El título de la obra surgió de una imagen que el autor registró en su niñez
Juan Carlos Moya y una revelación en la niebla
Por qué tu novela está afincada en el bosque, empezó por preguntarle Mariela Condo. Moya respondió que se debía a que llevaba un bosque en su interior, un páramo extraño y desolado, y que en ese sentido era natural que la novela se traslade a esas atmósferas. “Desde niño fui educado con la música del viento y la libertad de los prados y estepas”, subrayó.
Sobre la siguiente pregunta: “Me has contado que le debes a tu abuela la escritura de esta novela, ¿por qué?”, Moya dijo, de manera poética, que su abuela Zoila le trajo la niebla. “Desde niño sus historias me aterraron o maravillaron por su poder liberador hacia mundos extraños. Ella me llevó a fascinarme con la niebla como una presencia cargada de misterio. Además, cuando era niño, una de mis visitas al páramo del Cotopaxi me permitió ver una imagen impactante, una epifanía que se quedó grabada en mi mente, unos caballos salvajes huyendo detrás de la niebla”.
Quizás porque sabe que la literatura es mentirosamente autobiográfica, Condo quiso saber sobre Lucas Freire, el protagonista de la historia. Moya le respondió que es un guardabosques, basado en su abuelo chileno, que habita en una niebla de dolor y angustia que lo lleva a anhelar, cada día, un rayo de luz interior.
La cantante quiso saber de qué huyen los asesinos del libro. Moya dijo que de su pasado, de sus casas y ciudades, hacia la libertad de volverse fantasmas en el páramo o morirse de una buena vez para olvidarse de sí mismos.
A la pregunta final: ¿Por qué no hay mujeres en la novela?, el autor de Caballos en la niebla dijo que la gustaría que las mujeres descifraran ese enigma. “Lo que sí puedo asegurarte es que Lucas tiene el corazón fracturado”, concluyó.