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Álex Chico, filólogo y escritor español

“La escritura intenta dar respuestas a lo que no tiene”

“La escritura intenta dar respuestas a lo que no tiene”
06 de noviembre de 2018 - 00:00 - Jéssica Zambrano

Álex Chico (Plasencia, 1980) viajó de Barcelona, su lugar de residencia, a Portbou en 2015 para recoger los pasos del último lugar donde estuvo el filósofo y crítico alemán  Walter Benjamin, entre España y Francia, en su intento de huir de los nazis. Chico se contiene de su recorrido. O tal vez, el lugar al que llega se encarga de que su tránsito sea lento. Se encuentra con la estación del ferrocarril que ahora solo tiene una ruta, el túnel de Dani Karavan y la aduana; además de la forma como se ha ido vaciando el pueblo y escribe así “Un final para Benjamin Walter”, editado por Candaya.

Chico se repite a sí mismo un verso de Antonio Gamoneda “éste no es mi lugar, pero he llegado”. Se encuentra con la frontera, con un sitio para la memoria, el Coll de Belitres con sus símbolos franquistas y edificios abandonados. El autor va por Benjamin y se encuentra con un pueblo al que decide dedicarle su libro “Un final para Benjamin Walter”, escrito con la mirada del filósofo cuando dice que  “se perderá lo mejor quien solo hace el inventario de sus hallazgos sin señalar en qué lugar conserva sus recuerdos”.

En el texto se pregunta “hasta qué punto la literatura puede servirnos como medio para rectificar una vida pasada”. ¿Hay respuesta?

La literatura no me la ha respondido porque si lo hubiera hecho, tal vez debería dejar de escribir y yo quiero seguir escribiendo. Creo que en un libro como este, la reflexión final es justo esa, ¿hasta dónde el lenguaje es posible para expresar lo que queremos? Me he planteado si el lenguaje es una herramienta suficiente como para transmitir lo que uno desea. Creo que no lo es, es una herramienta defectuosa y la escritura es un intento por dar respuestas a lo que no lo tiene. Creo que nunca daré con una respuesta adecuada y si lo hago no podría escribir.

Hay una fascinación por Portbou, ¿cómo construye la voz del personaje que va tras Walter Benjamin y que es usted al mismo tiempo?

La combinación Portbou-Walter Benjamin es fantástica porque siempre convoca a una tercera cosa. Esa tercera cosa puede ser un narrador que se llama como yo, que va a visitar el lugar, que tiene mucho de mí, que cuenta una parte de mi vida, pero que tal vez no le ha sucedido todo lo que a mí. El libro también apuesta por, más que una ficción, una hipótesis, una probabilidad. Me gusta generar dudas en el lector, oraciones condicionales y creo que uno de los intentos, más que contar una verdad que tal vez nunca se sepa, me interesaba ser verosímil, generar duda, aunque tal vez no sea del todo yo. Nietzsche decía que una buena forma de hablar de uno mismo es escribir sobre uno mismo. La escritura a veces es una ocultación, estoy convencido de eso.

Hay una idea del peso de la historia, que se pierde en este lugar en el que la gente está con la expectativa de irse. ¿Cómo trabaja esa idea?

Me di cuenta de que podemos leer el presente a través del pasado. Luego me di cuenta de que necesitamos hacerlo, porque si perdemos esa perspectiva, sí perdemos la idea de que el pasado nos puede explicar buena parte de nuestro presente y nos ayuda al futuro, vamos a volver a repetir viejos vicios que uno pensaba olvidados. Me di cuenta de que en el libro el peso del pasado era muy grande, pero sobre todo anidaba respuestas para entender un poco mejor el presente, para no caer en vicios o barbaries actuales.

Hace hincapié en la idea de que hay pequeños hechos que fragmentan un territorio y lo transforman para siempre, pero es inevitable que la sociedad olvide la historia...

Hay ciertos momentos que son capaces de condensar toda una experiencia. Tenemos que estar atentos a identificarlos. El silencio es un discurso, es una declaración de intenciones. Por qué renunciamos o prescindimos de la historia. No lo sé. Walter Benjamin decía que a veces lo importante no es el tesoro en sí, sino las capas que recubren a ese objeto. Me di cuenta de que en el fondo, el objeto final, lo importante era todo lo que orbitaba alrededor, toda esa vergüenza, esa culpa.

Finalmente este lugar es una casualidad para Walter Benjamin, no algo fundamental en su obra y dice mucho de él...

Es curioso que un lugar en el que no te imaginabas transitar sea el sitio al que muchos van a peregrinar, a ver tu tumba. Me di cuenta de que uno muere de la misma manera en la que ha escrito, como si la escritura anticipara la forma en que vas a desaparecer del mundo. Walter Benjamin hablaba de eso, de los seres anónimos, de las tumbas sin nombre, de los lugares que no tenían emplazamientos conocidos y él acabó muriendo en un lugar así, como un anónimo. Parece que esa escritura hubiera anticipado de alguna manera su forma de desaparecer del mundo.

¿En qué momento decide escribir este libro y sacarlo de una pequeña crónica para un suplemento cultural?

Cuando escribo me interesa mucho dejar un poco a la vista el laboratorio del escritor y las dudas que ha habido. Yo iba con la ingenua motivación de descubrir qué sucedió en las últimas horas de Walter Benjamin y me di cuenta de que no era lo único importante, sino que iba a tener una repercusión en lo que había escrito. ¿Por qué me sucedió eso? Porque encontré un escenario en el que se condensaba lo que somos como civilización, un espacio que habla no solo de nuestro pasado, sino de nuestro presente, que habla de nuestra manera de entender la historia, que nos solidariza como sociedad, como política y aquello se me impuso. Al final hice lo que quería. Tal vez hice lo que quería Walter Benjamin, hablar del tesoro del lugar, lo que lo recubre.

En este lugar en el que se construyó un paso entre las fronteras con una gran expectativa ves cómo se condena un territorio a su fin desde que se construye, ¿es una especie de advertencia para la sociedad?

En el caso de Portbou vi pasado, vi presente, pero me cuesta mucho imaginar el futuro. Tenía la sensación de que era parte de un mundo. No tengo dotes adivinatorios, capaz aparece una inversión alucinante y cambia por completo, pero de momento nada nos hace imaginar que ese lugar sea distinto. Tal vez sea una metáfora de lo que vivimos en Europa, cómo tratamos el pasado, cómo afrontamos el presente y el poco futuro que nos queda por haber prescindido de esas etapas anteriores.

¿Descubrió algo de Walter Benjamin?

Que podía leer el lugar de una manera benjaminiana. El libro no creo que se ocupe tanto de la figura de Walter Benjamin, pero sí que él me había ayudado a mirar de otra manera, de eso me di cuenta cuando fui a Portbou. No había leído a Benjamin, Benjamin me había enseñado a mirar. (I)  

Su libro

Editado por Candaya

Esta novela de Álex Chico se introduce en un lugar deshabitado por la historia.

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