El pensamiento circular de un chileno del Quilapayún
La edición número 50 de nuestro suplemento cultural cartóNPiedra, que circula este domingo con este Diario, presenta una extensa entrevista con el músico y filósofo chileno Eduardo Carrasco.
Carrasco fundó la legendaria y emblemática agrupación chilena Quilapayún, que se convirtió desde la década de los setenta en un referente de las luchas populares en Latinoamérica y Europa tras el golpe militar que le arrebató el poder al presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.
Eduardo Carrasco, a quien sorprendió el golpe en Francia, durante una gira musical, reflexiona acerca de la traslación que ha experimentado su pensamiento para comprender aquellos hechos históricos y enlazarlos filosóficamente con el presente en su país y en el continente.
La separación entre su condición de músico y la de pensador nos permite conocer a esos dos cohabitantes del personaje, aquel que, por un lado, se deja conmover con la posibilidad de la belleza en el arte, en el canto y en la nostalgia de aquellos años de resistencia política, y ese otro que piensa y se piensa, siguiendo sobre todo a los postulados hegelianos que destacan al espíritu como la construcción que sostiene a la esencia del ser humano, y a las afirmaciones de Heidegger que ya promulgan esas ideas de circularidad del pensamiento como una exigencia.
Además, con motivo del lanzamiento oficial del último disco de Bob Dylan, ‘Tempest’, recorremos la carrera artística de este cantautor estadounidense con un perfil que retrata sus rasgos personales, su incidencia en los hechos históricos del siglo XX y su proceso de transformación estética.
También presentamos una reflexión acerca del cine cubano y sus tensas relaciones con las autoridades de la isla caribeña durante los últimos cincuenta años. Luego del triunfo de la Revolución Cubana, las garantías que ofreció el gobierno de Fidel Castro para la labor cinematográfica propició un desarrollo acelerado de la producción audiovisual que, simultáneamente, se convirtió en una herramienta artística para retratar los problemas que ha enfrentado el pueblo cubano. La tensión develó la necesidad de que el arte consolide su independencia.