“En el arte es preciso dejar la piel”, manifiesta David Cumbe Farías, joven acuarelista que ha desafiado la técnica en su primera muestra que inauguró a inicios del mes abordando lo cotidiano y un poco de sus memorias personales.

“Mis obras de arte tienen como singular desafío: estimular y vibrar el fino nervio óptico del expectante y despertar emociones internas y externas de quienes gusten o no del arte, afectándolos así, en sus corazones”, expresa el artista, de 37 años, quien inició esta carrera de la mano de su padre Eloy Cumbe Trujillo, miembro de la Asociación Cultural Las Peñas y quien fue su presidente en el período de 1984 a 1986.

Al igual que Pablo Picasso -uno de sus referentes más admirados- David se escapó de la norma académica para asaltar los sentidos y emociones de sus espectadores.

Más la influencia de grandes como Salvador Dalí, Paul Klee, Vasili Kandinski, Joan Miró, Henri Matisse y otros artistas de lo abstracto, que se puede apreciar en el estilo del intrépido acuarelista.

“Me llamó mucho la atención cómo ellos jugaron con las formas y los trazos. En especial mis obras tienen mucha influencia de Picasso, porque me gustó mucho la  deformación que él aplica en sus obras”, comenta el pintor, quien a partir de su búsqueda e investigación forjó un sello  propio.

Una muestra atrevida
“Su temática apunta a lo surrealista con matices abstractos, figurativos, fauvistas, fantásticos, cubistas y, sobre todo, mágicos”, reseña el escritor e investigador académico en el folleto que describe la obra de Cumbe.

Cuatro meses le tomó al guayaquileño crear más de 15 cuadros que constan en la Sala Araceli Gilbert, de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas, en una exposición que estará abierta al público hasta el 22 de junio en el horario de 09:00 a 18:00.

“Al principio alguien me dijo que había sido muy salvaje, intrépido y directo, porque por lo general en la acuarela se realiza el detalle, la luz, la transparencia, hacer la ventanita, el paisaje, la fruta,  con delicadeza, en cambio fui algo grotesco, una locura”, cuenta Cumbe que le expresó alguien sobre su muestra.

Eso le recordó a Picasso nuevamente cuando al precursor del cubismo le dijeron algo similar sobre su obra “Las señoritas de la calle de Avinyó”: “Los concursantes le dijeron que era una locura, era algo bestial y fue rechazado, pero porque se escapaba de la norma académica y eso es lo que yo también he desafiado en la acuarela y a los acuarelistas también”.

La búsqueda de la reflexión
“Me atrajo lo que investigué, el asunto del significado, la simbología, el trazo y la forma también. Si bien es cierto el color tiene un significado, pero también el trazo. Entonces yo jugué con el trazo, el color, la escena y la situación, todo va en cadena”, refiere el joven, quien con su obra logra robar la mirada del observador.

Una de sus obras está concebida en una breve secuencia sobre las fases que viven las parejas. El primero titulado “Novios, enamorados y amantes”, enmarca la etapa de la felicidad cuando dos personas despliegan sus sentimientos entre sí.

Mientras que “Volver pareja” es el segundo, donde los protagonistas atraviesan una crisis y se los puede ver discutiendo con expresiones de irritabilidad.

“Apelo al sentido de la percepción, no me enmarco en un solo tema porque tampoco quiero que la gente se encasille”, explica el artista que califica su exposición como “El principio y el fin”. (I)