Christian Bertoncelli, cantante de la banda de heavy metal Renacer
Bertoncelli: "El heavy metal necesita un recambio"
Christian Bertoncelli contesta el teléfono de We Rock Tattoo, el estudio donde es tatuador hace 19 años. Allí, en el barrio Colegiales, una calle que separa del Teatro Vorterix de Buenos Aires al exintegrante de Bajel, Azeroth e Imperio.
Pero vive en Lomas del Mirador, otro lugar histórico del metal argentino, a más de una hora de recorrido.
Una noche, antes cruzar ese trecho, cuenta que dejar los escenarios mientras se recuperaba de una cirugía en la garganta hubiera sido una pérdida de tiempo, una que evadió componiendo los temas del disco que extiende la metáfora del Ave Fénix que es Renacer, con el título Del Silencio a la Tempestad.
Ha citado entre sus influencias a Ronnie James Dio (1942-2010), que nunca llegó a visitar Ecuador. ¿Lo vio muchas veces en concierto?
Con 45 años tengo muchos shows encima. A Dio lo vi siempre, todas las veces que vino a mi país, con Heaven and Helly de Black Sabbath; recuerdo que la primera vez que llegó fue en 1992 para presentar el disco Dehumanizer. Como solista volvió también.
Entre otros referentes de la música he visto a Helloween, Gamma Ray, Iron Maiden, Judas Priest, siempre, y Manowar. A todos porque Buenos Aires se convirtió en una ciudad obligatoria para las bandas internacionales. Con sus cosas buenas y malas, entre 2017 y 2018 fue un tiempo en que la convocatoria para metaleros ha sido poca porque en Argentina tenemos de 3 a 4 conciertos a la semana, lo cual es una locura. El metal argentino queda a un costado, la gente prefiere lo de fuera, porque el estar uno acá, ya te verán en otro momento. Es la triste realidad.
Ahora hay una crisis económica en Argentina, ¿cuánto tardará eso en tener un efecto en la escena?
El que viene no será un año tan fructífero en cuanto a las bandas internacionales. El precio del dólar aumentó y eso perjudica a los promotores; en este momento hay una gran preocupación porque los conciertos, como Nightwish, que ya se dio, o Helloween con Kreator y Arch Enemy (hoy en Luna Park), son eventos que estuvieron pactados hace meses con un dólar a 25 pesos. Hoy vale 41, la pérdida es importante y eso hará que las visitas sean menores en número. Junto a Renacer, Imperio o como solista ya he disfrutado de muchos shows y he compartido escenario con Motörhead, Alice Cooper, Mötley Crue, Helloween, Gamma Ray, Angra, Barón Rojo, Mägo de Oz... una infinidad.
¿Hay una movida tras el power metal en el sur del continente?
Hemos tenido épocas muy lindas. Lo vivo desde el presente, Renacer está enrolada en el power metal y, en los conciertos, es obligación hacer temas de Imperio porque sino la gente me mata (ríe). En los noventa, cuando salimos con Imperio, fue un momento hermoso porque en esta región estábamos muy enganchados con la onda de Sepultura, Pantera y, de repente, explotó el power en Europa, que hacíamos acá de casualidad y se dio la oportunidad de difundirlo, nos fue muy bien. Las personas lo tienen como un lindo recuerdo, igual nosotros.
¿Le han pasado factura los años a la hora de mantener la voz?
El cuerpo cambia con los años, la voz y todo. Hay que adaptarse, nomás. Desde 2016 estuve, un año y medio, fuera de combate, sin poder realizar shows a causa de un tumor en la garganta y que me operé. Tuve la suerte de que todo saliera bien, fui recuperando la voz y acá estoy, como nuevo.
¿En ese lapso dejaron de componer?
Todo lo contrario, trabajamos más fuerte al no poder tocar en vivo. No quería frenar porque hacerlo hubiera sido traumático y depresivo. No podía cantar, prácticamente ni hablar y encima dejar de hacer música me parecía muy violento para mi mente.
No queríamos desperdiciar tiempo y compusimos el último disco de Renacer, Del Silencio a la Tempestad (Icarus Music, 2017). Aprovechamos la pausa para terminar las canciones, hacer arreglos. Por eso el disco suena muy diferente, tiene un año y medio de trabajo detrás y fue la primera vez que llegamos al estudio con todo terminado, sabiendo qué hacer y qué no.
