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Jorge izquierdo trabaja la novela con una narración experimental

"El cine sobrepasó las expectativas de la trama"

Actualmente vive en Guayaquil y se desempeña como docente de literatura en  la Universidad de las Artes. Miguel Castro / El Telégrafo
Actualmente vive en Guayaquil y se desempeña como docente de literatura en la Universidad de las Artes. Miguel Castro / El Telégrafo
05 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

Por segundo año consecutivo, la obra del ecuatoriano Jorge Izquierdo (Londres, 1980) estuvo en la lista larga del premio Herralde de Novela, que organiza anualmente la editorial Anagrama. En 2014 fue uno de los 39 seleccionados con Una comunidad abstracta y este año por Te Faruru, una novela corta con la que además pasó a figurar entre los siete finalistas. A pesar de que la novela no ha sido publicada se generó cierta expectativa mediática. “Lo interesante va a ser cuando la gente diga esto no es tan bueno o sí lo es, me parece que va a ser más interesante que el dato del Herralde”, dice Izquierdo.

Publica como Salvador Izquierdo, un juego de variaciones con su nombre: Jorge Izquierdo Salvador. Una comunidad abstracta y Te Faruru las concibe como parte de una trilogía, por la repetición de personajes y referencias. La primera, seleccionada en la lista larga del Herralde, también la envió a editoriales de Ecuador y Argentina, rechazada en la mayoría de estas, pero finalmente se lanzará en los próximos días, durante la Feria Internacional del Libro de Quito, con la editorial Cadáver Exquisito, en la colección Cajas Chinas.

Izquierdo escribió Una comunidad abstracta mientras cursaba un doctorado en Vancouver. Usa como excusa narrativa a un artista plástico viviendo en dicha ciudad con una beca y atraviesa una serie de situaciones vinculadas con el arte encadenadas con un conjunto de referencias con las que el artista busca hablar de sí mismo. “Todas las referencias terminan en una especie de autobiografía”, dice el autor.

Te Faruru, el título tentativo de la segunda novela corta de esta trilogía, se traduce en el idioma maorí como ‘Aquí se hace el amor’. La primera referencia de la obra son los grabados de Paul Gauguin, aquel francés que arriesga la conformidad del hogar por huir a una isla paradisiaca como lo es Tahití, la isla más grande de la Polinesia francesa. El escritor británico Somerset Maugham se apropió un tanto de aquella historia y publica La luna y seis peniques en 1919, más tarde Juan Carlos Onetti también la toma como referencia.

Izquierdo, toma Te Faruru para retomar la idea de un lugar imaginario. En su novela el centro es Uruguay, país que reconoce como un lugar idílico, aunque esté distante de lo exótico que fue Tahití para Gauguin.

“En realidad Te Faruru es solo el título, la novela está hecha de una serie de datos, de referencias concatenadas, muchas de ellas tienen que ver con Uruguay, pero no todas; también aparece Henry Miller y, a través de él, Anaïs Nin, quien fue su amiga y amante. Me apoyo mucho en las cosas que ellos dijeron. Anais Nïn habla de unos amigos peruanos y tomo eso de excusa para meterme en la vida de ellos”, cuenta Izquierdo.

Otra excusa narrativa en Te Faruru es la historia de su abuela, la escritora Teresa Crespo Toral, de quien dice fue la persona que más lo indujo hacia el arte y de alguna manera le rinde tributo. “Van entrando pequeños retazos de una narrativa más clásica y autobiográfica”.

Aunque existe un sinnúmero de referencias al arte contemporáneo y su vacuidad, explica que más que hacer una crítica es “reírse de las artes dentro de las artes, de nuestra pequeñez, en Una comunidad abstracta saco una frase de algún otro artista en la que dice que ‘la única lucha en el arte es la lucha entre artistas”, dice Izquierdo, argumentando con esta idea la intención de desvincular el trabajo artístico de la lucha social, o el compromiso político que se le ha otorgado en ciertos momentos. “En realidad se convierte en un juego de egos, de pelearse el uno con el otro, pero eso alimenta grandes obras literarias y pictóricas”.

Su obra no tiene una trama, no está escrita a largo aliento, no es una novela clásica, no hay descripción de personajes. “Es una escritura que defino como experimental y que me parece que es hacia donde tiene que ir la literatura porque ya el cine ha sobrepasado nuestras expectativas de trama. Si tú quieres saber de la historia de alguien en una película está mucho más claro todo”.

Considera que el problema con el que se debate actualmente la categorización de la novela está en lo narrativo, en las historias que intentan contarse de principio a fin, de hacer un relato realista de Ecuador en 2010 o 2020. “La gran novela realista que quiere mostrarte el mundo en una época creo que ya pasó, para eso están los novelistas del siglo XIX. Me parece que ahí sí vale la pena la narrativa y se siente cómo crean situaciones y salen bien, es parte de una época”.

En ese sentido, opina que escribir ahora ese tipo de libros podría resultar redundante y requiere un esfuerzo del lector. “Como que uno tuviera tiempo de leer 300 páginas de cualquier trama, de cualquier personaje inventado. No tiene nada de malo, pero debes tener un poco de consideración por el mundo en el que vivimos: con tantos libros que hay que leer, ¿para qué vas a sumar otra trama de esta? En parte, por eso creo que tanta gente está dedicada al cine, porque quiere seguir contando historias. Y el cine es el medio idóneo para seguir contando ese tipo de historias”. (I)

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