Corpus in Situ, un modelo para armar propuesto por 17 artistas emergentes
Dos repositorios quiteños acogen la obra de 17 artistas emergentes en la exposición Corpus in Situ. El entorno social, lo cotidiano, investigaciones de caso y hasta autorretratos se pueden ver en grabados, pinturas, esculturas e instalaciones.
El cuerpo en su espacio es el objeto de la muestra, explica Cristian Guamán, uno de los autores y egresado de la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador, que realizó los estudios con lápiz de grafito y borrador para Fragilidad del cuerpo.
Se trata de una autorrepresentación que tiene que ver con la muerte, el ahogo o asfixia entre los problemas.
En la Sala Víctor Mideros, de la Casa de la Cultura (CCE), se puede ver la obra de los artistas hasta el 30 de agosto y, en el Salón Protocolar, del Centro Cultural Metropolitano (MET), otra parte de la muestra se puede visitar hasta el 2 de septiembre.
Yoselin Moya usó la técnica óleo sobre lienzo para Palpitación estética, un autorretrato sobre los conflictos y reflexiones en torno a las cirugía plástica.
El guion se elaboró de forma colectiva y la curaduría fue de los docentes Christian Viteri y Olivier Tobar. Hay un concepto visual en el recorrido de cada exposición, dice Melisa Vásconez, otra de las autoras de las obras Aflorando y la serie Elemental.
Necesito que regreses es la serie de autorretratos en grabado de Wendy Domínguez, quien exploró distintas técnicas, mixturas, como la goma bicromatada con poliéster y la acuarela visibles en la CCE.
Aguafuertes, aguatintas, offset e impresiones se pueden ver en el MET, junto a las fotografías ganadoras del World Press Photo 2018 expuestas en la Sala V de dicho centro cultural.
Contra la alienación
Alienados, de Fernando Rosales, es una de las series que se pueden observar en el norte y centro de la ciudad. Con sus instalaciones, el artista aborda la manera en que la televisión basura puebla el imaginario de las personas, su interior y consecuente forma de ver el mundo.
Santiago Uquillas hizo un mural con arcilla roja, oxidada, para Pasional. Se trata de la representación de las emociones que generan la vanidad, lo sexual y la ira. Las estéticas reunidas van de lo dantesco al realismo social.
La Virgen de la Ausencia
Zazet (Jacqueline Lidioma) hizo una investigación que incluyó entrevistas y diálogos con familiares de desaparecidos en Ecuador. De esa convivencia surgió La Virgen de la Ausencia, una imagen femenina, con un niño ausente en brazos a la que rodean pétalos de rosas y velas encendidas cerca de la que los espectadores se santiguan.
David Ezequiel trabajó con plastilina y papel sobre el morbo, lo que atrae como un abismo, en la instalación que presenta escenarios como en un caleidoscopio de escenas para fisgones.
Palpitación estética, de Yoselin Moya, aborda las cirugías para cambiar de apariencia, un conflicto entre lo real y lo imaginado, lo que se acepta y cambia representado en óleo sobre lienzo en un autorretrato de tonos rojizos y ocres que simula una tela de araña, un velo que se descorre o impone en la imagen femenina.
Pero no todas las imágenes son estáticas. Ángela Cultid hizo una animación digital que se puede ver en la CCE, y en la que se recrean los movimientos de capoeira, basados en la naturaleza, a partir de grabados que se exponen compilados en un libro que está en el MET.
Artistas que ‘afloran’
Aflorando, de Vásconez, se hizo con una técnica peculiar, el lifecast sobre yeso. Este método emplea modelos naturales que funden partes de su cuerpo, dos manos de una persona, otra mano de otra y el rostro de una tercera. “Es el deseo de surgir cuando no te lo permiten”, cuenta la artista, quien obtuvo el premio Universidad Central por el trabajo citado, que se exhibió por vez primera en un tatoo fest y simboliza la suerte de competencia entre creadores.
También hay una crítica a los medios de comunicación, en Los infortunios de los demás saben a miel (serografía mixta), de David Carrera. Allí aparece la muerte de Gabriel García Moreno en un periódico sobre el que se han posado moscas sanguinolentas.
En el MET, sobre arena, se exponen unas botellas de náufrago que se pueden tocar y contienen los testimonios reales de familiares de desaparecidos con quienes trabajó Zazet. Otros de los artistas son Romina Leiton Garay, Juan Carlos Note, Édgar Olivares, Monserrat González o Gustavo Pico. (I)