La misiva fue publicada este martes, 7 de julio de 2020, en la revista Harper’s con el título “Una carta sobre la justicia y el debate abierto”. Reconoce las protestas por la justicia racial y social, por una mayor igualdad e inclusión, pero alerta de que este “necesario ajuste de cuentas” ha derivado en formas de censura.

Más de 150 escritores, académicos, activistas e intelectuales como Gloria Steinem, Margaret Atwood, Noam Chomsky, Salman Rushdie o Martin Amis han firmado esta carta abierta en la que denuncian una creciente “intolerancia” por parte del activismo progresista estadounidense.

Consideran que, en ambientes académicos y culturales, ha habido señalamientos y boicoteo, “castigos desproporcionados” y una consiguiente “aversión al riesgo” que empobrece el debate público, en lugar de “preservar la posibilidad de discrepar sin consecuencias profesionales funestas”.

El origen del debate está en Estados Unidos, y es sobre si la tolerancia cero hacia inequidades como el racismo, sexismo y homofobia está alimentando también algunos excesos que buscan silenciar cualquier disidencia, ha explicado la corresponsal de diario El País en Washington, Amanda Mars.

Al reclamo se han sumado los escritores George Packer, John Banville, J. K. Rowling y Malcolm Gladwell, entre académicos como Francis Fukuyama, Michael Ignatieff, o Mark Lilla. Con tono de proclama: “Las fuerzas del iliberalismo están ganando terreno en el mundo y tienen a un poderoso aliado en Donald Trump, quien representa una verdadera amenaza a la democracia, pero no se puede permitir que la resistencia imponga su propio estilo de dogma y coerción”.

Advierten que “la restricción del debate, la lleve a cabo un Gobierno represivo o una sociedad intolerante, perjudica invariablemente a aquellos sin poder y resta a todos el mundo capacidad para la participación democrática”.

“Mientras que hemos esperado eso en la derecha radical, la actitud censora está expandiéndose en nuestra cultura”, señala la carta, sin mencionar recientes polémicas concretas con nombres y apellidos, como la que ha rodeado a la autora británica J. K. Rowling, frente a la transfobia y sus declaraciones en Twitter.

“Los responsables de instituciones, en una actitud de pánico y control de riesgos, están aplicando castigos raudos y desproporcionados en lugar de reformas pensadas. Hay editores despedidos por publicar piezas controvertidas; libros retirados por supuesta poca autenticidad, periodistas vetados para escribir sobre ciertos asuntos, profesores investigados por citar trabajos literarios”, describen, en tono de alerta. (I)