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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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La idea, que aún no tiene un nombre oficial, surgió en una cena familiar

Argentino lanza software para encriptar correos

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En un mundo en donde se debate intensamente la privacidad en dispositivos electrónicos -tema que surgió gracias a las revelaciones del extécnico de la CIA, Edward Snowden- las propuestas de las grandes compañías para dar ‘seguridad’ a sus clientes proliferan. Pero estas iniciativas no se centran solo en los laboratorios de Google, Microsoft o Yahoo, también hay ideas proyectos independientes que ganan terreno.

Es así que un científico argentino desarrolló un software para que los usuarios puedan enviar correos electrónicos con máxima confidencialidad.

El creador de este sistema es Ezequiel Álvarez, de 38 años, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina.

Se trata, según su propia definición, de ‘un avance colateral’, ya que Álvarez no se dedica a la seguridad informática sino a la investigación de las partículas elementales en el Instituto de Física de Buenos Aires.

Pero el tema, tan en boga con los recientes escándalos internacionales por espionaje entre gobiernos, captó la atención del científico en una reunión, cuando familiares suyos necesitaban mandar correos confidenciales y debatían sobre si esto era posible.

“Pensé que tiene que haber un sistema seguro, sin complicarse la vida con encriptaciones matemáticas”, contó Álvarez.

Según el investigador, “lo peligroso en el envío del correo electrónico no es que llegue la información, sino que el receptor no se entera nunca de si el mensaje fue leído por alguien más”.

A partir de aquella inquietud ‘hogareña’, Álvarez se inspiró en la mecánica cuántica, que destruye los mensajes apenas se abren, para crear un sistema que cualquiera pueda utilizar.

“La virtud de este nuevo software es que es simple, porque la persona utiliza su propia casilla de correo: primero escribe en un servidor seguro que le genera un link (enlace), luego pega éste en el espacio para redactar de su casilla, envía y listo”, cuenta.

Álvarez explica que apenas el destinatario del mensaje pincha en el enlace recibido, ve lo que el emisor le envió y ese contenido ya no existe en ningún otro lado más que en su pantalla. Luego el receptor decide si lo copia y lo guarda en su ordenador o no.

Si bien es de máxima confidencialidad, el software del argentino no garantiza que nadie más lea el contenido, sino que este hecho no pase inadvertido por el destinatario. “Te da la certeza de que si estás leyendo el mensaje, es que nadie más lo vio porque si alguien espió en el medio, lo crackeó (activa el software de forma ilegal), el link destruye la información y llega vacío”, explica el científico, quien todavía no decidió qué nombre le pondrá a su creación.

De todas formas, asegura que el nivel de seguridad de su desarrollo sí puede ser máximo si se utiliza un servidor interno.

“Una empresa o un Estado puede poner un servidor propio y así se asegura de que el sistema quede ciego a agentes externos”, sostuvo.

Aparte de la utilidad corporativa, Álvarez comentó que la aplicación que detecta espías podría llegar a manos de quien la quiera.

“Todos hemos dicho alguna vez ‘quiero que este mensaje sea súper-secreto’ y también hay gente a la que no le gusta que los servidores de Gmail o Yahoo tengan acceso total a lo que envían”, comentó.

Si un usuario quiere enviar un correo electrónico secreto, hoy no existe un sistema similar a éste, subrayó el investigador, quien aclaró que su desarrollo “no tiene nada que ver con las páginas web que mandan correos anónimos porque esto se envía desde la casilla propia y figura como cualquier correo”.

El software lleva pocos días disponible, pero Álvarez cuenta que una compañía interesada en utilizarlo ya lo contactó y que quien quiera hacerlo también puede comunicarse con él o con el Conicet.

“Yo lo doy para implementar de forma privada, para el Estado o la empresa que lo quiera”, afirma Álvarez.

Mientras el físico argentino seguirá estudiando partículas elementales en la Universidad de Buenos Aires, se alegra del ‘avance colateral’ que sumó a la ciencia, gracias a una charla familiar.

“Sé que aporta al bien común”, aseguró.

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