Liberamos la edición #421 del suplemento cultural Cartón Piedra. El mundo está confinado especulando teorías sobre los cambios del universo, la aproximación de una nueva era y con algunas ideas utópicas entregadas por la literatura.

Ha vuelto a leer La peste, de Albert Camus, un exsoldado que vivió con su cuerpo la experiencia de la guerra, pero que supo bien que la expansión de una tragedia para los seres humanos tiene –más que cualquier otra consecuencia– una develación de la moral: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad; aunque también hay quienes sacrifican su vida por el resto.

Tal vez en estos tiempos es cuando la humanidad tiene más posibilidades de probarse a sí misma. En estas circunstancias cuestionamos lo que importa.

Muchas de las personas que colaboran con este suplemento están pensando en el miedo, la posibilidad de describir las emociones que nos atraviesan y dedican su vida a representar la realidad a través del arte, de la ficción, del encuentro con el otro.

Como hizo Camus, como hizo Saramago, como Shakespeare pasó a la historia del drama, en carne viva siempre.

La soledad de la que se dice disfrutar en la cotidianidad de espacios atiborrados no siempre es un motor.

Necesitamos del otro sin que nadie decida por otros qué es lo importante. Sin duda lo es la vida, la salud, la estabilidad emocional.

Durante este tiempo en el que la movilidad se reduce y el tiempo parece transcurrir de otra forma, consumimos de la creación y nos vemos en ella.

Como en la imagen Madre Dolorosa de Judy de Bustamante, como la poética del registro de Patricio Palomeque, en la desolación de perder una madre y de buscar un diálogo en una nueva dimensión como hizo Lupe Rumazo.

Nos encontramos en la animalidad que plantea Clarice Lispector, en la Tierra derruida de Yuliana Ortiz, en la posibilidad de respuesta que tiene un dibujo, pero también en la necesidad del encuentro, como en el teatro.

El arte también es trabajo y trasciende. Importa. (I)

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