Ernesto Sábato se alejó en medio de la sabiduría
"Ser original es en cierto modo estar poniendo de manifiesto la mediocridad de los demás", es una de las principales frases de Ernesto Sábato, galardonado con el Premio Cervantes en 1984 y propuesto para el Nobel de Literatura en 2007. El escritor argentino murió ayer a los 99 años en su casa de las afueras de Buenos Aires, donde permanecía recluido hace años a raíz de problemas de salud, informaron ayer allegados al autor. Sábato, quien fue el último superviviente de los escritores con mayúscula de la literatura argentina, estaba prácticamente ciego, lo que lo mantenía retirado en su quinta de Santos Lugares.
En los últimos días una bronquitis había complicado su salud, destacó en declaraciones radiales su compañera Elvira González Fraga. Antes de volcarse a la literatura, Sábato estudió física y entre 1938 y 1939 trabajó becado en el Laboratorio Curie de París, afín al socialismo; también fue reconocido por su defensa de los derechos humanos. En Diario La Nación lo describen como magro, sombrío, con un dolor casi permanente en el rostro, pero cuyo paso por la vida y la literatura argentina dejó una huella indeleble, a pesar de lo escaso de su obra y de su presencia con cuentagotas en la vidriera pública.
En El País, Juan Cruz lo recuerda, lo ve, pidiéndole a Jorge Valdano, su paisano ex futbolista, que le diera un puñetazo en el estómago: "Para que compruebe lo fuerte que estoy"; tal como se mostró en su última visita a España hace algunos años. La crítica de literatura Cecilia Vera de Gálvez, señala que su obra más representativa por su calidad estética y el englobamiento de su filosofía de vida es El túnel (1948). Para el escritor ecuatoriano Marcelo Báez ha muerto la conciencia de Argentina, ya que nadie como él logró plasmar -en su famosa trilogía - la precariedad de la condición humana.