Diana Gardeneira elabora armaduras que la protegen
Los nombres de las obras de la artista y activista feminista Diana Gardeneira pueden leerse con gracia en la comodidad de una sala de exposición. En Ecuador, con la revolución digital, se acostumbra a convertirlo todo en meme. Pero no lo es. “Bomboncito”, “Batir tus melones”, “Putita”, “Sapote”, son algunas de las palabras que las mujeres escuchan en la calle mientras caminan.
“Usarlas en mis obras de alguna manera era cambiar esa connotación negativa de una forma positiva o propositiva”, dijo Gardeneira en una entrevista con este diario, el miércoles pasado, antes de inaugurar su proyecto “Técnicas inútiles de empoderamiento femenino” en Muégano Teatro.
Aunque pueda parecer frívolo, parte de este trabajo empezó con las cifras. 722.772 mujeres han sido violentadas en Guayaquil, según datos del último registro del Instituto Nacional de Estadística y Censos. El 60,6% de las mujeres en Ecuador ha sido víctima de algún tipo de violencia. Pero a Gardeneira estos valores le parecían reducidos para una realidad descriptiva.
Trabaja con telas como una forma de simbolizar las diferencias de estilos y posibilidades de la representación femenina.
Ella armó su propia encuesta. Se conectó con mujeres agredidas y se encontró con que la cifra crecía. Dio con historias de mujeres violentadas, incluso por hombres uniformados que, se supone, tienen que preservar la seguridad ciudadana, pero pueden decir cosas como: “Súbete a mi moto, mamacita”.
Luego empezó a contar los monumentos de las mujeres levantados en Guayaquil, una ciudad que parece tener afición por construirlos en todas las formas. Notó que, además de que los próceres de la Independencia se repiten siempre, hay 97 estatuas donde solo cuatro son de mujeres y algunas otras que aparecen como alegorías de la libertad y el progreso.
Para visibilizar la violencia pensó en tomar la ropa, aquel símbolo que define una identidad femenina en la mayoría de los casos y un elemento con el que también se culpa a quienes reciben piropos en la calle con ideas como “si no quiere que la miren, no se ponga esa minifalda”.
La artista se pregunta, entonces: “¿Qué hago, me pongo toda la ropa encima? Con mi trabajo construyo armaduras para protegerme del mundo”. La serie de cuadros que presentará hasta mañana en Muégano Teatro, de 18:00 a 21:00 hoy, y de 16:00 a 20:00 mañana, son una especie de pintura ampliada. Son collages de piezas, imágenes puestas digitalmente una encima de otra, impresas en alta resolución e intervenida con pintura y ropa.
Presenta una serie de telas que trabaja con mujeres violentadas, gente que se anima a contar su propia historia mientras junta retazos y le da forma a su recuerdo atándolo con un imperdible. Quiere completar la cifra de mujeres violentadas en la ciudad en un gran mural que permita ver la cantidad de cuerpos que corren riesgo. Finalmente esta práctica de empoderamiento femenino la considera inútil. “Porque igual me van a acosar, igual me van a agredir, igual me van a matar, pero hay que crear conciencia y usar el arte para eso”. (I)