Cinco de cada diez quiteños, guayaquileños y cuencanos van al cine al menos una vez al mes. La mayor parte de las películas que han visto es por televisión abierta y cuando usan internet para ver cine prefieren ingresar a YouTube. Su motivación central es entretenerse, en la mayoría de los casos, con sus familiares o su pareja.

Qué película ver, es una decisión filtrada por el género del filme. El preferido es el de acción. La decisión pasa también por el tamiz del origen de la película: si es extranjera o nacional. Dentro de esta percepción el cine nacional y el independiente en general tienen una calificación baja respecto a Hollywood, un mercado con el que muchos cineastas consideran no es posible competir, considerando además que gran parte de la cartelera de las salas comerciales está copada por filmes de la gran industria.

El bosquejo de un determinado tipo de espectador de cine ecuatoriano es parte del sondeo que realizó la empresa Marketing Consulting por encargo del Consejo Nacional de Cine (CnCine), en Cuenca, Guayaquil y Quito, a través de 1.000 encuestas.

Los resultados se chocan con la reducción del público en filmes producidos en Ecuador, las formas como las personas ven este tipo de cine y la expectativa por ver más filmes de género, especialmente de terror y comedia, según el estudio. Esto, cuando en Ecuador 42 de los 57 filmes estrenados entre 2007 y 2015 han sido largometrajes de ficción.

“La industria cinematográfica y audiovisual ecuatoriana demanda de la medición y evaluación de sus distintas audiencias, para con esto generar estrategias de comercialización y mercadeo que lleguen a más espectadores, logrando así la rentabilización de sus producciones”, explica el estudio.

Para el director ejecutivo del Consejo Nacional de Cine, Juan Martín Cueva, “lo que existe en el mercado que analizó este estudio es una hegemonía, casi un monopolio de una sola fuente de producción y asimismo un solo discurso, un solo relato, una sola mirada, una sola estética. Es difícil cambiar los hábitos de consumo en una lógica que ya se ha instalado”, dice en una entrevista con este diario.

Cueva considera que este no es un fenómeno que se limita a Ecuador: es una tendencia planetaria, además, resalta que “se trabaja mucha diversidad de temáticas, de formatos, de géneros, de estilos, de tratamientos... lo que sucede es que esa diversidad no llega al mercado, no se visibiliza, y por lo tanto permanece oculta”. No obstante, considera que uno de los desafíos claros del cine local es educar al espectador. “Los hábitos de consumo se desarrollan desde la primera infancia. Es hacia allá donde deberían apuntar nuestros esfuerzos... hay que equilibrar esa estrategia, que implica una inversión sostenida y resultados a largo plazo, con otras que produzcan resultados más inmediatos. En el escenario actual se combina una estrategia que apunta a ampliar el espacio que tiene el cine nacional en el circuito comercial con el fortalecimiento y potenciación de un circuito alternativo. Lo que sucede es que para lo primero se requiere tener facultades de regulación del mercado, y la ley actual no establece esa capacidad, es un sector absolutamente desregulado”, dice Cueva.

La discusión sobre los desafíos del cine ecuatoriano frente a las expectativas de la audiencia no es una discusión reciente. Gabriela Calvache, por ejemplo, decía en una entrevista con este diario respecto al trabajo generalizado de los cineastas ecuatorianos en el cine de autor y no de géneros que “no es que se alinean por un capricho, ese es un espacio donde puede existir. El cine comercial tiene espacios tan construidos y delimitados que tu posibilidad de existir con éxito en esos espacios es menor. Todos los que no somos Hollywood estamos en una situación distinta. Tienes la opción de hacer cine comercial, pero va a ser muy complicada la distribución.

“Yo quiero que mucha gente vea la película y eso no significa que voy a cambiar mi concepto personal de lo que quiero mostrar... Por el contrario. Creo que hay algunas películas ecuatorianas que han cometido el error de cambiar un poco su visión para atraer la audiencia”, indica Alfredo Mora Manzano.

Para la directora de La Descorrupción, María Emilia García, “tal vez se debería considerar esos géneros como opción porque la gente no tiene una preferencia por el drama y el 90% de las películas que se hacen es de drama. Creo que el problema puede ser la semana en la que se programa, con quién compite”. García, quien trabaja en otro estudio sobre audiencias, comenta que los resultados coinciden en gran parte con el suyo, y que la incursión del cine local en géneros específicos dependería de asumir un riesgo y no necesariamente de presupuesto.

“Puede ser que el cine no sea el medio más idóneo para el cine nacional, tal vez deba buscarse otra forma de exhibir películas ecuatorianas”, expresa García.

En ese sentido acoplarse a lo que determina el estudio sobre la televisión como uno de los principales medios de proyección en los que se ven películas ecuatorianas está regulado a través de la Ley Orgánica de Comunicación, que establece una cuota de 60% de la programación diaria para la producción audiovisual nacional. No obstante, esta cifra está mediada también por los contenidos interculturales.

“La Ley Orgánica de Comunicación establece varias disposiciones que se supone que iban a transformar la relación de la TV con el cine en su programación y en su financiamiento... pero ello no ha sucedido. Se puede pensar que es muy reciente su vigencia y hay que esperar, pero pienso críticamente que esa ley tiene una debilidad, que es un régimen de sanciones insuficientes, y muy pocos incentivos para mejorar y multiplicar la producción nacional independiente”, indica Cueva. (I)