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Ecuador, 27 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El estadounidense fue un líder en 3 campos

En 2004 Ray Bradbury le dijo a un diario chileno: "Cuando muera, quiero que me cremen, que pongan mis cenizas en un tarro de sopa de tomate ¡y me entierren en Marte!".

En esa entrevista incluso fantaseó con la posibilidad de que sus libros fueran leídos en el planeta rojo "dentro de unos cien años más" y que los colonos se rieran de "lo inexacto" que había sido en "Crónicas marcianas".

Bradbury es el penúltimo de una generación irrepetible, aquella en la que militaban Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Robert Heinlein y el superviviente Frederick Pohl, los creadores de la etapa más importante de la ciencia-ficción.

Tuvo una corta pero intensa historia con el cine, ya que hizo el guión de “El monstruo de tiempos remotos”, de Eugene Laurie, en 1953, se adelantó al éxito de las películas de monstruos japoneses, ya que Godzilla nació en 1954, o de “Llegaron del espacio exterior”, película de Jack Arnold del mismo año que preludiaba las invasiones extraterrestres  posteriores.

En el año ochenta Michael Anderson adaptó “Crónicas Marcianas” a la TV con Rock Hudson como protagonista. Después “El carnaval de las tinieblas” de un Jack Clayton en horas bajas pondría imágenes a la vertiente terrorífica de Bradbury, con guión firmado por el propio autor, y “El sonido del trueno”, de Peter Hyams, devolvería a la audiencia, en 2005, a la ciencia-ficción con una película de paradojas temporales, ratificando la mala suerte de Bradbury en el cine aunque con actores clase A.

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