Marchisio y balotelli marcaron por la ‘azurra’; sturridge para inglaterra
Italia controla a un rival impaciente
Italia juega como las negras en el ajedrez: Esperan a su rival. Al inicio, si no les dan nada, no hacen nada. Se dejan atacar, defienden. Cuando el rival ya está muy arriba, cuando ya ha dado mucho espacio porque está empecinado en marcar... Ahí, ahí aparece el oficio de la ‘azurra’. El resto es cosa de Pirlo.
O que le pregunten al técnico inglés Roy Hodgson si no fue eso lo que le hizo ayer Cesare Prandelli.
El delantero Daniel Sturridge y el joven volante Raheem Sterling –al que ahorcó Antonio Valencia– eran demasiado en habilidad y rapidez para un Giorgio Chiellini que tenía abierta la banda izquierda.
Ese era el lugar para entrar. La derecha de Inglaterra. Sturridge y Sterling hacían una fiesta, y no invitaron a Wayne Rooney. El delantero del Manchester no necesitaba desequilibrar por la izquierda.
Italia no tuvo más claridad que una pelota genial de Mario Balotelli –salvada por Leighton Baines en la línea de meta–. Lo demás: remates a larga distancia, como el de Antonio Candreva, a 32 metros. La defensa inglesa estaba hecha una pared.
Pero así, a larga distancia, llegó a los 35 minutos el tanto de Marchisio, que convirtió en gol un malogrado tiro de esquina –de los 3 que tuvo Italia durante el partido–.
Pero Inglaterra era más. Solo necesitó 2 minutos para empatar: La primera escapada de Rooney encontró a un Sturridge solo que ya le había ganado la carrera a Chiellini -¿a quién, si no?- y venció a Salvatore Sirigu.
Lo siguiente fueron unos minutos intensos. Los italianos entendieron que tenían que jugar al fútbol, y ganaron a pulso un largo ida y vuelta: Rooney ya había cambiado de banda y el partido era para cualquiera.
Pero el gol de Balotelli definió todo antes de lo debido. El área italiana se cerró. Inglaterra, hundida en la impaciencia, calmó poco a poco el frenesí. Pirlo, que ya había hecho lo suyo en el primer gol, se dedicó a hacer lo otro: Administrar el juego. Y cómo. Cada pase suyo era una bolsa de angustia inglesa.
Italia fue a Manaos a aplicar su ley: la burocracia del balón, un catenaccio sofisticado que prefiere retener la pelota, pero lejos del área, antes que poner a todos a defender.