El barrio Cuba se convierte en galería
En el barrio Cuba habitan una partera, un boxeador, un historiador, un Tábara. Los personajes del barrio son héroes, líderes comunitarios, gestores culturales y testimonios vivos.
A través de ellos, la Brigada de dibujantes, un proyecto que inició el artista guayaquileño Ilich Castillo, en 2012, y al que se sumaron otros artistas, ha construido Nacido y Criado, un libro que documenta obras de arte que relatan, interpelan y resignifican la historia del lugar.
“¡Habla, Karate!”. El artista Marcos Restrepo saluda a Ramón Loor, el boxeador del Barrio Cuba a quien nadie llama por su nombre, como ocurre con todos en el lugar. Fue tricampeón nacional de América y cuarto en el mundo del box, profesión en la que ha instruido a policías metropolitanos y líderes comunales, luego de su temprano retiro en el deporte, tras perder frente al nicaragüense William Obregón.
Karate vive frente al Camal Municipal, el único que tiene Guayaquil, y uno de los bordes que ha marcado la gente del barrio, que aunque lleva un solo nombre, se ha dividido en tres: Cuba tradicional, Cuba camal y Cuba Caraguay.
Castillo junto con Restrepo, Jorge Velarde, Xavier Patiño y Diana Gardeneira, además de la crítica e historiadora de arte Lupe Álvarez, empezaron sus visitas al Barrio Cuba en 2014 y las retomaron en 2016.
Más que un enfoque social, este proceso articula las nociones de deriva, de las que está influenciado Castillo; la nostalgia y la reconstrucción de su propia memoria, en el caso de Velarde, quien nació y creció en el barrio; además de la posibilidad de interpelar los discursos machistas del lugar, desde la propuesta de Gardeneira; y la visión omnipresente de Álvarez.
Los artistas parten de las señales que han construido los moradores, como aquel mapa que elaboró Segundo Tábara, un sobrino del artista Enrique Tábara, que creció en la zona y lleva en un diario sus memorias: desde que se levanta y marca el trébol, una suerte de lotería, hasta el número de guatitas que se come.
Este mapa diseñado por el sobrino del artista, fue transformado en una especie de semblanzas por Guillermo Morán, otro morador.
En el lugar en el que todos tienen un apodo, coleccionados por el artista Xavier Patiño, Miguel Luna se ha dedicado a construir su historia. Cuenta que en el lugar hubo un teatro muy famoso y que Guayaquil le debe el arroz con menestra y la carne en palito.
Dice que si se hace un censo se determinaría que en el Cuba, el 85% de la gente se conoce y el 70% son familias antiguas, como las de apellido Gorotiza.
Cuenta que el nombre del lugar nació porque llegaban barcos a la zona; o puede ser porque había un cubano al que todos le compraban víveres en su tienda.
Los artistas de esta brigada traducen en obras esta historia y hasta les han construido un escudo. Parte de este trabajo inauguró la Galería Cuarta Pared, en la Biblioteca de las Artes, en el centro de Guayaquil, un nuevo traslado de la memoria del barrio. (I)