“Los grandes bailarines no son grandes por su técnica, son grandes por su pasión”, dijo alguna vez  Martha Graham, coreógrafa bailarina, considerada la madre de la danza contemporánea.

Una frase que semeja a  la filosofía de cuatro docentes y semilleros de la  danza en Guayaquil, a propósito del Día Internacional de la Danza que hoy se celebra.

Una fecha establecida por la Unesco en 1982 y conmemorada por el gremio local no solo con el desarrollo de proyectos, sino también con la búsqueda de una mejor formación académica.

Para Jéssica Abouganem, directora de la Compañía En-Avant, la danza genera buenos hábitos y es un recurso que se ha convertido en una herramienta liberadora y protectora de artistas.

Para ella, el ballet es su rama de concentración y experiencia, pero sin desmerecer a ningún otro género danzario cree que al gremio le falta formación.

“Guayaquil tiene muchas academias y semilleros de formación empírica, de lo que está al alcance de cada una de las academias hacer”, sostiene la bailarina.

La directora opina que siendo el ballet la base de todas las danzas debería tener mayor exposición y corregir el concepto vinculado a formarse como maestro.

“Sí, el trabajo como docente es muy valioso pero el artista debe proyectarse como bailarín profesional con años de preparación”, expresa.

Un factor idóneo para plantear metas a los nuevos estudiantes es que las academias cuenten con un elenco profesional. “Es una figura de aspiración de los bailarines que comienzan en esta carrera”, refiere Abouganem.

En su experiencia como gestora y con pocos años de haber formado al elenco de su academia,  destaca su participación junto a la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG), en la obra Pájaro de fuego estrenada en septiembre de 2018.

Esta es una de las primeras iniciativas de su compañía que busca fomentar un modelo de trabajo basado en formar  orquestas sinfónicas con un cuerpo de baile, como existe en otros países.

“Las artes siguen siendo subestimadas, el Gobierno no se ha permitido promover más producciones y aunque no quiero echar culpas, en gran parte es su responsabilidad educar a su gente otorgándoles más artes y cultura”, indica.

Abouganem se alista para presentar La consagración de la primavera, su próxima obra con la OSG, a realizarse el 31 de mayo y 1 de junio, en el Centro Cívico.

Mala percepción de la danza
“La gente tiene que aprender que la danza es para bailarla no para enseñarla a los 18 años ni para ponerse a competir”, critica José Miguel Salem, director de las Escuelas de Danzas Jazz.

Piensa que la impresión de esta plataforma está tergiversada y al ejercerla como negocio fracasa rápidamente.

“Aunque parezca mentira en un 50% se inscriben a las clases por bajar de peso o por cambiar de personalidad”, asegura este pionero en musicales de teatro del país.

Dice que hay poco desarrollo en el plano artístico por los pocos espectáculos de danza en teatros y otros espacios relacionados.

“En Ecuador la gente no se arriesga mucho por este lado, hay más desarrollo en las artes plásticas o el canto”, refiere el productor que en septiembre pondrá en escena el musical Chicago.

Su colega Hugo Guerrero, bailarín por casi 25 años en Danzas Jazz, es uno de los pocos en la rama con el título.

“La danza te lleva a ser disciplinado, muy estricto consigo mismo y con tu contexto. A la danza le debo ser profeta en mi propia tierra”, asegura el docente  de Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).

Al igual que Salem, cree que debido al auge de concursos y festivales deportivos, la danza ha perdido su concepto y se ha convertido en propuestas deportivas.

“Lo que está perdiendo la ciudad es la danza de escenario, una obra clásica, de repertorio, una pieza que te haga pensar desde el contenido”, anota el máster en Educación Superior.

Este director de Danzarte Fundación Cultural  aplica la pedagogía metodológica, autodidáctica  y experimental, incluso la pedagogía basada en proyectos.

“Mientras existan escuelas que defiendan la danza desde el punto de vista académico creo que la danza va a prevalecer como arte y ciencia, que es lo que estamos buscando”, reflexiona.

Como miembro activo de la CID (International Dance Council), impulsa la certificación de la carrera en el país.

Así fue como el pasado 26 de abril graduó a la primera promoción de reconocidos bailarines con décadas de carrera empírica del país.

Ese mismo día también volvió a presidir el tercer Festival de Danza Libre, creado hace 4 años. La actividad expone los trabajos de los estudiantes que se han certificado. (I)