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En ecuador, monseñor antonio arregui detectó dos casos

Papa Francisco creó una comisión para combatir la pederastia

En Estados Unidos, la Iglesia Católica ha enfrentado millonarias demandas por parte de víctimas de abusos sexuales, registrados en el pasado. AFP
En Estados Unidos, la Iglesia Católica ha enfrentado millonarias demandas por parte de víctimas de abusos sexuales, registrados en el pasado. AFP
19 de octubre de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

Cuando se creía que el punto más controversial de la Iglesia católica había quedado en sigilo, tras la muerte del exnuncio apostólico Jozef Wesolowski, el primer religioso acusado de pederastia y posesión de pornografía infantil en el Vaticano, el mismo papa Francisco retomó el tema y mostró su rechazo a los crímenes y pecados cometidos a menores de edad. “No pueden ser mantenidos en secreto por más tiempo”, clamó.

Lo dijo luego de reunirse en Filadelfia, Estados Unidos, con cinco adultos: tres hombres y dos mujeres, que en su niñez fueron víctimas de violación por parte del clero, miembros de sus familias o educadores.

“Estoy profundamente dolido porque su inocencia fue violada por aquellos en quienes confiaban. En algunos casos, la confianza fue traicionada por miembros de su propia familia, en otros casos por miembros de la Iglesia, sacerdotes que tienen una responsabilidad sagrada para el cuidado de las almas. En todas las circunstancias la traición fue una terrible violación de la dignidad humana’’, dijo el Pontífice durante el encuentro realizado durante su última gira por Estados Unidos.

Para aquellos que fueron abusados por un miembro del clero, Francisco deploró las veces en que ellos denunciaron abusos pero no fueron escuchados. “Lamento profundamente que algunos obispos no cumplieran con su responsabilidad de proteger a los menores. Me comprometo a seguir el camino de la verdad, dondequiera que nos pueda llevar. El clero y los obispos tendrán que rendir cuentas de sus acciones cuando abusen o no protejan a los menores”.

Ese compromiso de celosa vigilancia fue reiterado horas después, cuando el Pontífice se dirigió a 300 obispos huéspedes que participaron del Encuentro Mundial de las Familias, en la gran Capilla del Seminario San Carlos Borromeo, en Filadelfia.

No era la primera vez que el Papa se reunía con víctimas de abuso sexual. Anteriormente ocurrió en la Santa Sede, donde Francisco pudo dedicar aproximadamente media hora para conversar con cada persona.

La iglesia toma conciencia

En 2012, la Congregación para la Doctrina de la Fe reveló que se registraron 4.000 casos de abuso sexual a menores por parte de clérigos en los últimos 10 años.

Dos años más tarde, la agencia de noticias The Associated Press (AP) divulgó datos de un documento oficial del Vaticano, el cual indicaba que el papa Benedicto XVI destituyó a 400 sacerdotes por abusar sexualmente de niños.

Estas cifras tienen que ver con sanciones adoptadas entre 2011 y 2012 y distan de la primera información que proporcionó la Santa Sede, cuando entre 2008 y 2009 fueron separados por la misma razón 170 sacerdotes.

La última información se elaboró basada en la defensa que realizó el Vaticano días antes de presentar un informe, en Ginebra, ante el Comité de Derechos de la Infancia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En mayo de 2014 esta comisión reconoció los pasos que la Iglesia ha dado en los últimos años para combatir la pederastia, pero los consideró insuficientes.

Recomendó que destituyan inmediatamente a los sacerdotes y religiosos culpables o sean sospechosos de haber abusado de menores y, además, pidió denunciarlos ante las autoridades civiles para que sean castigados.

Un año antes, el papa Francisco creó una comisión para ayudar a las víctimas de curas pedófilos y evitar nuevos casos, incluso deben mantenerlo informado sobre la situación, sugerir las medidas a adoptar y proponer candidatos especializados en la protección de niños.

Primeros resultados

A partir de las recomendaciones de la comisión, el papa Francisco aprobó la creación de un tribunal que juzgue casos de obispos acusados de encubrir a curas que abusaron sexualmente de menores.

