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Camila Sosa Villada, escritora, actriz y prostituta retirada

Camila Sosa nació en 1982 y tenía 16 años cuando empezó a travestirse. Estudió cuatro años de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba e hizo otros cuatro de teatro en la misma universidad.
Camila Sosa nació en 1982 y tenía 16 años cuando empezó a travestirse. Estudió cuatro años de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba e hizo otros cuatro de teatro en la misma universidad.
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"Carnes Tolendas", "La novia de Sandro", "El viaje inútil", "Las malas" y "Tesis sobre una domesticación" son la carta de presentación narrativa de Camila Sosa Villada, cordobesa transgénero ganadora del premio Sor Juana Inés de la Cruz en la FIL de Guadalajara de este año y hoy una de las invitadas a la Feria Internacional del Libro Quito 2020. 

Nació en un pueblo situado a media hora de Córdoba, en Argentina, el 28 de enero de 1982. Cuando tenía 16 años empezó a travestirse; estudió cuatro años de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba e hizo otros cuatro de teatro en la misma universidad. 

Adoptó el nombre de Camila por Camille Claudel, la escultora francesa, pero hubo un tiempo en el que se llamó  Valentina.

Carnes Tolendas, su tesis de grado en la universidad, fue la obra con la que se dio a conocer en el mundo teatral y literario, pero primero tuvo que escuchar a su padre decir que si continuaba siendo trans terminaría prostituyéndose. No se equivocó, pero lo que jamás él pudo advertir era que su hija se convertiría también en actriz, cantante y escritora.

Una tarde, saliendo de la universidad, a Camila le preguntaron cuánto cobraba, entonces prorrumpió en dudas que murieron cuando se decantó por el amor líquido y se embarcó en el auto de ese hombre al que la carne le urgía. 

Aquel día, sin proponérselo, puso la primera piedra del constructo de su expresión artística porque su arte ha estado ligado al desengaño amoroso y al disfrute erótico del cuerpo. 

"Tal vez los poemas de 'La novia de Sandro' hablen sobre una complejidad para la que algunos lectores no están listos y esto es lo maravilloso de la escritura. Nunca habían leído a una travesti hablar sobre el amor. No es mi culpa", manifestó Camila en una entrevista. 

Está convencida de que la escritura debe ser provocadora y brutal. Y es consecuente con lo que dice; así se palpa en el documento suscrito por el jurado que le dio por unanimidad, frente a 67 obras internacionales, el premio Sor Juana Inés de la Cruz en la FIL de Guadalajara: "Su texto es rudo y a la vez hermoso, este extraño equilibrio lo convierte en una obra sobresaliente, cargada de lirismo, rabia y redención".

Camila compitió con escritores de Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, Italia, México, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela. Pero para ella su narrativa es una suerte de historia propia, su visión del entorno en el que se desarrolló.  

"Es un canto al travestismo, cómo yo viví mi propio travestismo, cómo sentí que se lo tomaban mis padres, cómo sentí que se lo tomaba el pueblo de donde yo era. A pesar de que el libro fue escrito entre 2017 y 2018, comenzó a escribirse desde el día en que nací".

El premio Sor Juana Inés de la Cruz, un reconocimiento a la literatura de las mujeres, ha sido entregado antes a Marcela Serrano (Chile); Laura Restrepo (Colombia); Claudia Piñeiro (Argentina); Margo Glantz; Gioconda Belli (Nicaragua); Almudena Grandes (España), entre otras autoras hispanoamericanas. 

Camila Sosa se considera una prostituta retirada: ahora tiene más clientes que la aplauden después de cada función y gana mucho más dinero. "La novia de Sandro", su obra más emblemática, es una poesía que transita por  los enigmas del amor travesti.

"Sigo siendo una prostituta, de las peores, de las más peligrosas y marginales jugando un poco a ser actriz, a ser escritora, pero sigo siendo una puta, en retirada, pero una puta que sabe hacer dinero con su cuerpo. Hace muchos, muchísimos años que no cobro por tener sexo, no a la manera convencional, pero todos, todas, estamos pidiendo algo a cambio para desnudarnos y recostarnos sobre la piedra de los sacrificios", dijo en una entrevista para BBC.

Le parece una postura burguesa el que se diga de ella que el teatro y la escritura transformaron su vida porque escribe y actúa desde que era una niña. "Todas esas suposiciones son violentas. El tema de los logros también me resulta ajeno. Ni por un segundo se me cruza pensar que un premio puede ser un logro para alguien. Es como pensar que un título universitario es un logro. Logros son otra cosa: mis ñoquis con pollo;  dormir en brazos del chico más sexy del barrio, tener dinero...".

“Mi primer acto de travestismo fue empezar a escribir”, dijo alguna vez en relación a su identidad porque cuando empezó a escribir la protagonista era ella y se llamaba Soledad, y esa fue la primera exploración que hizo con el lenguaje, aunque ya desde los tres o cuatro años se ponía el maquillaje de su madre. 

"Dame prostitutas, yonquis, cosas sucias. Todo lo que sea sucio y maloliente me encanta como material dramático", manifestó en una entrevista para Infobae, pero también aclaró que el discurso lastimero que la gente tiene sobre las travestis, "que las personas se duelan constantemente de ellas como si solamente fueran dignas de lástima", no les está haciendo un favor. "Tenemos que poder ser alegres, trabajar desde la alegría, heredar alegría a las (trans) que nacen". (I) 




Fuente:  Página 12, El Clarín e Infobae.   

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La autora de "Vestido de novia" (Tusquets, 2014) vino al país como invitada de la XII Feria del Libro de Quito. Como editora, trabaja para que la mirada de las mujeres en la escritura deje de estar excluida. Tiene cuatro cuentarios.

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