Autocrítica en el Salón de Julio
Un soporte circular, un tondo de madera, muestra una pieza de arte conceptual que critica formas de producción del arte conceptual.
La obra se llama Técnicas de seducción para sacudir a 7’351.624 artistas conceptuales, y el miércoles fue anunciada como la ganadora de la última edición, la 54, del Salón de Julio Fundación de Guayaquil, organizado por el Museo Municipal.
El artista quiteño Wilson Paccha, autor de la obra (que le ha valido los $ 10.000 que entrega el primer lugar), afirma que es una forma de “desvirtuar prácticas facilistas del arte conceptual”.
Paccha ejemplifica aquello que critica con su propia obra. “Ojalá no me cueste el cheque, pero para mí esta no es una práctica muy difícil. Para mí, este ejercicio, al menos el que yo realicé, es un argumento fatuo de asociar antropología, sociología y un poco de praxis”.
Como anécdota, se refiere a la cifra que se encuentra pintada en el centro del cuadro (foto), es la fórmula de la zona áurea (de oro), número que describe una proporción de atribuciones estéticas y, en ocasiones, místicas.
Paccha cuenta que, originalmente, la idea era dibujar la fórmula de pi (3,1416...), “pero quise pensar en otra forma más trascendental”.
Para el español José Luis Corazón, crítico y curador de arte, y miembro del jurado de premiación en esta edición del Salón de Julio, el ganador “emplea la ironía no contra el arte conceptual, sino contra ciertas lecturas de ciertos conceptualistas”.
El crítico califica la obra como una sátira, y de ningún modo como un ataque al arte conceptual. “Cuidado, porque lo que critica es lo que está practicando”, advierte este español que recuerda, además, que “la pintura es un arte conceptual de los primeros”.
En segundo lugar quedó el artista guayaquileño Stefano Rubira, autor de la obra Colgado. Es un trozo de muro blanco arrancado de la pared (como cuando se vende un grafiti de Banksy), y con partes en ruinas, que en una de sus esquinas superiores muestra a un diminuto hombre que se agarra del borde.
Según Corazón, en esta obra se muestra la “incertidumbre que hay en el presente, el aspecto ruinoso en que vivimos”.
Por su forma, Colgado no está pegada a la pared. Está en una zona algo más céntrica del Salón y puede apreciarse en cualquier ángulo.
Corazón aprecia el hecho de que la obra se pueda “rodear, merodear”, y dice que el jurado ha valorado “ese interés por mostrarnos lo que hay detrás de la propia pintura”.
El tercer lugar, de Patricio Ponce, es una sucesión de cinco retratos en óleo, con marcos decorativos, que empiezan con un Elefante blanco(que es, además, como se llama la obra); continúa con las Pussy Riot en el segundo; Julian Assange en el tercero; Obama, la reina Isabel, Kin Jong Un y Putin, en el cuarto, y termina con el rey Juan Carlos, y un elefante muerto detrás.
Con fondos que muestran recursos naturales por explotar, el tercer lugar reflexiona sobre las relaciones diplomáticas internacionales. La obra refleja “una actualidad totalmente certera”, opina Corazón.
Las menciones de honor correspondieron a Beauty Salon(Santiago Sojos), Confesiones de bolsillo(René Ponce) y DÍArío(Darwin Fuentes).
Corazón dice que, tras ver los trabajos que llegaron a la instancia de premiación (hay un jurado distinto de admisión), se evidencia que “estas obras forman parte de un presente, y de una corriente pictórica más global”.
Además, “la mayor parte de los artistas (que participaron) son jóvenes, algunos muy jóvenes, y muestran una fuerza que requiere que la pintura sea no solo eso que se cuelga en las paredes”, sino que “es un hecho sobre el que hay que reflexionar”, dice Corazón, que completó el jurado de premiación con los estadounidenses Richard Kalina, artista conceptual, y Lauren Click, galerista del Museo del Bronx.