Las acusaciones primero son investigadas por un departamento de la Santa Sede (depende de la jurisdicción a la que pertenecen los obispos) y luego serán juzgados por la Congregación para la Doctrina de la Fe, la rama del Vaticano que analiza cuestiones de doctrina.

El primero que fue sometido a un proceso fue Jozef Wesolowski, de 66 años, exnuncio en República Dominicana. El polaco fue juzgado basado en el derecho canónico y condenado a la pena máxima otorgada a un prelado: fue expulsado del sacerdocio y obligado a hacer penitencia y llevar una vida de oración.

Sin embargo, en septiembre de 2014, el Vaticano decidió efectuar un juicio extraordinario por la gravedad de los cargos. Fue entregado al tribunal del estado de la Ciudad del Vaticano, lo más cercano a una corte convencional.

Las acusaciones por pedofilia y posesión de material pornográfico le habrían significado hasta 12 años de prisión y multas de hasta $ 275.900.

Pero el juzgamiento nunca se llevó a cabo por el delicado estado de salud del exobispo, quien murió en agosto de este año.

Aunque hasta ahora no se han difundido otros casos de procesamiento a clérigos, hace dos semanas se hizo pública la orden de ‘juicio canónico’ que pidió el papa Francisco a un exprofesor de un colegio del Opus Dei en España por denuncias de abuso sexual, hace 8 años, a un menor de edad.

Reconociendo errores

Muchos consideran que el papa Francisco es el precursor de las medidas contra los curas pederastas dentro de la Iglesia. El sacerdote jesuita Roberto Jaramillo manifiesta que estas acciones son una señal de la buena dirección que han tomado las cosas. “No quiere decir que antes era mala, sino que no había la comprensión que él tiene de los problemas”, dice.

“Nosotros sentimos que el Papa va dándonos ejemplos de cosas que siempre hemos querido y en ese sentido nos anima su opción por la transparencia en las cuestiones financieras y el reconocimiento de los errores de la iglesia, que no es perfecta ni lo será”.

El monseñor Antonio Arregui sostiene que “el abuso de la Iglesia ha sido una cosa de siglos” y ahora esta misma destaca la necesidad de que toda la esfera de la afectividad y la sexualidad esté regida por el sexto y el noveno mandamiento (no cometerás actos impuros y no consentirás pensamientos ni deseos impuros). “Otra cosa es que en los tiempos más recientes el fenómeno haya sido voceado fuertemente en varios países”.

Basado en su experiencia personal como arzobispo de Guayaquil, Arregui menciona que ha sido testigo de dos casos de abuso por parte de sacerdotes que finalmente fueron retirados del clero.

Expresa que las víctimas tienen el derecho, incluso la obligación, de denunciar los casos oportunamente y siempre con el debido respeto y cercanía a la verdad. “Lamentablemente en todo este terreno ha intervenido mucho el interés económico de las cuantiosas indemnizaciones que en algunos países se pueden conseguir. En Estados Unidos ha sido un verdadero fenómeno de florecimiento de casos que estaban enterrados en la historia y que han reverdecido por intereses económicos”, señala.

‘Santa y pecadora’

Luz María Maji ha dedicado 32 de sus 63 años al servicio de la iglesia mediante la participación de grupos pastorales. Su vocación le ha permitido comprender que la Iglesia es ‘santa y pecadora’. ‘Santa’ -dice- porque Jesús la fundó y ‘pecadora’ porque está formada de seres humanos. Maji expresa que no ha constatado una violación de parte de un sacerdote pero sí ha presenciado el mal actuar, como las peleas entre ellos. “Uno comienza a dudar: ‘bueno hay Dios o no hay; o en realidad esta gente nos tiene embaucada para que no digamos nada’”, pensó por un tiempo, aunque revela que luego entendió que su presencia en las actividades parroquiales no se debían a una persona sino a su fe.

Pero no todos piensan igual. Francisco contó a los periodistas, que viajaban en el avión de regreso de su gira por Estados Unidos, que una vez en una reunión con víctimas de abuso una mujer le contó que cuando su madre se enteró del hecho blasfemó contra Dios, perdió la fe y murió atea. “Yo comprendo a esa mujer (...) lo que fue destrozado era su propia carne, la carne de su hija. No juzgo a alguien que no puede perdonar. Rezo y le pido a Dios”. (I)

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