Estructuras escrutadas o de cómo los hijos de Clovis se educaron
Rimbombantes. Así son las nueve columnas con las que María José Argenzio ha compuesto su última instalación, a la que ha llamado “La educación de los hijos de Clovis”, y que se exhibe en la galería NoMínimo hasta el próximo 24 de diciembre. Argenzio, como de costumbre, lleva las estructuras a juicio.
Se alzan pomposas, las nueve columnas, hasta el techo de la galería, recubiertas con una capa de fondant que inunda el ambiente con un olor a almendra que provoca morder. De hecho, la noche de la inauguración se rumoraba que alguien había pasado la lengua por una de esas estructuras.
Es que las columnas -que son corintias, por ser las más pomposas, ha dicho la artista- se han dispuesto para formar un recorrido en que hace falta moverse con cuidado, por decirlo de alguna manera, en un juego de percepciones que obliga al espectador a alcanzar un nivel de conciencia que no es casual. Acaso un intento de la artista por conectar mejor al público con su muestra.
Siempre busca que sus obras sean coreografiadas, dice Argenzio, como una escenografía que crea un sentido de desplazamiento a la gente, “porque quería crear un poco de fricción en el espacio, entre las columnas y el espectador, hay una muy pegada a la puerta del baño, porque quiero que exista la conciencia del otro”. La instalación fue pensada a partir de los planos de la galería.
El nombre de la instalación hace clic con uno de los cuadros más importantes del artista inglés de la etapa victoriana Sir Lawrence de Alma-Tadema, llamado exactamente así: “La educación de los hijos de Clovis”. La obra se empieza a poner escrutadora.
El lienzo de Alma-Tadema muestra a tres hijos de Clovis, o Clodoveo -el rey que impuso el cristianismo en Francia a finales del siglo V-, lanzando hachas a un blanco, en presencia de su madre viuda. Les enseñan a vengar a su padre muerto. Al fondo, de paso, aparecen dos columnas corintias, como las de la obra que acá nos ocupa.
Se pregunta Argenzio por la manera en que se conforman las estructuras sociales, con una instalación de piezas arquitectónicas que por imponentes dominan el espacio, en referencia a los hijos del rey Clovis, que “no precisamente son los más educados”, incluso siendo quienes son, sin que por ello se cuestione en momento alguno su futuro papel de gobernantes.
Aquella cobertura de fondant refuerza esta idea, “anula su función como soporte estructural para resaltar la rimbombancia de su aspecto decorativo”, dice Rodolfo Kronfle, comisario de la obra, en el texto curatorial, que agrega más adelante que Argenzio, con su instalación, que recuerda a tortas festivas, “puede hablar justamente de un mundo artificial y de falsas apariencias, de envejecidas tradiciones cuya continua reproducción a través de generaciones conlleva a su vez el correlato desapercibido sobre sus crecientes vacíos de sentido”.
Acaso ese cuestionamiento alcanza una potencia mayor por el lugar, también imponente, suntuoso, en que se ubica la obra, y que reúne a la crema y nata del jet set guayaquileño. Hay una fragancia -no olor, fragancia- de abolengo en el ambiente, donde el aire sopla y al pasar susurra al oído la palabra “alcurnia”, como las escenas que pintaba Alma-Tadema, siempre de ensueño, siempre de pompas. “Dreamlike”, que le dice Argenzio, que antes ya planteaba una exposición parecida: “Just do it”, montada el año pasado.
La artista dice estar siempre cubriendo sus instalaciones de capas que transforman a la pieza, y esta vez de repostería, material perecible. Aparece el fondant en la obra “de la misma forma en que es utilizado en lugares y momentos específicos de la vida, como la primera comunión” -o los matrimonios-, en esa dialéctica de las tradiciones que la sociedad ha ido configurando casi como un deber ser.
“La educación de los hijos de Clovis”, inaugurada el pasado 30 de noviembre, estará abierta al público hasta el 24 de diciembre en NoMínimo (ubicado en Plaza Lagos Town Center). El miércoles 19, a las 18:00, el artista Roberto Noboa realizará una intervención sobre la obra de Argenzio: MASHUP.