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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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En la mayoría de los casos los chicos consumen bebidas alcohólicas como escape a la presión de encajar en la sociedad

El estrés empujaría a los jóvenes al alcohol

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Ahora que dice estar recuperado,  C.A.Z. (quien prefiere no dar su nombre) no ha tomado alcohol desde hace más de 2 años. Evade fiestas y reuniones porque aún no está seguro de si podría recaer en el consumo. A los 18 años mientras estudiaba solía tomar cerveza y licor con sus compañeros.

Más tarde al ingresar a la universidad la situación, según cuenta, se tornó incontrolable. “Bebíamos 4 días a la semana, ya casi no íbamos a la clase y perdí 2 materias. Pensé en dejar de estudiar”, recuerda.

Al consultarle acerca de las razones que lo llevaron al consumo, no tiene certeza de su respuesta, pero cree que influyeron la ruptura con su novia y los problemas en casa.

Pablo Ruisoto, doctor en neuropsicología y profesor de la Universidad de Salamanca, estuvo en Ecuador para presentar los primeros resultados del estudio “Distribución nacional del consumo de sustancias y otros indicadores de Salud Mental en la Comunidad Universitaria”, realizado en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL).

El análisis, que se aplicó a más de 3 mil estudiantes de modalidad presencial, 300 profesores y 80 administrativos, tomó en cuenta factores  como el estrés psicológico, la personalidad, el apoyo social, ansiedad, depresión y satisfacción laboral de la comunidad universitaria.

A criterio de Pablo, el consumo de alcohol es bastante problemático en los jóvenes. De hecho, 24,7% de ellos tienen un consumo en riesgo y el 3,9% es dependiente. El 12,7% no consume y casi la mitad de los estudiantes afirma tomar alcohol de  forma prudente. En cambio, los profesores y administrativos tienen una conducta diferente (ver infografía).

Para el experto, esto tiene una respuesta: “Quienes tienen un nivel de estrés presentan un mayor consumo problemático. En  psicología a esto se lo llama: inflexibilidad psicológica. Es decir una mayor tendencia a relacionarse de forma poco exitosa con los problemas de la vida y se evitan emociones y pensamientos que resulten desagradables. Es un patrón de funcionamiento que tiende a regular y escapar”.

¿Qué pasa por la mente de los universitarios que beben? Hay diversidad de factores, pero todos tienen que ver con la sensación de no  encajar con las exigencias actuales del sistema. Por ejemplo, no conseguir trabajo, ser mal pagado, calificaciones más bajas que el resto, necesidades económicas y no poder costearse estudios  y servicios básicos.

¿Cuál es la mejor vía para resolver el asunto? Para el experto, la propuesta sería cambiar el foco de atención. “Si les dotamos de otros recursos o actividades que les permitan hacer frente a esas demandas, tendrán mejores probabilidades de éxito”.

Jefferson Minda, psicólogo clínico y director de un centro de rehabilitación en Quito, asegura que  los jóvenes llegan con altos niveles de estrés, depresión y ansiedad. “El inicio del consumo de alcohol se relaciona con los deseos de ser parte de un grupo, y crecen solos. Eso se suma al patrón cultural del alcohol que tiene el país”, dice.

En su centro atiende un promedio de 14 personas. El tratamiento puede durar 6 meses. (I)

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