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El Telégrafo
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Desde el arte y la ley surge una invitación a debatir lo público

Desde el arte y la ley surge una invitación a debatir lo público
16 de junio de 2012 - 00:00

“No sé bien hacia dónde vamos o qué podemos lograr con estas conversaciones porque, a mi manera de entender, las políticas culturales que podamos tener como ciudad, sobre todo, están regidas por el poder municipal y a pesar de que estamos en una instancia gubernamental, no se cuánto poder tiene el Gobierno frente al enquistamiento que tiene el Partido Social Cristiano y todo lo que nos rodea en la ciudad.

Es un poder que tiene 15 años y, lamentablemente, yo veo que se va de largo”... Son palabras  del  fotógrafo y artista gráfico urbano Daniel Adum durante la sección de preguntas del último encuentro “Cultura al Debate”, con el tema Espacio Público: Arte y Regulación.

El 14 de junio, desde las 19:00, el Auditorio del Centro Cultural Libertador Simón Bolívar estaba lleno en su planta baja, poblado de artistas escénicos, representantes del movimiento GLBT, artistas visuales, músicos, cineastas y miembros de las subculturas rock y hip hop.

De acuerdo con el  moderador, el director provincial de Cultura del Guayas, Fernando Naranjo, debates como el realizado con la directora de Gestión Cultural en el Espacio Público del Ministerio de Cultura, Lucía Ruiz; el coordinador Provincial de la Organización Diabluma, Juan Ávila; la arquitecta y directora de Espacio Vacío, galería de arte en construcción, Valentina Brevi, y Adum son necesarios justamente para que la ciudadanía comience a expresarse.

Para Juan Ávila, el debate era fructífero porque se hablaba de derechos que, de hecho, ya se consagran en los artículos 23, 377 y 32 de la Constitución. El grafitero, expresó, no puede ser un delincuente ni su cabeza tener un precio como los $ 1.000 que se ofrecían en Guayaquil, hace poco, a cualquiera que los denunciara.

La arquitecta Marcela Blacio comentó que hay una privatización de los espacios y que no hay regulación posible, ya que el espacio público es toda la urbe, una categoría de discusión mucho más profunda que tiene que ver con una manera de pensar, de vivir, de sentir. Jonathan, identificado así por los organizadores del foro, B-boy hace 15 años y representante de la Federación de Hip Hop, dejó en claro que no debe politizarse el tema, ya que desde el 12 de agosto de 2010 cuando la Ministra de Cultura entregó los espacios públicos hicieron notar que ellos han sido discriminados y golpeados por policías y militares y nadie ha dicho nada, además de que sienten que la ayuda del Gobierno viene de la Constitución hecha por los ciudadanos para los ciudadanos, y que la realización de sus proyectos de arte es factible si se toma en consideración la ley de cultura.

La agrupación de grafitis New People, proyecto iniciado con el Municipio de Guayaquil y ahora alineado al MIES y el Ministerio de Cultura, se retiró de la sala al igual que la Federación de Hip Hop.

Integrantes de la Asociación Teatreros “Casa del Teatro”, entre ellos Marcos Soria, se preguntaron quién será el regulador del “buen uso” del espacio público y cuáles serían los reglamentos, adicionales a los que ya cumplen, para acceder a esos locales y presentar su arte.

Óscar Ugarte, de la comunidad GLBT, hizo público que ellos luchan por existir mientras los artistas luchan por expresarse, por ello el 30 de junio harán la exposición y desfile del Orgullo Gay por el Malecón, 9 de Octubre y Zona Rosa. Christian Terán, del Movimiento Rock Guayaco, expresó que a ellos les preocupa que al hacer conciertos en el espacio público les prohíben vender discos o camisetas artesanales de las bandas, cuya recaudación ayuda en parte a financiar los eventos.

16-06-12-cultura-adumLa postura de Daniel Adum

Lejos del foro y del auditorio donde se definió el arte pertinente para el espacio público, se inquirió sobre quién califica lo que puede presentarse y se criticaron, incluso, los procesos de concurso y asignación de los apoyos del Ministerio de Cultura, Daniel Adum, “cansado y agobiado por el estéril debate”, dijo que no lo enloquece hablar de las posibilidades culturales de Guayaquil porque para él son nulas y el tema debe ser abordado desde una iniciativa personal para luego  concebir un asunto colectivo de ciudad.

Añadió que todo es espacio público, menos los sitios regenerados y que su proyecto Litro x mate (poner color a la ciudad, en contraposición a la disposición del Municipio de Guayaquil, que cubre de gris las paredes) ya cumplió su ciclo.

