El corredor todavía no pasa la prueba
“Pero dígame eso” alzó la voz un hombre cansado, entrecano y furibundo. “Pero eso le digo”, bajó la voz un joven, cobrador de bus, hasta que no se oyó nada de él. Una escena mínima. Dentro del bus, en la parada Hospital del IEES, en Quito, algunos pasajeros llevaban en lugar de cabeza un signo de interrogación.
Ellos no se hallaban. Entonces el joven debía apartar su mutismo elegido y responder preguntas que ni el mismo sabía cómo. “Oiga, cómo hago para ir a la Floresta”, surge otra pregunta. “Baje y tomé otro bus en esa esquina”, apunta con el dedo nuevamente el joven.
“Pero hay que pagar de nuevo” - “Claro”- “Pero, cómo...”. El conductor de la unidad 2140 presta su ayuda. “Puede retornar a la parada El Tejar y tomar el que vaya a Plaza Artigas”, calma a los pasajeros desorientados y retoma el volante.
La mañana de ayer, el séptimo día que funcionaba el Corredor Suroccidental, no fue nada caótico como el primer día, el lunes pasado, cuando empezó a operar. Más bien la ayer fue una jornada para ver cómo los usuarios se acoplan al nuevo sistema troncalizado de transporte público. En el sur, en la terminal de Quitumbe, está la estación de los varios ramales del nuevo sistema. Allí también hay confusión.
Sobre las 10:00 de ayer los pasajeros no eran muchos. Había, quizá, treinta. Era un típico domingo. Las mujeres lucían sus ropas de domingo, prolijas. Los hombres, algunos con rostros entumecidos por la algarabía nocturna anterior, otros que acompañaban a sus chicas, asimismo, vestidos minuciosamente. En la escena también aparecían familias numerosas o madres que cargaban dos o tres niños que aún no se pueden valer por cuenta propia.
Antes de que arrancara el viaje que pasó por 17 troncales hasta llegar a la parada Hospital de IEES, hubo una discusión entre el conductor y, según parece, un coordinador del nuevo sistema. Ambos se increparon sobre las exigencias que el conductor debe acoger: Estar en la estación, no más allá de cinco minutos.
Tomar sus pasajeros con amabilidad. Ir, entre las paradas, en un lapso de 4 minutos. Dar, durante la jornada entre 6 y 7 vueltas al circuito asignado, y, lo más importante es llegar, de punta a punta, máximo entre 40 y 45 minutos.
La última consigna ayer se cumplió. La de tomar los pasajeros también, salvo algunas paradas como El Tejar, en donde las rampas de los autos fallaron y expusieron a los pasajeros. El lapso de cuatro minutos fue el promedio salvo, también cerca del túnel de San Roque, donde los autos particulares invadieron el carril exclusivo del reciente sistema de transporte público.
En cada parada había, por lo menos, dos funcionarios que indicaban cómo utilizar el nuevo sistema que pretende disminuir los tiempos de llegada de los quiteños desde el sur hasta el norte.
El sistema tiene 23 rutas, pero ese dato no lo tenía los conductores, ni los ayudantes, ni tampoco los funcionarios de las paradas. Al ojo algún pasajero preguntaba cómo llegaba a La Gasca. El funcionario esperaba a que la unidad llegara para indicar cuál. Sobre la parte frontal de los buses se indican sus rutas, pero dentro de las paradas y por la celeridad de transporte no se puede divisar enseguida. No obstante, son los ayudantes (cobradores) que “vocean” hacia dónde van.
Era un domingo típico, día en que el tráfico no era abundante. Igual, algunas paradas lucían llenas con pasajeros que aún se preguntaban cuál bus tomarían.