Fernando Escobar Páez: “Exagerar la masculinidad la vuelve frágil y cuestionable”
Sobre la mesa hay tres animales: el que aparece en la caja de fósforos Caballo Rojo, el elefante blanco de los cigarrillos Silver Elephant y el último libro de Fernando Escobar Páez titulado Tu retorno con aliento a biberón, peluche y verga ajena.
La mesa está en el bar-restaurante La Carnicería y la mañana soleada permite desentrañar una a una las criaturas que el autor quiteño presenta. Los elefantes aparecen en manada, en la veintena de cajetillas que ha comprado el escritor; la cabalgata es un ir y venir de cerillos encendidos; y el libro ha generado un estruendo, como un chillido: en la capital hay quienes se han opuesto a que se publique por la crudeza de su contenido (escrito, no solo gráfico).
Las editoriales Cactus Pink y Murcielagario -Santiago Peña Bossano y Agustín Guyambo- contactaron a Escobar Páez, por separado, para publicarlo. Los tres decidieron darle forma a la edición y la portada es una pintura de Wilson Paccha -más controversial que el título-, sobre quien el escritor elabora una tesis de posgrado.
La antropología visual, las masculinidades, la censura, la literatura y otros animales serán los temas de esta entrevista -que continuará en el suplemento Cartón Piedra de la próxima semana-, un diálogo que se escabulle de un partido mundialista (Polonia vs. Senegal), pese a tenerlo como telón de fondo.
Escribe desde lo grotesco, pero también se trata de humor...
Cuando uno se da cuenta de que no puede cumplir el ideal de masculinidad hegemónica, lo que se espera de uno como hombre, ese deber ser surge esto. Se trata de ver la forma de sobrevivir y adaptarse a través de la literatura ante lo que te es esquivo, es una lucha, una parodia al tratar de llegar a un ideal lleno de tropiezos.
¿Esa definición la tuvo siempre en mente o es reciente?
Me di cuenta hace poco. A raíz de estudios recientes veo que todo va encajando, desde mi primer libro (Los ganadores y yo, 2006) voy, aunque sea inconscientemente, sobre lo mismo. Hay un componente autobiográfico en lo que hago y se relaciona con la forma en que me he ido construyendo como hombre y todo lo que eso implica, sin amoldarse a los cánones o seguir vías convencionales, sino refugiándose en el humor o en la literatura satírica, quizá como un mecanismo de compensación.
Una compensación en la que aparece muchas veces la palabra “verga”...
Era algo irrenunciable, incluso por el arte de Paccha, un arte fuerte que coincide con el tema, el de una masculinidad exacerbada hasta la hipérbole, lo grotesco. Se establece un diálogo artístico entre lo que hago y la etapa 2000–2010 de este pintor. No lo hubiera editado de otra manera y ambos editores dijeron que no me censurarían, lo cual fue clave porque sí ha habido una especie de bronca en redes sociales, gente que escribe a insultar o me mandan mensajes anónimos.
Hay videos, memes y otros avisos anunciando el libro...
Es un respaldo editorial, se fajaron haciendo el libro y lo han promocionado de una forma creativa. Estoy contento por ese acolite y seriedad en el trabajo que, por el mismo material, es algo complejo, que no cualquier editor se arriesgaría a hacer acá.
¿Qué aborda en concreto con su tesis de Antropología visual alrededor de Wilson Paccha?
Sobre cómo funciona la representación de la figura masculina en su obra. En Paccha encuentro cierto cuestionamiento a la masculinidad hegemónica, de la forma en que yo la cuestiono. Él es un personaje que suele autoparodiarse, es lo mismo que hago, por eso incluyo un dibujo que hizo de mí en 2012 y en el que aparezco satirizado, con una panza de embarazado, como imponiendo una posición de supremacía en un grupo de amigos, en el que la pugna es ser el más tuco.
Había dejado de escribir poesía en 2012, luego de publicar Miss O’ginia (2011)...
Me harté de todo el mundillo literario, me dediqué a escribir de otras cosas, de rock, que es lo que realmente me apasiona, si fuera posible me gustaría ganarme la vida escribiendo sobre eso. La crítica literaria a veces no me interesa, pero me toca. Tengo en la cabeza publicar un libro sobre Mamá Vudú, es una idea obsesiva, porque es una banda fundacional.
¿Es difícil hacer sátira en Ecuador de estos momentos?
Lo es tanto que había perdido la esperanza de volver a publicar acá. Sobre todo a raíz del clima de corrección política y coyuntural que se ha vivido, bajo activismos mal digeridos. Pero se dio y es una forma de ir contra la censura, contra quienes me han dado tanto palo y no he podido responder, hasta ahora, dentro de los márgenes literarios, no los canónicos.
¿Le ha funcionado combatir el fuego con más fuego?
Hay una cuestión muy personal en publicar este libro cuando tal vez ya no debería hacerlo... Que sirva para cagarme en las conveniencias e hipocresías, también en la agresividad de lo políticamente correcto.
¿No es contradictorio exagerar lo masculino para cuestionarlo?
Mientras más hiperbolizada esté, la masculinidad se vuelve más frágil. Y, para mí, es más fácil cuestionarla desde el exceso. Quiero ofrecer a un potencial lector una versión distinta de masculinidad, esa es una posición política construida desde el humor, la depresión e incluso el resentimiento. Son elementos de toda masculinidad y es clave en la literatura porque -parafraseando a Javier Vásconez- le da la oportunidad de sacar obras maestras a gente que, de otra manera, sería sicópata.
¿Gente como quién?
(Louis-Ferdinand) Céline, por ejemplo, que a raíz de su resentimiento hizo una de las obras cumbres del siglo XX, Viaje al final de la noche. Sabemos que era un nazi confeso en lo privado, con su masculinidad pisoteada en distintos momentos, pero yo me quedo con su libro. Hay que separar al autor de su obra.
¿Qué prioridades no literarias tiene como persona?
Ahorita mis mayores preocupaciones son acabar la tesis y que mis veinte gatos estén alimentados y sanos. Estoy lejos de ser el monstruo que se ha creado a través de redes o de los ataques que me han lanzado desde 2003 y que se han vuelto de un nivel que abruman y consumen.
¿Ha sufrido censura?
La de una editorial pública que no quiso sacar mi primer libro pese a que asumió eso como compromiso en un taller literario, en 2003.
Me han invitado a varias ferias del libro o encuentros de los que después me excluyen y, asimismo, con antologías pero no me importa. Si consideran hacerlo, que lo hagan. (O)
Comentario
La obra
El poeta Juan José Rodinás dice que el autor “escribe un libro desopilante sobre lo ridículo que es ser una persona en el mundo contemporáneo. Cada poema narrativo o cuento breve se suma en la construcción de un personaje autoparódico”.
28 textos componen el libro Tu retorno con aliento a biberón, peluche y verga ajena.
Música en la presentación
Publicado por Murcielagario y Cactus Pink, luego de la presentación habrá un concierto de la banda de rock pesado Fraktura. La portada del libro es el cuadro Eyaculación precoz, de Wilson Paccha.