Adum, quien fue perseguido por el Municipio por pintar las áreas públicas, ratificó que esa lucha lo agotó porque tuvo un desgaste económico de sus recursos en la creación de arte callejero que fue borrado, además de que la manera de hostigar y perseguir, sin posibilidad de diálogos por la constante actitud de primero agredir y luego querer conversar, le resulta preocupante.

Como también creador de la Chanchocracia®, obra que luego de ser una serie de grafitis de chanchos en diversos lugares de la ciudad participó en el salón Mariano Aguilera de Quito y ganó el segundo lugar, espera que su trabajo sea notado y sostuvo que de los participantes en el foro hubo quienes hacen y otros que, solamente, hablan.

Citó a los Diabluma que, a través de su tendencia más política, a pesar de hablar hacen bastante. Él seguirá activo desde el Inmundicipio, un espacio cultural de bajo presupuesto y underground, “que es lo que Guayaquil necesita”.

Desde la polis y el ambiente

Lucía Ruiz defendió que esta charla integrada al espacio “Cultura al Debate” se haya decidido hacer en Guayaquil, ya que se trata de un lugar importante para comenzar un debate sobre gestión cultural en áreas de dominio público, pues la política sobre este tema está comenzando a construirse y se quiere la participación del mayor conjunto de gestores y manifestaciones culturales posibles.

Le quedó la sensación de que los gestores culturales se manifestaron, pero no se escucharon entre sí y, para ella, ese es un elemento fundamental cuando se trata del espacio público: debe  ser un espacio articulador, de diálogo, de aceptar al diverso, por ello se alineó con la postura del grupo GLBT, que lucha por vivir.

Ruiz rescató que todos los panelistas evidenciaron la diversidad de propuestas para la construcción de la gestión cultural, que es un derecho establecido por la Constitución, lo que implica obligaciones. “Todavía nos falta entender que el espacio público es nuestro, pero también para cuidarlo. Tenemos que construir articulaciones y no pensar que nada más lo mío es lo que sirve”, señaló.

Para ella, el órgano rector de la política es el Ministerio de Cultura, pero los procesos que se viven en cantones, como Guayaquil, demuestran que históricamente ha habido una visión demasiado elitista, demasiado limitadora, de todo el tema de las manifestaciones culturales, ahora hay que entrar al proceso de diálogo para una regulación que permita la visibilidad de todos, “de manera ciertamente normal”.

No se trata de hacer lo que uno quiere sino, dice, de cómo se manifieste y qué impactos genere dicha manifestación en el cuerpo social y la sensibilidad colectiva.

Sus principales proyectos ahora son que la gente se empodere y se tome los 11 centros interculturales comunitarios que hay en el país, como el de Playas, para descentralizar la gestión cultural hasta hace poco absolutamente invisibilizada, para que se demuestre la diversidad cultural del país.

Aunque la Ley Orgánica de las Culturas esté en debate, ya se trabaja para que el espacio público tenga una política participativa, para que los ciudadanos hagan públicas sus necesidades, demandas, y en función de articular un espacio amplio en donde lo rural, por ejemplo,  también tiene posibilidad de manifestarse.

Por su experiencia con lo ambiental -entre otras cosas fue consultora de organismos internacionales, como FAO, GIZ y UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza)- surge su creencia de que naturaleza y ambiente no pueden separarse por nada.

16-06-12-cultura-foro-02Espacio público controlado

Valentina Brevi prefirió explayarse sobre el asunto del espacio público tomando como vía de reflexión la muestra de la artista Lola Duchamp, que tenía abierta esa misma noche en Espacio Vacío.

Como arquitecta y docente de esta carrera hablar sobre espacio público es necesario en la medida en que se entable un diálogo con el espacio privado, como lo logra a veces más o a veces menos con su galería.

En su opinión la repercusión del trabajo de artistas como Adum es que ahora los medios quieran participar del debate. Su postura es que hay que apropiarse del espacio público, que verdaderamente se defina y se sepa cuál es su extensión y cuál es la responsabilidad del ciudadano sobre él, y aunque si bien es cierto que el Estado debe proveer el espacio para todo, de quien depende que eso suceda es de la ciudadanía.

“Si la ciudadanía no acciona, no va a suceder nada por mucho que el Estado dé o considere los espacios y, en ese sentido el Malecón, por ejemplo, a pesar de ser un espacio regulado y con todos los problemas que pueda tener -sobre la división que crea con la ciudad, etc.-, es un espacio del cual la ciudadanía se ha apropiado”.

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