Luis Bonoso ambienta las calles de Guayaquil con jazz
Todas las mañanas sale de la Cooperativa San Genaro, sobre la vía a Yaguachi, y toma un taxirruta para trasladarse a Guayaquil.
Un saxofón, un parlante portátil y su mochila conforman el equipaje de Luis Bonoso, quien trae música a la urbe hace siete años.
El jazz es lo suyo. Un género con el que ambienta distintos rincones del centro, Urdesa y Alborada.
Hace dos meses le autorizaron para tocar en los Malecones 2000 y del Salado, sitios donde no figuraba un performance musical o de artes escénicas.
Pero Luis tuvo suerte y le “concedieron permiso” para ambientar con su repertorio estos espacios regentados por la Fundación Malecón 2000.
Al pie de los baños, ubicados sobre la explanada de La Bota en el Malecón del Salado, Luis Bonoso interpreta baladas conocidas en género de jazz.
“No tengo contrato, tampoco sueldo, pero ya me dejan recibir lo que la gente me deja”, cuenta el músico que se instala martes y jueves en la explanada de La Bota (Malecón del Salado).
Dice que para inspirarse no invoca rezos ni cábalas. Sus dedos hacen la magia con el instrumento de viento que interpreta desde los 18 años.
La tarde del martes 19 de agosto lo logró con “How deep is your love”, de la banda británica Bee Gees.
Personas de la tercera edad que hacían fila para ver un espectáculo en Las Tablas, aprovecharon la espera para escuchar su estilo.
Aunque a pocos metros de este local, al pie del Microteatro GYE, un sonidista que calibraba la potencia de sus parlantes los distrajo.
Esta prueba de audio sonaba en alto volumen la versión en salsa de “Clocks”, del grupo Coldplay, por encima de la melodía del saxofón.
Luis se colocó los audífonos y prosiguió con su balada. Pero “Clocks” opacó por completo su armonía.
La gente que transitaba se tapaba los oídos ante la mezcla de ritmos y melodías que generaban un estruendo.
Con mucha creatividad, Luis apagó la pista de los Bee Gees y siguió con afinado acierto los acordes de la composición de Chris Martin.
Así capturó la atención de los pocos espectadores que, a las 15:00, deambulaban sobre esta explanada por el lado de la avenida 9 de Octubre.
La inclemencia del sol golpeaba sin piedad a los pocos caminantes de la zona, algo usual en estas tardes de la época seca en la Costa.
Uno de los sitios donde Luis Bonoso lleva su música es la esquina de Aguirre y Pichincha, donde tocando unas tres horas gana de $ 3 a $ 8.
Luis comenta que escogió este horario porque no se le cruza con sus estudios en la carrera de Artes Musicales, en la Universidad de las Artes (Uartes).
Cuando tiene clases se queda en este campo universitario para almorzar en la cafetería, sobre el pasaje Illingworth.
El pasado miércoles 21 de agosto, a las 14:00, se dirigía al comedor empujando el soporte de ruedas donde lleva su saxofón y el equipo de sonido.
En el comedor escogió una mesa donde dejó sus pertenencias y se ubicó en la columna frente a caja, para pagar su almuerzo.
Del menú escogió un espagueti a la carbonara y la sopa de pollo. Luego se instaló a comer y aprovechó para revisar su celular.
Cuando terminó, vino la charla, en la cual mostró su lado tímido y el cuidado que guarda al escoger las palabras para expresarse con sus conocidos.
Me invitó a su siguiente aventura y ayudé a empujarle el soporte de equipos que desplazó hacia la Plaza de la Administración.
El árbol frente a la Biblioteca de la Uartes, en la esquina de Pichincha y Aguirre, fue la parada escogida.
Se instaló sin prisa. Arrimó la caja de sonido, la encendió, abrió el estuche del saxofón y acomodó el letrero de cartón que dice “Colabora con el arte”. Enchufó su celular al parlante y sonó la pista “What a wonderful world”, de Louis Armstrong.
Varios centavos se fueron acumulando en el estuche que lo acompaña hace cinco años. Algunas monedas llegaron de la mano de un mendigo y un vendedor de refrescos.
“Muchas gracias”, les dijo Luis a estas personas que en su opinión “son los que más sorprenden porque sacan de lo poco que ganan para compartírmelo”.
Algunos jóvenes también se acercaron a grabar su versión del tema de Armstrong, el cual interpretó con su saxofón tenor marca Jean Paul.
“Es una de mis favoritas porque la letra dice todo lo que veo a mi alrededor, así como este árbol tan verde y ese cielo azul que invitan a reflexionar lo que expresa la canción: qué maravilloso mundo”, reveló Luis. (I)