Simón Bolívar, el libertador insigne
Nació en 1783. Fue bautizado como Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte-Andrade y Blanco, y solamente necesitó de dos nombres para pasar a la posteridad como el adalid de la más grande empresa liberadora anticolonial emprendida en los territorios del que fuera el Tahuantinsuyo, tomados por España.
En su segundo viaje por Europa (1803) retomó la relación con Simón Rodríguez, su antiguo maestro, con quien viajó por diversos países. Estaba en París cuando Napoléon se coronó emperador. En Milán lo volvió a encontrar esta vez proclamándose Rey de Italia -Bolívar admiraba al guerrero pero no al Emperador y Rey-. Aquí también decidiría que su destino era liberar su tierra.
Y a eso se dedicó toda su vida. Apenas vuelto a Caracas tomó parte, junto con Miranda, en las acciones que culminaron con la independencia provisional de Venezuela en 1811. Sin embargo, las fuerzas españolas derrotaron a las independentistas, pero Bolívar logró escapar a Nueva Granada. Desde allí emprendió la denominada Campaña Admirable -que liberó el occidente de Venezuela- por la que le concedieron el título de El Libertador.
En diciembre de 1825 una Asamblea acordó la creación de Bolivia. Su Constitución fue redactada por BolívarNo obstante, en 1814 fue derrotado y debió huir hacia Jamaica, donde escribió la Carta de Jamaica -uno de los documentos políticos más importantes que ha dejado el Libertador. Las artes liberales (política, sociología, historia y filosofía) están contenidas en esas páginas que señalan la realidad americana y avanzan visionarios conceptos sobre los destinos del continente-. En su paso por Haití recibió ayuda del presidente haitiano Alexandre Petion para la llamada Expedición de Los Cayos.
El aporte de Petion fue decisivo, pues fue el punto de partida para en una segunda expedición extender la acción al oriente y sur de Venezuela. La batalla de San Félix (1817) consiguió para el ejército de Bolívar los inmensos recursos de Guayana y la importante vía fluvial del río Orinoco.
La Batalla de Boyacá fue una muestra del genio militar de Bolívar. En una acción temeraria, al mando de 2.500 hombres, cruzó los Andes y atacó Nueva Granada, sorprendiendo a los españoles que se rindieron. Bolívar entró triunfante a Bogotá.
Después vendrían las batallas de Carabobo, que liberó el territorio venezolano que faltaba, Pichincha, Junín y Ayacucho.
El 9 de diciembre de 1825 una Asamblea acordó la creación de Bolivia, cuya Constitución fue redactada por el propio Bolívar. El desprendimiento del poder se muestra en varias oportunidades como un rasgo arraigado de la personalidad de Bolívar:
El 15 de febrero de 1819 fue nombrado Presidente de Venezuela, sin embargo, en lugar de sentarse a gobernar, se dirige en busca de la libertad de Nueva Granada. En noviembre de 1826 el Perú lo nombró Presidente Vitalicio, pero el Libertador no aceptó.
Por último, el 27 de abril de 1830 renunció ante el último Congreso de Colombia y partió desde Bogotá hacia Cartagena, donde se enteró de que Sucre había sido asesinado. La noticia fue devastadora. Avanzó hasta Santa Marta, alojándose en la quinta San Pedro Alejandrino, donde murió el 17 de diciembre de 1830, a los 47 años.
Las actividades del país del norte provocaron también la preocupación del Libertador, que da muestra de su gran sagacidad política.
En una carta que le envió el 5 de agosto de 1829 -desde Guayaquil- al coronel Patricio Campbell, Bolívar señalaba: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.
Palabras que años después parecen haber sido pronunciadas por un testigo presencial del proceder del país del norte con sus vecinos del sur.