ideales de Alfaro, vigentes a 118 años de su revolución
05 de junio de 2013 - 00:00

DESPERTAR DE UN 5 DE JUNIO

Era un país oscuro, dominado por un sórdido grupo de poder  conservador y teocrático, que operaba con la bendición de una Iglesia católica que, en el siglo XIX, se mostraba heredera de la tradición inquisitoria de la edad media. Privilegios para unos pocos y a la vez, pobreza, opresión y esclavitud para muchos. Las relaciones de poder estaban mediadas por una poderosa clase terrateniente que se había apropiado de las mejores tierras en la Sierra y en la Costa. Al mismo tiempo surgía un grupo de burgueses que desarrollaba  el comercio y el negocio financiero a través de la banca. Visto desde el presente, se había esbozado un Ecuador totalmente distinto, de lo que los héroes de la Independencia enunciaron, quienes pregonaron la formación de una república de justicia y libertades.

En 1869 solo eran reconocidos como ciudadanos los hombres letrados, propietarios y católicos, los cuales apenas representaban el tres por ciento de la población. Las mujeres, aunque fueran propietarias, no podían elegir ni ser elegidas. Estaban intactas las nociones de aristocracia y de superioridad de acuerdo al color de la piel: negros e indios eran considerados inferiores.

El Ecuador se insertaba progresivamente en el comercio mundial, a través de la producción y venta de cacao, lo cual concentró la renta en Guayaquil. Los grupos burgueses y de Guayaquil perseguían el libre comercio y controlar mano de obra para obtener más ganancias, bajo la protección del gobierno de turno. Muchos de estos empresarios se identificaban con el liberalismo económico. Los grupos terratenientes de la Sierra  temían perder el control sobre la mano de obra indígena y pretendían la protección del Estado para enfrentar la crisis. Estos antiguos criollos afirmaban su vocación por el orden colonial y el Estado confesional.

Mientras los grupos burgueses y terratenientes pugnaban, se formaban en otros lugares periféricos, colectivos de pequeños propietarios, artesanos, comerciantes y campesinos. Muchos de ellos habían sido obligados a formar parte de grupos de facciosos que se movían a lo largo de la Costa desde la época posterior a la Independencia. Estas condiciones y el desencanto que producía el nuevo régimen permitió el surgimiento de un líder nato, nacido en una zona portuaria y agrícola, y en una familia dedicada al comercio. Este sería el joven Eloy Alfaro Delgado (Montecristi-Manabí -1842), quien terminó asimilando y construyendo una ideología radical, identificada más con la corriente humanista y los principios del estado de derecho de tipo democrático.

El inicio

Del campesinado montubio, incluyendo peones y pequeños propietarios, surgieron las montoneras alfaristas, que en rigor eran grupos de resistencia armada  contra los abusos y violencias cometidos por los hacendados y otras figuras de poder. Empuñaban el fusil quienes tenían uno, el resto, a machete limpio, casi siempre guiado por un líder.

La figura mayor del conservadurismo, Gabriel García Moreno, ejercía el poder despótico en la inmadura república. La acción del gobierno garciano era resistida por los manabitas y Alfaro, quienes deciden  unirse a una revuelta que planeaban los opositores urbinistas, para lo cual colaboró incluso donando dinero que su padre le había confiado.

Desde su exilio se  esforzó hasta conseguir que un nuevo levantamiento se produjeraCon 22 años Eloy formó su primera montonera. No pudo juntar más de 24 campesinos decididos al combate, pero mantuvo la determinación de un líder. La primera aventura montonera consistía en interceptar a una compañía del Ejército que iba desde Guayaquil hasta Manabí. Luego del grito ¡Viva el Partido Liberal!, el triunfo estaba dado. Con el fervor que da una causa de la que se tiene pleno convencimiento, el joven insurgente se planteó la nueva y ambiciosa aventura de arrestar al gobernador de la provincia, el coronel Salazar. Seleccionó algunos hombres para acompañarlo a Montecristi. Luego de desarmar a los guardias de la residencia, Salazar fue tomado prisionero de la revolución. La Revolución Radical despertaba así, un 5 de junio de 1864.

Conocer la Batalla

El gobernador logró su libertad para lo cual fingió simpatía por los insurrectos y prometió no perseguirlos. Violando su promesa Salazar, respaldado por García Moreno, inició una cacería que obligó a Eloy a exiliarse en Panamá.

