El sirio participó de cada excavación de la ciudad patrimonio
Arqueólogos, de luto por el guardián de Palmira
El sirio Jaled al-Assaad dedicó 40 años a preservar el parque arqueológico de Palmira, una joya patrimonial para la humanidad de 2.000 años de antigüedad y hoy en manos del grupo radical Estado Islámico (EI).
La vida del célebre arqueólogo terminó de forma abrupta cuando fue decapitado por los yihadistas la tarde del martes pasado en la ciudad antigua de la provincia de Homs (centro de Siria). El cuerpo de al-Assaad fue colgado de un poste y la cabeza abandonada en el piso. Tenía 82 años.
La muerte del arqueólogo es la última atrocidad ejecutada por el EI, que al momento controlaría el 30% del territorio sirio e Irak y ha declarado un califato en los territorios que maneja. La agrupación no solo es un peligro para los civiles, sino también para el patrimonio histórico y cultural del mundo.
Según la ONU, más de 300 sitios históricos sirios han sido dañados, destruidos o saqueados desde que iniciaron los ataques yihadistas en 2011.
Oficialmente la milicia tomó la ciudad de Palmira el 21 de mayo. Cuando esto ocurrió, los yihadistas destruyeron una estatua de un león que databa del siglo II que fue descubierta en 1975.
Las agencias de noticias sirias han indicado que el día de su muerte, al-Assaad se enfrentó a los militantes del EI frente al museo de Homs y se negó a su ocupación.
Ayer jueves, los museos y parques arqueológicos de Italia izaron a media asta la bandera para rendirle homenaje al célebre arqueólogo.
La decisión fue tomada por el ministro de Cultura, Darío Franceschini, tras la propuesta del alcalde de Turín, Piero Fassino, indignado por la ejecución de uno de los mayores expertos en arqueología de Medio Oriente y quien fue jefe de antigüedades de Palmira de 1963 a 2003.
La Unesco, Francia y Estados Unidos denunciaron el asesinato “brutal” cometido por “bárbaros”.
Amr al-Azm, un oficial de antigüedades del gobierno sirio y amigo personal del arqueólogo, dijo al diario The Guardian que al-Assaad tuvo un rol importante en la evacuación de cientos de piezas del museo de Homs que el EI ocupó.
“Él estuvo resguardando tanto tiempo las ruinas y la ciudad que siempre dijo que viviría ahí toda su vida y que moriría en el lugar también. Desafortunadamente eso pasó”, contó al diario británico. (I)