Un empate hoy en Recife bastará al ‘mundillo’ del fútbol para afianzar sospechas sobre la comunión de intereses entre EE.UU. y Alemania por un lugar en octavos de final.

En un esfuerzo por despejar dudas, Jurgen Klinsmann, seleccionador de EE.UU., recordó el triunfo, en noviembre pasado, en el último minuto en Panamá que no tenía consecuencias para su paso al Mundial, pues lo habían asegurado con anticipación. Ese resultado le dio a México el derecho a jugar la repesca que lo clasificó a Brasil.

También los jugadores estadounidenses recordaron cuando el equipo, a cambio de nada -pues tenía ya pasaje para el Mundial de Sudáfrica-, dio una mano a Honduras al empatar con Costa Rica en 2009.

Gente del entorno del técnico cree que hoy en el Arena Pernambuco será la oportunidad ideal para que Klinsmann ponga fin con un triunfo a la idea, ya establecida en su país, que lo define como un entrenador genial de la parte física pero carente en lo táctico.

La única duda del técnico alemán que dirige a la selección de EE.UU. es la ausencia del delantero del Sunderland inglés Jozy Altidore, que no se ha recuperado de una distensión en la parte posterior del muslo izquierdo surgida el 16 de junio en el encuentro con Ghana correspondiente a la primera jornada.

En el lado germano, mucho interés han generado las intenciones de Miroslav Klose en anotar y convertirse en el nuevo goleador histórico de los Mundiales. Además, con 70, es el máximo artillero de la selección alemana, cifra que alcanzó el 7 de junio en el choque ante Armenia, donde superó los 68 de Gerd Müller. El ingreso en el once de Klose relegaría a Mario Götze al banquillo, y desplazaría a Thomas Müller a la banda, para dejar el campo libre para el ingreso de Klose.

En las filas alemanas, las dudas de Löw también residen en la mitad de la cancha. Ni Philipp Lahm ni Sami Khedira están rindiendo como se esperaba, y el creativo Toni Kroos aparece como un comodín que podría comenzar jugando unos metros más retrasado.