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“Hoy no se admiran los gestos”

“Hoy no se admiran los gestos”
25 de abril de 2013 - 00:00

Tzevatan Todorov, uno de los pensadores claves de la actualidad, divide su obra entre la reflexión sobre los totalitarismos y los peligros de la democracia y la pintura como reflejo social.

Ahora indaga en los pintores del siglo XVII en los Países Bajos y hace un elogio de la vida cotidiana. “Elogio de la vida cotidiana” es la última obra en español de Todorov, el filósofo de origen búlgaro, afincado en Francia.

Un ensayo que le llevó a decir la semana anterior que “la vida moderna e industrial lleva a la degradación de la vida cotidiana. Hoy no se admiran los gestos”.

Una reflexión que también extiende al sistema de valores. “Tendríamos que modificar nuestro sistema de valores para poder apreciar la belleza de lo cotidiano; pero para ello hay que ralentizar nuestros gestos, algo a lo que no creo que se esté muy dispuesto hoy”, subrayó el autor de “Los enemigos íntimos de la democracia”.

Todorov, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales 2008, analiza en este libro los cambios en la sociedad europea a través de las obras maestras de Rembrandt, Vermeer, Franz Hals, Gerar Dou, entre otros muchos.

Una pintura que se desarrolla en el siglo XVII en los Países Bajos y en la que ya no se representa a ninfas, papas, santos, dioses o personajes históricos, sino que se puebla de seres anónimos, de hombres, mujeres, niños o perros, en escenas domésticas, cotidianas, y donde ya no hay héroes o soldados. "Y donde la mujer adquiere el protagonismo que nunca tuvo", subraya. "El hombre ocupa el todo, el lado público, pero la mujer adquiere, por primera vez en la pintura todo el protagonismo. Es la heroína en estos cuadros”, sostuvo.

Todorov invita a la contemplación de estas pinturas (alguna de ellas en el libro) para encontrar en ellas “el sentido de la belleza de los gestos más básicos”. “Por primera vez -añadió- los pintores admiran estas escenas cotidianas y quieren compartirlas, y esto va más allá del mundo de la pintura, es una mutación que va a dar con el principio de la modernidad".

Unas pinturas que nada tienen que ver con imágenes infantiles ni idílicas. Algunas de ellas muestran escenas de una vida pobre, otras de las mujeres que se hacen cargo de todos los aspectos de la casa, desde la limpieza, a la comida, pelando manzanas o leyendo. También protagonizan escenas de amor o erotismo, ya sea de forma carnal o con la comida como elemento simbólico.

El filósofo, que dirige actualmente el Centro de Investigaciones sobre las Artes y el lenguaje del Centro National de la Recherche Scientifique (NCRS), ya hizo un retrato del individuo en el Renacimiento, en “Elogio del individuo”.

Ahora en el análisis de esta época, que en su opinión, trasciende lo meramente artístico, asegura que, en general, las personas representadas en los cuadros holandeses del siglo XVII “parecen tener amor por el mundo y sobre todo a los pintores parece gustarles las personas a las que pintan y el mundo material que les rodea”.

Gracias a la subjetividad, según Todorov elemento clave en esta época, el artista tiene la posibilidad de hacer bello lo que no lo es, al contrario del arte clásico o en el renacimiento aunque ellos sí introducen la perspectiva y tienen algo de subjetivismo”.

Pero es Goya, en palabras de Todorov, quien transforma toda la pintura, “porque Goya además de enseñar lo que hay fuera y debajo de nuestros ojos, muestra también la mente. Es el único en saber lo que hay. Los impresionistas pintan impresiones y dan un paso más en el alejamiento, en el objetivismo”.

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