Las rúbricas fueron halladas en un documento que data del siglo XVI
Dos firmas de Miguel de Cervantes reaparecen
Aunque se conocía de su existencia, 2 autógrafos de Miguel de Cervantes Saavedra (1947-1616) estaban perdidos, hasta que la Universidad de Sevilla presentó un documento del siglo XVI que los contiene.
El archivo fue estudiado hace un siglo en la ciudad española de Sevilla por el abogado Adolfo Rodríguez, quien le dedicó a esa reliquia su discurso de ingreso en la Academia Sevillana de Buenas Letras, pero, desde entonces, permaneció junto con otra documentación aún por catalogar —parte del legado de los escritores Luis y Santiago Montoto— en la universidad sevillana.
Las rúbricas del autor del Quijote se deben a su intervención como testigo en un proceso a favor de su amigo, el comediante y mesonero Tomás Gutiérrez de Castro, cuyo ingreso en la antigua Cofradía del Sagrario había sido rechazado por no haber sido considerado persona de suficiente calidad debido a los oficios que ejercía.
El estado de conservación del documento —96 folios manuscritos, en letra procesal de varias manos y con algunas manchas de hongos en las primeras páginas que incluso afectan al texto— es “aceptable”, mencionó Eduardo Peñalver, director de la Biblioteca Histórica y Fondo Antiguo de la Universidad de Sevilla que, entre otras joyas, conserva una Biblia de Gutenberg.
Peñalver explicó que si el documento no fue redescubierto antes —en la biblioteca histórica de la Universidad se producen “redescubrimientos” a diario, dijo— fue porque “la biblioteca aún no había catalogado la caja en la que se hallaba, que contenía materiales muy diversos y desordenados”, principalmente notariales, aunque también recortes de prensa y notas sueltas, según el periódico español ABC.
Para Peñalver, el texto “constituye un testimonio precioso de los cauces por los que transcurría la vida social de Sevilla de finales del siglo XVI, una ciudad todavía opulenta, en la que jugaban un papel de primer orden ciertas convenciones sociales”. El manuscrito se suma al centenar de documentos en que puede leerse esa firma, muchos de los cuales se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla y en el de Indias, también en la ciudad andaluza, de donde el ‘Manco de Lepanto’ “extrajo la sustancia vital y estética que alimentó su talento creador y su universo narrativo”, dijo el catedrático de Literatura Rogelio Reyes Cano. (I)