¿Eso le dio un giro a la forma de producir que tenían?
Se nota en la calidad de sonido, en los coros. Fue muy trabajado. Del silencio volvimos con un disco realmente potente, fuerte. Lo importante es lograr que todo se transforme en energía, que termine en canciones, qué mejor que eso para un músico.
¿Aún es autodidacta?
Lo fui hasta hace poquito, con el tratamiento que tuve para recuperar la fortaleza de la garganta. Se trataba de aprender ejercicios, respiración y trabajar para nunca más tener problemas.
Renacer siempre ha tenido tras de sí la imagen del Ave Fénix. ¿Hay una relación espiritual en su música?
A mí nunca me gustó ni la religión ni la política, no estoy en sus círculos ni confío en eso. No tengo nada en contra de nadie, quizás me molesta un poco cuando politizan la música o la usan para la religión. La rebeldía no tiene que ver con lo político, religioso, pero respeto a todos por igual.
El nuestro no es el caso de banda cristiana, que las hay en Argentina, como Boanerges o Barni.
¿Hay censura musical en Argentina?
La verdad que no. Es un país donde todos critican, protestan, pero también conocen el límite: pueden estar en desacuerdo con vos, pero, de ahí, a no dejarte tocar es otra cuestión. No creo que llegue a pasar.
¿Dejaría de producir discos si el mercado cambia?
Nosotros vamos a mantener el formato físico hasta donde podamos, hasta el último momento, pero calculo que en algún momento dejará de existir. Hay una realidad lamentable, que obliga a lanzar canción por canción y ya no discos completos.
Sigo defendiendo, usando y comprando álbumes, pero la tecnología ha traído avances y ha matado la pasión en todo sentido. Vengo desde los 12 años en esto, viví la emoción de esperar un fin de semana a que editen un disco e ir en tren a comprarlo y volver a casa para escucharlo, disfrutarlo durante un mes, el tiempo en que podías volver por otro. Así con revistas como Metal, Madhouse o Epopeya: esperar para enterarte qué pasa. Eso no existe más. Se perdió la pasión. Ahora sale el último trabajo de (Iron) Maiden y lo escuchás en Spotify, tres canciones y ya está, pasó.
Y se habla menos de música...
Hoy una noticia dura tres segundos. Antes, un disco de Judas Priest traía publicidades y reportajes, un año de alegría. Ahora eso se reduce a una semana. En la generación que tiene más de cuarenta años seguimos comprando vinilos porque se dejaron de fabricar, pero yo tengo seis hijos y el más grande, de 26, vive diferente esto. La tecnología mató esa pasión de juntarse en una esquina, en los ochenta, a escuchar una placa con amigos. Nos volvimos cavernícolas, estamos yendo para atrás, encerrándonos en cuevas, siendo cada vez más individualistas.
¿Las bandas también se han vuelto individualistas?
Cada una lleva agua para su molino. Tenés bandas consagradas como íconos, sí. Rata Blanca que es la más convocante, más internacional que local, y después estamos todos lo demás, luchando en el mismo círculo para sobrevivir.
Renacer tiene la suerte de trabajar con Icarus Music, pero es el único sello de heavy metal que queda en pie en Argentina. Mientras dure, fabricaremos discos. El problema es que no hay un recambio tan grande en nuestro ambiente musical. Por ejemplo, junto a Horcas o Tren Loco llenábamos lugares con tres mil personas hace quince años. Hoy eso no pasa porque no hay gente joven escuchando nuestra música, ellos están en otra, salen a bailar o escuchan otro tipo de cosas, como Carajo, que es un metal más alternativo. El heavy, power metal no tiene gente nueva, necesita un recambio.
¿Qué piensas sobre la reunión incompleta de Hermética?
Es válido que la hagan porque son tres cuartas partes de lo que era esa banda (Antonio Romano, Claudio O’connor, Pato Strunz junto a Carlos Cuadrado), hacen un homenaje a sus propias canciones, llenan dos o tres teatros y harán una fiesta a fin de año en un lugar icónico del rock argentino, el Estadio de Obras Sanitarias. No están robando nada, se homenajean a ellos mismo y eso está muy bien.
Horcas y Renacer son bandas argentinas con una trayectoria pesada, ¿suelen compartir escenarios en su país como lo harán en la capital?
Lo hemos hecho muy pocas veces a lo largo de estos años, así que serpa una ocasión especial la que vamos a vivir en Ecuador. (O)