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La Feria del Libro, un termómetro cultural

Este año se ha incrementado la oferta literaria, pues pasaron de 50 estands a 75 y los organizadores se han asociado con más de 30 sectores culturales.
Este año se ha incrementado la oferta literaria, pues pasaron de 50 estands a 75 y los organizadores se han asociado con más de 30 sectores culturales.
Fotos: Danny Mera / ET
26 de septiembre de 2019 - 00:00 - Redacción Cultura

Los clásicos de la literatura nunca pasan de moda y posiblemente sean testimonios que nos conectan con nuestros antepasados. Pero también se conectan con nuevos tiempos, como ocurre este año en la quinta edición de la Feria Internacional del Libro de Guayaquil (FIL Gye).

Los principales espacios infantiles que se organizan y rearman, de acuerdo con el público que llega al Centro de Convenciones, están dedicados a ellos, a los clásicos.

Empieza con Moby Dick, cuyo autor cumple 200 años; pasan por el libro del británico Daniel Dafoe, pues su Robinson Crusoe cumple 300 años; transita por los 200 años de nacimiento del poeta Walt Whitman y los 100 del natalicio de nuestro poeta ecuatoriano Medardo Ángel Silva.

“No se quedan en el pasado, son historias que se pasan de generación en generación”, dice Tatiana Landín, uno de los miembros del Comité de Contenidos, que desde noviembre de cada año planifica, hasta este septiembre, cómo será la siguiente edición.

La exposición incluye espacios dedicados al cómic, la misma contará con  maratones que se harán cada día desde las 11:00 hasta el próximo domingo.

El encuentro literario cumple cinco años y —aunque parece poco— en una ciudad en la que hubo varios procesos de organizar una feria del libro, con varios intentos fallidos, es un logro.

“La gente ya tiene guardada esta fecha, ya se planifica y la mira como una referencia”, dice la crítica literaria Cecilia Ansaldo.

Miguel Muñoz, integrante del Comité de Contenidos, considera que un encuentro como este siembra un hábito lector pues hace que gente que muchas veces no tiene nada que ver con la literatura, preste atención a escritores de los que posiblemente no ha escuchado nada nunca.

Pero al “tener la experiencia de estar cerca de un escritor, de cómo escribe, para qué escribe, la gente se interesa y empieza a leer. Sale de los encuentros y compran el libro, desde entonces ya son lectores nuevos”.

El encuentro —dice Claudia Noboa, miembro del Comité— siempre intenta sintonizarse con lo que se comenta en el mundo. “Hay un paraguas que lo engloba todo a pesar de que vienen escritores muy diferentes”.

Este año es el feminismo desde la maternidad. Las mesas de diálogo tienen como tema recurrente “la maternidad, la decisión de no ser madre y cómo enfrentar a la sociedad, a la familia, qué expectativas hay en la mujer”, afirma Noboa.

Durante el discurso de inauguración, Ansaldo destacó la labor de autoras como Margo Glantz, Laura Freixas o Lina Meruane.

“El trabajo de las mujeres ha sido insistir, romper el silencio, los prejuicios y cercos y terminar con atávicos comportamientos”, indicó.

En ese sentido dijo que “las mujeres siempre  hemos estado presentes en la historia de la cultura. Fuimos sacando la voz porque el modelo dominante quería que calláramos. Que si se educaba a las mujeres de la misma manera que a los hombres, ellas podrían tener las mismas facultades que ellos”.

La feria ha crecido en espacio, en el boca a boca, en el modo en el que lo piensa la gente.

Desde lo físico empezó con 50 estands y ahora tiene 75, además la oferta de librerías se ha incrementado, así como gestiones entre organizaciones lectoras, como La Colectiva, que reúne a más de ocho libreros y editoriales.

O el estand de El Fakir, que expone una gran parte de la literatura contemporánea con sus aliados.

“Si antes teníamos 15 ahora tenemos más de 30 sectores asociados a nuestro perfil”, cuenta Landín, quien asegura que este crecimiento se sintoniza con lo que ocurre en la ciudad y entonces la Feria se convierte en un termómetro. “Hay grupos de lectura, espacios, la Feria se une a un movimiento cultural”.

Una de sus gestiones ha sido reunir a asociaciones y grupos que como CepamMingas por el Mar, no están vinculadas con los procesos editoriales, pero sí que tienen mucho que decir acerca de lo que se escribe en el presente.

“Una feria del libro no solo se trata de hablar del libro. Hay que juntar otros públicos, es una plataforma para discutir temas”, puntualiza la organizadora.

Para Paulina Briones, editora de Cadáver Exquisito y parte de La Colectiva “una feria es una forma de incentivar la lectura. Son como la punta de un iceberg, debajo de ellas debe existir algo muy sólido, consolidado y continuo que es la política pública, en este caso”. (I)  

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