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El Telégrafo
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El pontífice volvió a clamar contra la cultura del descarte durante su homilía en santa cruz

Francisco habló a los olvidados

El presidente de Bolivia, Evo Morales, entregó al papa Francisco un crucifijo con forma de hoz y martillo, similar al que hizo el jesuita Luis Espinal. Foto: AFP
El presidente de Bolivia, Evo Morales, entregó al papa Francisco un crucifijo con forma de hoz y martillo, similar al que hizo el jesuita Luis Espinal. Foto: AFP
10 de julio de 2015 - 00:00 - Agencias AFP y ABI

El papa Francisco evocó el milagro de la multiplicación de los panes y peces en su visita a Bolivia, donde las políticas y la inclusión “dan de comer”, pese a culturas globales de descarte y consumismo.

Tras soportar bajas temperaturas en los últimos días, e incluso un calador frío matinal, el Sol volvió a salir en Santa Cruz de la Sierra, sobre las cabezas de los fieles que se agolparon en la Plaza del Cristo Redentor, a cuyos pies el Sumo Pontífice celebró una multitudinaria misa con casi 2 millones de personas.

“Jesús nos sigue diciendo en esta plaza: ‘Sí, basta de descartes’”, clamó el Papa argentino tras criticar la “lógica que busca transformar todo en objeto de cambio, de consumo, todo negociable”. Francisco condenó también las ideas que excluyen “a todos aquellos que no producen” y no ofrecen resultados, solo porque “no nos dan los números, no nos cierran las cuentas”.

“No es necesario que nadie se vaya. Basta de descartes, denles ustedes de comer”, agregó el Papa, que inauguró el V Congreso Eucarístico Nacional. En su homilía, pronunciada por primera vez ante miles de indígenas de varias etnias bolivianas que llegaron de distintas regiones del país, Francisco habló de los olvidados y descartados del mundo, en particular de las mujeres, que “cargan sobre sus hombros (...) las injusticias que no parecen detenerse”, lamentó.

“Cargan sobre sí el gozo y el dolor de una tierra. Ustedes llevan sobre sí la memoria de un pueblo”, reconoció al mencionar a las poblaciones con una historia antigua. Algunas peticiones fueron leídas en lenguas nativas, como el quechua.

El papa Francisco y varios obispos utilizaron el local de la cadena Burger King, cercano a la Plaza del Cristo Redentor, como sacristía, para cambiarse antes de celebrar la misa, informó el gerente de la firma en el país.

Encuentro Mundial de Movimientos Sociales

El líder religioso participó en el II Encuentro Mundial de Movimientos Sociales en Santa Cruz, un evento que no es organizado por el Vaticano, pero al que el Pontífice asistió como parte de su visita a Bolivia. El Papa pidió “un cambio” a nivel mundial que tenga una “economía al servicio de los pueblos” tras condenar “el actual sistema” imperante, el cual juzgó ya “no se aguanta”.

“Digámoslo sin miedo: queremos un cambio”, clamó Francisco, para asegurar luego que “cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos y la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico”, se condena al hombre y a la naturaleza.

“¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?”, se interrogó el Papa, quien fue aplaudido por representantes y delegados de movimientos populares y de base, entre ellos gente de barriadas pobres y campesinos sin tierra.

“¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la Creación están bajo permanente amenaza? Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio”, clamó el Papa, cuyo mensaje fue claro: es necesario un cambio frente a la globalización excluyente, es preciso erradicar las formas de colonialismo y hay que dejar la idolatría del dinero.

El Pontífice pidió que haya una economía justa y solidaria, de inspiración cristiana. No obstante, aclaró: “No esperen de este Papa una receta. Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social”. Además, pidió perdón por las ofensas de la Iglesia y por los crímenes contra los pueblos originarios en la llamada Conquista de América.

Se refirió también a que “la concentración monopólica de los medios de comunicación social, que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural, es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo, es el colonialismo ideológico. Como dicen los obispos de África: ‘Muchas veces se pretende convertir los países pobres en piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco’. Hay que reconocer que ninguno de los graves problemas de la humanidad se pueden resolver sin interacción de los Estados y los pueblos a nivel internacional”.

Un regalo simbólico

Del encuentro entre Francisco y Evo Morales salió una imagen que ha dado la vuelta al mundo. Es cuando el gobernante entrega al Papa un Cristo crucificado sobre una hoz y un martillo. Con el obsequio, Morales quiso rendir homenaje al desaparecido padre jesuita Luis Espinal Camps, quien diseñó el símbolo.

En varios medios se mencionó un supuesto desconcierto del Pontífice, quien además habría dicho: “No está bien eso”. Sin embargo, otras fuentes indicaron que lo que Francisco dijo fue:“No sabía eso”, cuando el mandatario aymara le explicó el significado de la imagen.

En agosto de 1949, Espinal ingresó a la Compañía de Jesús y se ordenó como sacerdote en julio de 1962 en Barcelona, después llegó a Bolivia como misionero. En el país andino luchó por la defensa de los derechos humanos, pero fue torturado y asesinado a los 48 años, en marzo de 1980, en el gobierno de facto de Luis García Meza.

Antes del encuentro en el palacio presidencial, el Pontífice se bajó del papamóvil en el kilómetro 8 de la autopista El Alto-La Paz, en el lugar conocido como ‘Plan Autopista’, donde fue encontrado el cuerpo sin vida del padre jesuita.

“El padre Espinal predicó el Evangelio y ese evangelio molestó y por eso lo eliminaron, hagamos un minuto de silencio y después recemos todos juntos”, expresó el jefe de la Iglesia católica mientras bendecía el lugar. El crucifijo en la hoz y el martillo es una reproducción de uno que hizo el sacerdote jesuita, como símbolo de su compromiso con las luchas sociales.

Pese a ello, los sectores más conservadores de la Iglesia han criticado el regalo de Morales. (I)

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