Urbina, ex presidente del Ecuador y ex Gobernador de Manabí, decidió en 1865, un año después, realizar una nueva insurrección, la que también contaría con el apoyo de Alfaro. Este nuevo intento de insurrección fue derrotado, muchos hombres fueron torturados y fusilados. Sin otra alternativa, Alfaro, el joven revolucionario, abordó en Guayaquil el barco más próximo y sale del país.

Más tarde, después del asesinato de García Moreno, Antonio Borrero ascendió al poder. Alfaro y el pensador Juan Montalvo habían propugnado su candidatura al perfilarse como una esperanza contra la tiranía del conservadurismo. Sin embargo, Borrero afirmó la Constitución conservadora de García Moreno, para sostenerse en el poder.

Corría ya el año de 1876 y Alfaro llegó a Guayaquil para conspirar, unió fuerzas  con Ignacio de Veintimilla y José María Urbina. Tenía 34 años y ostentaba el grado de coronel. Triunfaron en la Batalla de Galte y en la batalla de Los Molinos. Veintimilla se hizo con el poder y Urbina fue nombrado general en Jefe del Ejército, y ambos le dieron la espalda a la propuesta de Revolución radical propuesta por Alfaro, quien una vez más se refugió en Panamá.  

En 1878 llegó a Guayaquil para conspirar, fue descubierto y se refugió en Panamá nuevamente. Volvió a Guayaquil y al ser descubierto fue hecho prisionero. Firmó un compromiso en el que el gobierno lo dejaba en libertad a él y a sus coidearios a cambio de no intervenir en política. Nuevamente refugiado en Panamá  tuvo noticia de que el gobierno no había cumplido. Desde su exilio conspiró hasta conseguir que un nuevo levantamiento se produjera. Llegó a Esmeraldas un 17 de octubre, pero no encontró apoyo organizado, provisiones  o armas. Concedió licencia a sus hombres y una vez más partió hacia Panamá.

En 1882 se proclamó la dictadura de Veintimilla en Quito. El comandante Manuel Antonio Franco  había anunciado una revolución y esperaba a Alfaro, quien se embarcó en una nueva expedición a Esmeraldas. Una vez llegado, fue esa ciudad la que el 5 de junio de 1883 lo declaró jefe supremo. Libró combate y sufrió junto con sus hombres una derrota militar. Esto lo obligó a salir del país con rumbo a Panamá.

Con la colaboración de Luis Vargas Torres, Alfaro regresa al escenario de combate. Creó alianzas con Pedro Ignacio Lizarzaburu, José María Sarasti y Francisco Javier Salazar. Por fin, luego de duro combate, vino la victoria. Otra vez, sus aliados en batalla se presentaban como obstáculo para la radicalización de su revolución, y luego de que estos lo dejaran de lado retornó a Panamá.  

Radicalización

Los desmanes del ahora presidente José Plácido Caamaño hicieron que un Alfaro de 42 años decidiera intentar nuevamente alcanzar el poder para realizar su revolución, acudiendo nuevamente a Luis Vargas Torres por financiamiento. Adquirió el buque La Alajuela con el que regresó a Esmeraldas en 1884. Libró entonces los combates de Portoviejo y Jaramijó. A pesar de que estuvo a punto de derrocar a las tropas enemigas, la confusión hizo que sus hombres se replegaran.

Regresa en 1885 a Panamá. La idea de una nueva expedición cruzó por su mente, obtuvo una donación para costearla. Esta vez partió con rumbo a Lima donde lo esperaban varios revolucionarios exiliados, entre ellos Luis Vargas Torres. Este último ostentaba el grado de coronel y tomó la delantera. Él y sus hombres fueron derrotados en Loja, engrillados y llevados a Cuenca donde Vargas Torres de apenas 27 años fue fusilado.  

Persistencia

Abrumado por varias muertes de allegados, Eloy Alfaro pensaba una salida a la situación. Se reunió con Antonio Maceo, campeón de la libertad de Cuba con quien se dieron ánimo mutuamente. Viajó a Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y Venezuela, abrazando  a América Latina, buscando apoyo para la revolución.

