La "franqueza" de Francisco sobre "genocidio" armenio debilita rol de Turquía en la región
La "franqueza" del papa Francisco al referirse al "genocidio armenio" en 1915 corre el riesgo de debilitar a Turquía, un actor clave para la paz en la región, donde la organización yihadista Estado Islámico ha atacado a la minoría cristiana en muchas ocasiones.
Francisco defendió este lunes la posición de la Iglesia de considerar un verdadero "genocidio" las masacres de armenios hace un siglo, pese a que con ello irritó a las autoridades turcas, que calificaron de "insulto" la declaración del papa y retiraron a su embajador en El Vaticano.
"El camino de la Iglesia es el de la franqueza", afirmó el papa durante la misa matutina de este lunes, en un claro mensaje de que no piensa revisar sus declaraciones. "No podemos silenciar lo que hemos visto y escuchado", agregó el pontífice argentino.
El discurso de Francisco, pronunciado el domingo durante una misa en la Basílica de San Pedro, desencadenó una grave crisis diplomática entre El Vaticano y Turquía, aliada importante en la lucha contra el islamismo radical, que está siendo devastador para las comunidades cristianas de Oriente Medio.
Francisco, quien visitó en noviembre Turquía, evitó en esa ocasión hablar de ese espinoso tema tanto con las autoridades como con los periodistas.
El Papa conoce bien el caso, ya que en su país de nacimiento reside una importante comunidad de 100.000 armenios, la mayor en América Latina.
El Gobierno de Armenia, país independiente desde 1991, estima que cerca de 1,5 millones de personas fueron exterminadas entre 1915 y 1917 y que se trató de un genocidio, pero Turquía insiste en que no hubo ningún plan de exterminio de la población armenia y que se trató de un conflicto civil.
"Desde que vivía en Buenos Aires, se ocupaba de la cuestión armenia. El Papa quiere restaurar la memoria común, paso fundamental para lograr la paz", escribió la vaticanista del diario Il Messaggero Franca Giansoldato.
"Destruir un pueblo es genocidio (...) Turquía se niega a admitirlo en el extranjero, aunque internamente hay quienes logran hablar de ello", explicó el historiador Marcello Flores DArcais, quien acaba de publicar un libro en Italia sobre el genocidio armenio.
La negativa del Gobierno de Ankara a admitir la tragedia ha sido uno de los obstáculos para que Turquía sea admitida en la Unión Europea.
Memoria y perdón
"Parecía que el Papa iba a mantener la línea prudente, como hicieron todos los pontífices hasta Juan Pablo II, el primer papa que reconoció el genocidio armenio, en el año 2000. Si Francisco no hubiera hablado (con ocasión de la conmemoración de los 100 años de las masacres), le fallaba a los armenios y también a los turcos que luchan por tener relaciones de verdad con los armenios", comentó el historiador Andrea Riccardi, otro experto en el tema.
"La memoria y la condena de los horrores del pasado sirven para impedir que se repitan, como desgraciadamente está ocurriendo en muchas partes, incluyendo Oriente Medio", lamentó el primado de la Iglesia Católica armenia, Nerses Bedros, en unas declaraciones a la agencia católica Fides.
En su homilía del domingo, Francisco lamentó la "indiferencia" con la que el mundo asiste a las masacres que se cometen hoy en día en muchas partes del mundo y, en particular, contra los cristianos de Oriente Medio y África.
La organización cristiana Puertas Abiertas estima que actualmente más de 150 millones de cristianos sufren persecuciones en el mundo.
"Parece que la familia humana rechaza aprender de sus propios errores causados por la ley del terror y así, aún hoy, hay quien trata de eliminar a sus semejantes con la ayuda del silencio cómplice de otros que permanecen como espectadores", denunció Francisco.
El Papa instó también a Armenia para que emprenda el camino de "la reconciliación", una petición para que normalice sus relaciones con Turquía.
Por su parte, Turquía, que suele amenazar con sanciones económicas a los países que reconocen las matanzas de hace un siglo, calificó de "inaceptable" la declaración de Francisco y considera que "la historia ha sido instrumentalizada con fines políticos". (I)