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Cerati sigue en un sueño extenso

Cerati sigue en un sueño extenso
15 de mayo de 2013 - 00:00

Gustavo Cerati mueve la cabeza hacia la puerta cuando su madre, Lilian Clark, llega a su habitación. También reacciona, levemente, cuando un amigo le habla o un músico le toca una canción. “Llegás y lo ves sentado, como si estuviera durmiendo. Se ha dicho tanto de él, está hermoso”, dice una persona que lo visitó hace poco en su cuarto de la clínica Alcla, de Buenos Aires, donde el exmúsico de Soda Stéreo está hospitalizado.

Hoy se cumplen tres años desde que sufrió un accidente cerebrovascular después de tocar en el campo de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, el 15 de mayo del 2010. Trasladado de urgencia a la Argentina en estado de coma, Cerati está internado en la clínica Alcla desde el 24 de octubre de aquel año.

Ayer se conoció el último parte médico, firmado por el director del nosocomio, Gustavo Barbalace: Cerati, de 53 años, “continúa en asistencia respiratoria mecánica, sin cambios neurológicos, clínicamente estable, sin intercurrencias agudas, y sin lesiones agregadas”.
Y añadió: “se realiza movilización kinesiológica pasiva y estimulación permanente en las áreas de terapia ocupacional y musicoterapia”.

El parte fue divulgado desde la página oficial del músico, desde donde su familia agradeció “el respeto y las demostraciones de afecto que nos suman fuerzas para seguir adelante acompañando a Gustavo incondicionalmente”. “Entendemos la necesidad de información que nos requieren en virtud de cumplirse tres años del accidente que mantiene a Gustavo en esta difícil situación. Es por esto que compartimos un parte médico actualizado”, señaló la familia.

Pero, ¿cómo es la recuperación del músico que, a los 53 años, vive internado en una habitación rodeado de todos los adelantos médicos necesarios para su recuperación?

El diario argentino Perfil reconstruyó en parte el día a día del músico. Cuatro mujeres son las que lo cuidan: su madre, Lilian; sus dos hermanas, Estela y Laura, y su tía Dora. Solo ellas tienen permitido ingresar a la habitación a través de un detector de huella dactilar. Las demás habitaciones de la clínica tienen las puertas abiertas.

La rutina del músico se mantiene firme. A las 9 de la mañana  las enfermeras entran a su habitación, lo levantan y lo sientan en un sillón especial ubicado frente a su cama. Entonces recibe una serie de estimulaciones para hacerle mover algunos de los músculos de su cuerpo. También lo visten: le ponen zapatillas, un pantalón y una camiseta, o un abrigo según la época del año.

Las sesiones siguen por la tarde: lo vuelven a sentar y lo dejan así hasta las ocho de la noche. Allegados al músico contaron que, a veces, lo afeitan. Su peluquero y amigo personal, Óscar Fernández, ha ido a cortarle el cabello en ocasiones. “Los médicos son los que ven el monitor, pero nosotras somos las que estamos y lo vemos todo el tiempo”, dijo su tía Dora al diario. “Vamos, Gustavo, te tenés que despertar, nosotras sabemos que acá te están tratando bien, pero afuera hay mucha gente que te quiere”, le ruegan.

Incluso las cuatro mujeres organizan códigos que Cerati pueda entender y aplicar: “cuando es no, movés el labio para arriba, cuando es sí, lo haces para abajo”. Pero no funciona.

Sin embargo hay estímulos a los que sí responde, lo que da paso a las esperanzas de la familia. “Cuando su madre llega, él mueve su cabeza hacia su lado al ingresar al cuarto. O cuando alguien le pide que trague saliva, lo hace, o cuando escucha la voz de un amigo o un músico que simplemente se acerca a tocarle una canción”, escribió Perfil.

A tres años del accidente que lo dejó en coma, la familia de Cerati aún cree en los milagros.

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