En 1895 la Revolución Radical triunfa. El descontento popular con el gobierno de Luis Cordero, por el escándalo de la venta de la bandera precipitó una reacción armada. Esto culminó con la proclamación del general Eloy Alfaro como jefe supremo de la República, otra vez, un 5 de junio.

Revolución y Reacción

En las dos administraciones Alfaro(…) se marcó un antes y un después en la historia de la joven República de Ecuador. La educación cobró importancia. Fueron construidos y fundados varios colegios normales, además de la Escuela de Bellas Artes de Quito, el colegio militar que hoy lleva su nombre y el Colegio Bolívar de Tulcán, uno de los primeros colegios laicos del país.

Durante este período aparecieron en Ecuador los avances tecnológicos de la época: se instalaron las primeras líneas telefónicas y de electricidad. Una emblemática obra de la revolución de Alfaro en infraestructura es, sin duda, el ferrocarril, que se convirtió en un eje del comercio y de unidad nacional.

En 1906 Ecuador obtuvo una Constitución que consagró el estado laico y alejaba a la iglesia de injerencia política. También inició la educación obligatoria y gratuita. Las reformas revolucionarias fueron el germen de la participación femenina en la esfera pública, a través de su ingreso a las instituciones gubernamentales y a la instrucción regular y laica, todo lo cual impulsó su integración al ámbito laboral.

La Revolución consolidó las bases jurídicas del Estado de derecho, para lo cual consagró las libertades fundamentales, entre ellas la libertad de culto y de libre expresión de la sociedad. El espíritu de la libertad de expresión buscaba que los ciudadanos pudieran informar y opinar, pero el desarrollo del capitalismo aprovecharía esas condiciones para conformar y desarrollar empresas privadas de comunicación con fines políticos particulares y económicos. No obstante, en el Ecuador de entonces existían varios impresos de distintas tendencias, que intervenían como una forma de generar opinión.

Desde la mitad de 1911 se forjó un ambiente contrario a Alfaro, promovido entre otros actores por una prensa difamatoria. Todo culminó en un golpe de estado que puso fin a su período presidencial. Alfaro y los revolucionarios radicales fueron perseguidos y hechos prisioneros. Finalmente una turba instigada por las fuerzas golpistas entró al penal García Moreno, donde presumiblemente un sicario asesinó a tiros al General Alfaro. Luego sobrevino el horrible hecho de la “la hoguera bárbara”, y los cuerpos fueron inmolados. Esta acción fue sin duda una maniobra de los grupos de poder terratenientes y burgueses, que temían la consolidación de un estado democrático que otorgara espacios de poder a los grupos populares, poniendo en riesgo sus privilegios.

El Alfarismo hoy

La historiadora Tatiana Hidrovo Quiñónez, presidenta del Centro Cívico Ciudad Alfaro, sostiene que “Sin la ideología y la acción política del Alfarismo, sin la movilización popular campesina del siglo XIX, el Ecuador probablemente habría desaparecido o quizas pervivido por largo tiempo como mera colonia de algún imperio. Si acaso los radicales no ascendían al poder e iniciaban una revolución en 1895, difícilmente tendríamos hoy las condiciones para desarrollar la Patria, incluso la Patria Grande. Esa es la dimensión política de Alfaro. El Alfarismo es por lo tanto, el presente, la hoja de ruta a seguir, es la visión y la praxis”.

El 5 de Junio constituye una fecha de orgullo nacional, un momento de inflexión en el calendario ecuatoriano, porque en ese día se inicia una Revolución que funda las bases de la Patria y la democracia. Desde esta perspectiva, los líderes de la actual Revolución ciudadana, afirman que este proceso se identifica plenamente con Alfaro, y lo consideran su principal referente histórico. Una y otra vez en los discursos públicos se dice que la Revolución Ciudadana es Alfarista y bolivariana.

El Gobierno del presidente Rafael Correa ha institucionalizado el reconocimiento a Alfaro para hacerle justicia histórica, y año a año, cada 28 de enero, día de su muerte; y el 5 de Junio, día del triunfo de los radicales, rinden homenaje nacional. Este año en Ciudad Alfaro se desarrollará el programa “Alfaro y los niños ciudadanos”, para que el sentido de Patria sea vivido por los más pequeños. Y las tres ramas de las Fuerzas Armadas rendirán honores, a quien ha sido el fundador de esta institución fundamental para el país.

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